Tras la publicación en Tiempo, el domingo pasado, de la denuncia de que Vicentin no presentó su balance contable 2018-2019, se produjo un efecto cascada que incluyó al juez del concurso de acreedores, Fabián Lorenzini, quien debió ser el primer interesado en que ese balance apareciera en febrero, cuando arrancó esta causa en su juzgado, el Nº 2 de primera instancia en lo Civil y Comercial de Reconquista, Santa Fe. El magistrado le pidió al síndico del concurso que requiriera a la empresa la presentación del balance que no aparece.
Los directivos de la malograda cerealera intentaron una defensa: el balance está en manos del auditor externo, pero aún no lo firmó. Ese auditor externo es KPMG, uno de los gigantes globales de auditoría contable. Hasta el momento, KPMG no ha explicado por qué no lo firmó y aprobó.
Una conjetura sobre este comportamiento gira en torno de la brutal caída del patrimonio neto de la empresa (activos menos pasivos), que pasó de 500 millones de dólares a fines de 2018, según quedó reflejado en el balance de ese año, a apenas 33 millones de la misma moneda de acuerdo con la presentación en el concurso de acreedores en el juzgado de Lorenzini. ¿Se perdieron activos? ¿Se incrementaron los pasivos? Nadie lo sabe. El juez había aceptado las excusas de Vicentin para no presentar el balance, pero jamás se le ocurrió preguntarse por qué había semjante diferencia en el patrimonio neto.
La publicación de la nota en Tiempo coincidió, además, con el reclamo de los acreedores externos de Vicentin, entre ellos bancos globales de primera línea, para los cuales la inexistencia del balance es una anomalía imposible de concebir en una causa comercial por default de la empresa.
Lorenzini también derivó a la Cámara de Apelaciones los planteos en contra de su decisión de sostener a la conducción empresaria al frente de Vicentin. Esta semana habrá más novedades.