Los datos que dio a conocer este jueves el Indec le dieron más alimento a la sorda polémica que desde hace algún tiempo vienen entablando el gobierno y las entidades industriales. Según el ente estadístico, la actividad del sector fue en octubre un 4,4% mayor que la del mismo mes del año anterior, y en el acumulado del año fue 1,8% mayor que en los primeros diez meses de 2016.
Se trata del sexto mes consecutivo en el que la comparación interanual da resultados positivos. Para el gobierno, eso es un claro síntoma de crecimiento económico. Claro que la base de comparación es muy baja, ya que en el segundo semestre del año pasado fue cuando se notó con fuerza el parate como consecuencia de la devaluación, la apertura comercial, los tarifazos y la caída de la demanda que se produjeron apenas llegado el macrismo al poder.
Desde el otro lado del mostrador, la Unión Industrial Argentina sigue planteando sus reparos. Esta semana, en la conferencia anual de la entidad, su economista jefe, Diego Coatz, planteó que la industria se recupera, pero de forma heterogénea. Hay sectores, como el de la construcción, que volvieron a niveles de 2015. También volvió con un viejo caballito de batalla del sector: la falta de financiamiento, agravado por las supertasas que impulsa el Banco Central en su cruzada antiinflacionaria. El acceso al crédito es mínimo y se restringe aún más para las pymes.
El informe del Indec parece darle parcialmente la razón a los que hablan de la disparidad entre el crecimiento de uno y otro sector. Así, en el desagregado se observan algunos rubros que suben con fuerza, como la industria automotriz (25,6% de crecimiento interanual) e industrias metálicas básicas (13,3%), mientras que otros, como el de refinación del petróleo y productos químicos básicos, se desploman 13,1% y 7,8% respectivamente.
Algunos estudios sectoriales ratifican esa visión sobre la heterogeneidad en la recuperación. En la fundación Pro Tejer, por caso, calculan que al cabo de 2017 la merma de la actividad será del 5%. El rubro textil es uno de los más perjudicados por la entrada de confecciones chinas a muy bajo costo.
Desde el sector privado, la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) toma la foto actual y la compara con diciembre de 2015. La comparación arroja una caída de la actividad de 3,2% entre ambos extremos y una destrucción de 62.500 puestos de trabajo. Esta dinámica se da en el marco de una recuperación heterogénea de la producción industrial (que todavía no alcanza los niveles de 2015) y de un fuerte avance de las importaciones en el mercado doméstico, reza el informe del Observatorio de Empleo, Producción y Comercio Exterior de esa Universidad.
Por su parte, Paula Español, directora de Radar Consultora, advierte que las proyecciones apuntan a que el crecimiento de la industria será débil. Entre las razones, considera que la apertura comercial limita la recuperación de sectores cuya demanda se filtra a productos importados, como el caso de los fitosanitarios y las compras a China y que existen dudas sobre si en el marco de la búsqueda de cumplimiento de las metas fiscales, la obra pública seguirá siendo un factor que impulse a varios sectores industriales como siderurgia, cemento y materiales para la construcción.