La suba del 10% en el precio de los combustibles del pasado 1º de mayo elevó la temperatura del debate empresario del sector petrolero, al tiempo que reforzó los recelos con la gestión del ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren.
El sector petrolero se encuentra en estado de efervescencia. Las empresas que sólo producen crudo pujan por vender al mercado local porque por los acuerdos con el gobierno nacional, reciben un 50% más que si lo exportaran.
YPF, Petrobras y Bridas pueden venderles a sus propias refinerías, pero como producen más crudo de lo que refinan les queda un saldo. Chevron, Medanito, Tecpetrol o Pluspetrol sólo producen crudo, por lo que su acceso a las refinerías locales es más difícil.
Por su parte, las refinerías se benefician con la posibilidad de importar crudo un 50% más barato que si lo compraran a los productores locales. Ya en febrero adquirieron nada menos que un millón de barriles a Nigeria. Se espera que a mitad de este mes llegue un nuevo cargamento. Al mismo tiempo, con la suba acelerada del precio local de los combustibles, incrementan sus márgenes de ganancia que ya eran elevados para la media histórica.
En ese sentido, la decisión de la cartera energética de subir los precios tiene un ganador preciso: Shell. La firma de origen anglo-holandés es la única empresa grande que sólo refina. El 10% de incremento ingresa plenamente en sus arcas, mientras que el valor de su principal insumo, el petróleo crudo, se mantiene estable.
De acuerdo con datos publicados por la consultora Montamat y Asociados, que dirige el director de YPF Daniel Montamat, el margen bruto de ganancia de las refinerías argentinas era a fines de abril de 14 dólares por barril procesado. Esta ganancia se había reducido a poco más de 10 dólares después de la devaluación del 17 de diciembre, pero como el valor del dólar se ha mantenido prácticamente estable desde entonces, el 31% de incremento de los combustibles en lo que va del año pegó como si se tratara de una suba en dólares. De allí surge la recuperación en los márgenes de ganancia por barril procesado.
La contracara de esta situación es el cuadro que se vive en el sector de la producción de crudo. El viernes pasado, una movilización organizada por el sindicato provincial de los petroleros convocó a más de 50 mil personas en Comodoro Rivadavia. Si bien el reclamo era por los puestos de trabajo, el líder del Sindicato de Petroleros Privados de Chubut, Jorge Ávila, le hizo un guiño a las empresas productoras al advertir que lucharán contra la importacion de petróleo. En rigor, el enojo de los petroleros fue canalizado más hacia el gobierno nacional que a las empresas productoras que no quieren incrementar la producción.
La capacidad de refinación nacional es de cerca de 700 mil barriles diarios de crudo, de la que la mitad está en las plantas de YPF. Shell posee una refinería, la de Dock Sud, en el Gran Buenos Aires, que refina unos 100 mil barriles diarios, casi un 15% del total.
El sector se ha visto sacudido en los últimos meses con dos cambios importantes. De un lado, la declaración del concurso de acreedores de Oil, de Cristóbal López, tras una investigación de la AFIP por fraude fiscal; del otro, la venta de los activos de Petrobras Argentina, incluida una refinería en Bahía Blanca, a la empresa Pampa Energía, que dirige Marcelo Mindlin y que es fuerte en la generación eléctrica.
Denuncia penal contra Aranguren
La compra de gas a Chile, conocida la semana pasada, ya provocó una denuncia penal de los diputados nacionales del Frente para la Victoria Martin Doñate y Rodolfo Tailhade, quienes aseguraron que el ministro de Energía, Juan José Aranguren se ha «beneficiado directamente con el aumento de gas, al cumplir un doble rol como funcionario público y accionista de Shell SA».
Sucede que una parte del gas trasandino llegará a Mendoza desde la zona de Santiago, la capital de Chile, por el gasoducto conocido como Gas Andes. En el extremo argentino se encuentra la red de TGN; en el extremo chileno se halla la planta de Quintero, una terminal que recibe gas natural licuado y lo reconvierte en gaseoso. El único proveedor de Quintero es British Gas, que fue adquirida por Shell a fines del año pasado.
Según el portal La Politica Online, el precio promedio del gas que llegará por el gasoducto Gas Andes será de U$S 7,2 el millón de BTU (una unidad de medida del sector), mientras que el gas que se importa desde Bolivia tiene un precio de U$S 3,10 y el que llega por barco a Bahía Blanca y Escobar tiene un precio promedio de U$S 4,50 el millón de BTU.