Los datos son contundentes. En tres años, la Ciudad de Buenos Aires tiene casi 100 mil personas más en condición de indigencia que no llegan a cubrir sus necesidades alimentarias básicas y, en consecuencia, experimentan todo tipo de privaciones en materia de salud, hábitat y educación. Ante esta catástrofe nos preguntamos qué pasó en el distrito que ostentaba los indicadores de pobreza más bajos del país y en el que surgió la fuerza política que hoy nos gobierna.
Dado que el crecimiento vegetativo de la Ciudad es casi nulo en ese período, debemos asumir que este aumento de la indigencia y la pobreza se explica por efecto de las políticas recesivas del gobierno nacional y la falta de medidas pro cíclicas (anticrisis) por parte de la administración porteña. ¿Cómo se justifica que el gobierno de Rodríguez Larreta, ante las sucesivas devaluaciones, inflación descontrolada y destrucción de fuentes de trabajo no haya previsto el aumento de vacantes en la escuela pública, de camas en los hospitales y una mayor cobertura de los programas de contención social? A nuestro criterio, la respuesta está en el historial del PRO como gobierno.
Desde el primer gobierno de Macri (2007) hasta la actualidad (once años) la oferta de calidad que distinguió históricamente a las políticas sociales de la Ciudad de Buenos Aires viene en retroceso. Prestaciones de salud, educación y servicios públicos segmentadas según el poder adquisitivo y localización de sus usuarios, falta de inversión en equipamiento social (escuelas y hospitales) y progresivo vaciamiento de las instituciones de la protección social.
Son todas políticas inauguradas y perfeccionadas por el gobierno del PRO sin sanción social, ni mayor costo electoral. Es posible suponer que parte de este aparente éxito se debe al contexto económico favorable que brindó el gobierno nacional hasta 2015 y que le dio margen al PRO para reorientar la demanda social hacia el mercado sin mayores problemas.
Hoy, el gobierno de Rodriguez Larreta lleva adelante una agenda que desconoce el aumento de la demanda social a causa del empobrecimiento de su población. Al tiempo que la gente revisa contenedores de basura y duerme en la calle, se ven obras faraónicas y ventas compulsivas del patrimonio porteño (Mercado de Hacienda, CENARD, Tiro Federal, entre otras). La Ciudad en su conjunto experimenta una agenda centrada en su transformación física, más parecida a un megaplan de negocios que a un proceso de planificación socio-urbano orientado a superar problemas históricos como las desigualdades norte sur y la falta de escuelas iniciales.
Aunque no lo reconozcan públicamente, es posible suponer que hoy el problema de Rodríguez Larreta para llevar adelante su plan de modernización de la Ciudad de Buenos Aires, es el propio gobierno de Mauricio Macri y sus desaciertos económicos que actúan como una fábrica de pobreza y exclusión que la administración de la Ciudad parece ignorar. «
Investigadora y doctora en Ciencias Sociales. Dirige el CEC (Facultad de Ciencias Sociales. UBA)