Se trata de los aumentos de precios en una docena de servicios, tanto públicos como no regulados, que serán aplicados entre este mes y marzo.
A la suba de combustibles puesta en vigencia el jueves pasado, se le suman otras que están rigiendo desde el 1º de enero, como en los impuestos y tasas municipales de las que muchos contribuyentes aún no se notificaron porque todavía no les llegaron las boletas; y otras más que ya están acordadas y de las que sólo restan cumplir ciertos requisitos legales para ponerlas en práctica. Medicina prepaga, peajes, telefonía celular, comisiones bancarias, gas y electricidad, entre otros, son los rubros en los que se verificarán los incrementos.
El impacto en el bolsillo de cada trabajador será variable y dependerá de la cantidad de los servicios que utilice y la frecuencia con que lo haga. Según calculó este diario sobre la base de los nuevos valores ya anunciados, la acumulación de los aumentos significa que los gastos para un consumidor promedio subirán en cerca de 1100 pesos por mes, cifra que trepa hasta 4700 pesos en casos extremos y de consumos elevados. Los números fueron elaborados en base al impacto directo de cada uno de esos reajustes, sin contar los aumentos denominados «de segunda vuelta», es decir el traslado al precio final de cada producto de las subas en los precios de los insumos que se utilizaron para producirlo: el caso típico es el de los mayores costos en el transporte de la mercadería a causa del aumento de la nafta.
Los números son relevantes si se tiene en cuenta que la última Encuesta Permanente de Hogares del Indec estableció que la mitad de los individuos que tiene ingresos percibe menos de $ 8000 por mes y que la mayoría de los salarios básicos de convenio ronda los $ 13 mil. Además, se dan en un contexto temporal desfavorable para quienes se encuentran bajo relación de dependencia, ya que la mayoría de las paritarias empiezan a negociarse a partir de marzo. Esto implica que durante todo el primer trimestre del año deberán afrontar precios más caros con el mismo salario del año pasado. Y esto al margen de las subas conocidas como estacionales, es decir, propias de la época, como la de los servicios turísticos y la de las cuotas de los colegios privados.
Todo ese panorama, inevitablemente, meterá presión en los precios en el marco de una inflación que muestra resistencia a la baja y que el gobierno pretende encorsetar en el 17% anual, cuyo cumplimiento parece difícil de lograr.
Para la consultora Management & Fit, las subas de precios del primer trimestre de este año complican la pelea antiinflacionaria. Señaló en su último informe que si bien «está fuera de discusión» que «la inflación va a caer», observó que «la recuperación económica y los aumentos programados para el primer trimestre del año (nafta, telefonía, peajes, servicios públicos, salud, educación), se sumarán a la propia inercia inflacionaria (propagada por paritarias que exceden al control directo del BCRA), complicando las perspectivas en el corto plazo. Así todo, si el gobierno juega bien sus cartas (negociaciones salariales y esquema tarifario), el resultado del partido contra la inflación podría ser favorable, lo cual ciertamente será importante de cara a las elecciones.»
Esta realidad de subas en los precios afectará también las discusiones salariales. La administración de Cambiemos ha dejado trascender que en el caso de la paritaria estatal nacional seguirá el ejemplo bonaerense, donde la gobernadora María Eugenia Vidal logró que la conducción de UPCN, que agrupa a la mitad de los estatales provinciales, acepte una suba del 18% para todo 2017.
Desde la cartera laboral nacional, también se impulsa la idea de que no habrá homologación de los acuerdos que planteen subas por encima del 20%. Y para que no queden dudas, mencionan el cajoneo del acuerdo de la Asociación Bancaria con los bancos, por el cual, por medio de anticipos y cuotas, ya le puso un piso a la paritaria 2017 del 22 por ciento.
Al respecto, un informe de la Universidad de Avellaneda indicó que «los aumentos de tarifas de distintos bienes y servicios anunciados para el mes de enero, junto a los proyectados para los siguientes meses, comienzan a imprimir cierta incertidumbre sobre la trayectoria del avance promedio de los precios para este año. Ocurre que, previamente a las negociaciones paritarias, los aumentos programados de bienes y servicios muy difundidos lleva a pensar que los sindicatos no van a percibir como verosímil el cumplimiento de los objetivos inflacionarios.»
En ese sentido, esta semana, el economista Miguel Bein advirtió que el gobierno nacional «podría equivocarse de diagnóstico» en materia salarial y provocar un nuevo ajuste en la capacidad de compra de los asalariados, lo que conllevaría un crecimiento económico raquítico para este año. «El salario debería crecer tres o cuatro puntos por arriba de la inflación de 2017», estimó Bein.
¿Cuáles son las subas de precios que impactarán en el bolsillo?
– Medicina prepaga: tres días antes de fin de año, el Ministerio de Salud autorizó un aumento del 6% a partir del 1º de febrero próximo. Durante 2016, las cuatro subas de la cuota mensual acumularon un alza del 43,5 por ciento. En los planes medios y altos de las prepagas más importantes, la cuota para una familia tipo (matrimonio adulto con dos hijos) ronda los $ 11.500. El caso más habitual es el de ejecutivos y personal jerárquico que derivan a esas instituciones el aporte de obra social que marca la ley (7,5% entre trabajador y empleador). En el supuesto de una remuneración mensual bruta de $ 50 mil, descontado ese aporte, el costo total de la prepaga pasaría de $ 7730 a $ 8194, con una variación neta de $ 464. En cambio, en una prepaga con planes de $ 5400 para el grupo familiar en la que el jefe de familia gana $ 20 mil, la cuota neta pasa de $ 3883 a $ 4206, con una variación de $ 324.
-Nafta: el aumento de 8% elevó el precio de la nafta súper de YPF en Capital (la del precio más barato del mercado) de $ 17,08 a $ 18,44. Un vehículo mediano con un uso normal en la ciudad requiere dos tanques llenos de 50 litros por mes, lo que implicaría gastar $ 136 más que antes del aumento. En el otro extremo del uso, por ejemplo para hacer cinco viajes por semana desde Pilar al centro y regreso con nafta Premium (220 litros por mes), el gasto mensual en combustible subiría de $ 4246 a $ 4586, con una diferencia neta de $ 340.
-Peajes: la propuesta oficial para actualizar los peajes en los accesos a la Capital implica la creación de nuevas bandas tarifarias que son más caras en los horarios pico. De aprobarse (algo que se descuenta más allá de lo que surja del debate), para ir a trabajar desde el Conurbano hasta Capital, ingresando por Autopista del Oeste y 25 de Mayo, se necesitarán $ 110 de ida y otro tanto de vuelta, el doble que en la actualidad, lo que implicaría un adicional de $ 2320 por mes.
– Expensas: el aumento que los porteros y encargados de edificios recibieron con el sueldo de diciembre se trasladará a las expensas que este mes deben pagar los propietarios de departamentos. El impacto es difícil de medir porque depende de la incidencia del sueldo del encargado en cada edificio y las características del mismo: se da la paradoja de que en los más modernos, con expensas más caras, pesan más en los gastos comunes los ammenities y servicios adicionales que el sueldo del personal. Como referencia, la Cámara Argentina de la Propiedad Horizontal estimó que el aumento en las expensas desde este mes sería de 6%, lo que multiplicado por el promedio que calcula la Dirección General de Estadística y Censos porteña para una familia tipo ($ 1221 de expensas por mes) significaría $ 73 de incremento.
-Tasas municipales: la aprobación del Presupuesto de cada ejercicio es el momento que cada municipio aprovecha para introducir correcciones en la tasa de Servicios Generales (el viejo ABL). En la Ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano la suba promedio fue del 35%, aunque algunos distritos dispusieron fragmentarlos en dos partes para reducir las quejas de los vecinos. El monto a abonar depende del valor fiscal de la propiedad y de la zonificación que se establezca, aunque los mínimos se alinean en torno a los $ 250 mensuales. En ese caso la diferencia sería de $ 87, mientras que en el caso de las casas de mayor superficie o en zonas de alto valor, con un promedio de cuota cercano a los $ 1000, el impacto del aumento sería de $ 350 por mes. En el Gran Buenos Aires, además, los vecinos también tienen que afrontar el impuesto inmobiliario que viene con un aumento promedio del 35%, aunque con liquidación bimestral y con montos levemente menores a los que cobran los municipios.
-Patente automotor: la alícuota del impuesto no cambia, pero sí lo hace el valor imponible en alrededor del 20%, en base a una tabla que recoge el valor de mercado de cada auto, en el que el aumento del valor nominal por la inflación supera a la disminución por la depreciación. En el caso de un auto con diez años de antigüedad, que ronda los $ 100 mil de tasación, la diferencia en la boleta bimestral es de $ 106 ($ 20 mil de aumento en la tabla de valores por 3,2% de alícuota repartida a lo largo de todo el año), mientras que en un vehículo de alta gama cotizado en $ 300 mil la liquidación bimestral podría ser $ 318 más cara.
-Telefonía celular: las tres principales prestadoras pusieron en marcha una nueva ronda de aumentos que gira en torno al 12%. Los reajuste variarían entre $31 y $65, según se trate de un plan básico o uno más completo, con acceso ilimitado a Internet y tecnología 4G.
-Transporte público: las cámaras que agrupan a las empresas de colectivos señalaron que están en conversaciones con el gobierno para llevar el boleto mínimo de $ 6 a $ 10, lo que implicaría trasladar una parte de los subsidios que aporta el Estado a los pasajeros. Un trabajador que realiza un viaje de ida y otro de vuelta por día hábil pasaría de abonar $ 264 a $ 440 por mes; la diferencia es de $ 176. Si necesita tomar un segundo colectivo, la diferencia treparía a $ 352.
-Bancos: las entidades financieras ya anticiparon a sus clientes que a partir de marzo subirán sus comisiones un 20 por ciento. El mantenimiento de un paquete básico (una caja de ahorro y una tarjeta de crédito), que está en torno a los $180, subiría $36. Mientras que en las cuentas premium, que incluyen cajas de ahorro en dólares, cuenta corriente y tarjetas con elevado tope de financiación y que tienen un costo cercano a los $600, el mantenimiento subiría $120.
-TV por cable e Internet: Cablevisión, el principal operador en el área metropolitana, aplicó a sus clientes un aumento fijo a partir de enero de $ 74 para el servicio de televisión por cable. En Internet, en tanto, subió su tarifa un 18%, lo que lleva los valores a entre $ 70 y $ 112 por mes, dependiendo de la velocidad de navegación contratada.
-Gas: el gobierno ya anticipó su decisión de incrementar los valores de manera semestral y reajustarlos adicionalmente de acuerdo a la variación del dólar. Se estima que la próxima actualización, que el Ministerio de Energía pretende realizar en abril, implicará un aumento del 16% en el valor del gas. Como la tarifa es diferente de acuerdo al consumo de cada cliente, los usuarios más austeros (500 metros cúbicos por año) pagarán $ 20 extra por mes en los consumos de verano. Pero en invierno, los hogares de mayor consumo deberían pagar unos $ 350 más por mes que con la tarifa actual.
-Energía eléctrica: si bien no se tomó ninguna resolución desde la audiencia pública realizada en noviembre, los funcionarios del Ministerio de Energía y Minería aseguraron que subiría un 30% el margen para las distribuidoras Edenor y Edesur, que se quedan con el VAD (valor agregado de distribución), que representa un 50% de la boleta. El doble incremento significaría para los escalones más bajos, con consumos de alrededor de 300 kw/hora, unos $ 119 por bimestre, ya que el monto de la boleta subiría de $ 259 a $ 378. Para los consumos más altos, de unos 1500 kw/hora por bimestre, el monto saltaría de $ 1431 a $ 2238, con una variación de $ 807 cada dos meses. Ese nivel de utilización, que parece exagerado, es habitual en hogares donde la electricidad reemplaza al gas. Esa característica une a los dos extremos sociales: las casas más modernas, donde se trata de usar energía más limpia, y las más precarias, que no cuentan con instalación de gas natural. «
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