Chrysaor, del fondo global EIG, absorbió a Premier Oil, la firma que controla Sea Lion, el principal yacimiento hidrocarburífero del archipiélago.
La toma de Premier Oil por parte de Chrysaor fue el corolario de una frustrada renegociación de la deuda de Premier, que ascendía a más de U$S 2700 millones. Esta firma pedía a sus acreedores una inyección de capital de U$S 530 millones para adquirir nuevos activos, en una suerte de patear la pelota para adelante. Chrysaor y los demás acreedores rechazaron el convite y la falta de acuerdo derivó en algo que había sido desmentido hasta ayer mismo: que Chrysaor se cobrara su acreencia y se hiciera cargo del resto de los pasivos que Premier Oil ya no podía honrar, absorbiéndola.
El interés de Chrysaor en Premier Oil gira en torno de sus licencias para explotar petróleo y gas, especialmente en el Mar del Norte, pero también en otras regiones como Malvinas y el Golfo de México.
Chrysaor se transformó en los últimos tres años en la principal petrolera del Mar del Norte, luego de la compra de todos los pozos de Shell, en 2017, y de Conoco-Phillips el año pasado. En ese raid de compras gastó 5700 millones de dólares.
Pero el dinero no es un problema para Chrysaor, cuyo dueño es una firma menos conocida: EIG Global Energy Partners, un fondo de inversión especializado en energía que desde 1982 lleva invertidos más de 34 mil millones de dólares alrededor del mundo. Chrysaor está aupada sobre las espaldas financieras de EIG, que son las que le han permitido crecer de esta manera tan espectacular, que es la que provoca las delicias de los analistas.
Agujero sin fin
Sea Lion es el principal reservorio de petróleo hasta ahora descubierto en Malvinas. Ubicado al norte de las islas, fue descubierto en 2010 por Rockhopper, una empresa fundada seis años antes para participar de las licitaciones ilegales de licencias para exploración de petróleo en el lecho marino argentino por parte del gobierno kelper con soporte británico.
Tras dos años de infructuosos trabajos en Sea Lion, una endeudada Rockhopper vendió la mayoría de la concesión a Premier Oil, que convencida de las bondades del yacimiento por los optimistas informes de Rockhopper, creyó que había hecho un gran negocio.
Premier estuvo ocho largos años intentando extraer petróleo de Malvinas, pero la geología amarreta, el bajón de precios del petróleo de 2013-2014 y la falta de financiamiento le hicieron perder el interés en la zona, a pesar de los promisorios comunicados con los que de vez en cuando le recordaba a sus inversores (Premier Oil cotiza en la bolsa de Londres) que seguía buscando hidrocarburos en el Atlántico Sur. En el ínterin, la firma dirigió sus miradas hacia el Mar del Norte, donde se encuentran los principales yacimientos británicos y noruegos, y al Golfo de México, súper explotado por las petroleras de Estados Unidos.
Premier Oil se endeudó más y más para comprar nuevas concesiones en estas zonas. La lógica que mueve estas operaciones es generar un espejismo contable en base a un patrimonio elevado que permite repartir dividendos que se sostienen sólo en base al endeudamiento. Así, una firma que apenas valía 300 millones de dólares asumió una deuda casi 10 veces superior. En ese estado fue que Chrysaor la absorbió.
Planes ambiciosos
Detrás de Chrysaor se encuentran Randall Wade y Blair Thomas, este último asesor en materia de energía durante la presidencia de George Bush hijo. Caras visibles y principales socios de EIG Global Energy Partners, aspiran a transformar a Chrysaor en un jugador global.
El director ejecutivo de Chrysaor, Phil Kirk, quien ayudó a impulsar la expansión de la compañía, se convertirá en presidente de la nueva firma que surgirá de la absorción de Premier Oil. Según el diario financiero británico Financial Times, el objetivo de Kirk será utilizar los activos de Premier Oil en Asia y América Latina como base para un mayor crecimiento, ahora de carácter global, que permita más adquisiciones en el futuro. “Nos entusiasman los activos de Premier en estas regiones”, dijo Cook al FT.
Detrás de este énfasis se encuentra la misma lógica que antes llevó a Premier a la quiebra: pagar “dividendos significativos” a los inversionistas, en palabras de Kirk.
Esta política podría derivar en un nuevo empuje en las tareas de exploración petrolera en Malvinas, algo que se condice con el espíritu avasallador de EIG y Chryasor. Según Premier Oil, en Sea Lion hay 1700 millones de barriles, una zanahoria lo suficientemente grande como atraer el dinero de EIG.
Alerta
El gobierno argentino deberá estar alerta ante estos movimientos ya que la legislación nacional penaliza a las empresas que buscan hidrocarburos en Malvinas sobre la base de las licencias y concesiones que otorga el gobierno kelper. Para la ley Argentina, esa práctica es ilegal.
Las dificultades financieras de Premier Oil la habían llevado a acercarse a la israelí Navitas, con la que quiso firmar un acuerdo de financiamiento. Pero el derrumbe del precio del petróleo en marzo pasado y su posterior estabilización en torno de los 40 dólares el barril convirtió esos planes en papel mojado. En julio Premier Oil anunció que cancelaba un plan de inversión de U$S 200 millones para desarrollar Sea Lion.
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Este contexto está golpeando a muchas petroleras medianas y chicas. Una de ellas es Tullow, una mediana con activos en Africa y en la costa argentina, licencias que ganó en una licitación que realizó la administración de Camnbiemos en 2019. Ahora Tullow está buscando un socio capitalista y Chrysaor podría ser el aportante. De suceder, esta firma estaría operando a ambos lados de la zona de exclusión unilateral británica que rodea Malvinas, algo a todas luces ilegal.
La presencia de Tullow en el Mar Argentino ya es, de hecho, ilegal. En 2006 adquirió la australiana Hardman Resources, que entre sus activos tenía siete áreas en Malvinas (al sur y al este del archipiélago) compartidas con Falkland Oil & Gas Limited (FOGL). Tullow exploró en esas áreas y tras un año sin resultados, se las dejó a FOGL. En 2016, FOGL fue adquirida por Rockhopper, que a su vez le cedió Sea Lion a Premier Oil.
Chrysaor es el nombre -en inglés- de un guerrero de espada dorada, hijo de Medusa producto de una violación sufrida a manos de Poseidón. La mitología griega era profunda en sus historias. Ahora sus arrebatos se acercan a las costas argentinas de la mano de una ambiciosa petrolera y un fondo de inversión global.
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