Mariano Kestelboim es economista e investigador. Fue designado por Alberto Fernández como embajador ante el Mercosur y la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi). Con un pasado vinculado al estudio de la actividad industrial, Kestelboim se muestra optimista sobre la recuperación económica argentina. Sobre el Mercosur, considera que las tensiones que jalonan la relación de sus socios se han morigerado en función de una visión más constructiva.

–¿Cómo ve a la situación económica de Argentina?

–Argentina está terminando de transitar una de las peores crisis de la historia nacional. Ya empezaron a observarse algunos indicios de recuperación. Creo que la recuperación va a ser muy acelerada y esto tiene que ver con un cambio en el modelo económico. Antes, se incentivaba a la especulación financiera, se empeoraban las condiciones para la actividad productiva, sobre todo, la industrial. Ahora, se puede crecer con un paquete de estímulo a la producción. Tenemos experiencia en qué pasa cuando se dan estas señales. Además, habrá tasas de crecimiento muy elevadas porque serán comparadas con los números de este año. Espero una recuperación muy fuerte.

–Siempre están los fantasmas del dólar y la inflación. ¿Cómo piensa que van a jugar esos factores?

–Los precios de las tarifas, de los bienes de canasta básica, etc., serán centrales para la inflación. En el proceso inflacionario, hay diferentes tensiones. Con la situación recesiva actual, es muy difícil aumentar precios, sobre todo cuando hay un Estado que controla. Con respecto al dólar, habrá una administración férrea en materia cambiaria para que las divisas se orienten hacia necesidades productivas y no a las financieras. El dólar aumentará un poco por encima de la inflación. Veo un proceso muy similar al de los primeros años de la posconvertibilidad. De 2003 a 2005, el tipo de cambio aumentaba un poquito más que la inflación y el crecimiento fue extraordinario. Veo una dinámica bastante parecida.

–¿Cómo está hoy el Mercosur?

–Hay un contexto de terrible crisis en Brasil y en Paraguay. El Mercosur está enfocando los esfuerzos en materia de recursos para el control de la pandemia. Asignamos US$ 17 millones a un proyecto de elaboración de kits para el control de la pandemia. Esto muestra que es un bloque de integración económica. Ese proyecto fue incentivado en este contexto con más recursos. Ni bien estalló la crisis sanitaria, todos los Estados miembros se reunieron vía remota y se liberalizó todo el comercio vinculado a insumos médicos y a bienes vinculados al control de la pandemia. Seguro tenemos discrepancias sobre la necesidad de llegar a acuerdos comerciales con otras economías. Argentina tiene una visión más preventiva, dado el contexto de crisis, y abrirse no nos parece lo más prudente. Eso se está negociando. A inicios de año, nuestros socios tenían una visión aperturista y han entendido que no es posible abrirse.

–Uruguay pide libertad para hacer acuerdos bilaterales. ¿Cómo ve esa cuestión?

-Es la pretensión de Uruguay desde el inicio del proceso de integración regional. Individualmente le cuesta mucho. Siempre existió este interés, pero también entiende que el desmantelamiento de las estructuras de Brasil y Argentina tendría un impacto negativo también en Uruguay.

–¿Cómo está el tema del posible acuerdo con la Unión Europea? ¿Puede ser perjudicial para el bloque?

–Lo que hubo fue un fin de negociaciones. Están los paquetes cerrados. Quedan las revisiones técnicas y el posterior debate en cada parlamento. Del lado del Mercosur, hay un fuerte interés para que el acuerdo se rubrique. Sobre todo, del lado de Brasil, Uruguay y Paraguay. Argentina no está tan entusiasmada. Cerrar los acuerdos de forma bilateral posibilitaría que los parlamentos lleguen al acuerdo, pero habría que ver cuál es la decisión de Argentina porque perderíamos el margen de preferencia que tenemos sobre esos mercados. Es un debate importante. En la Unión Europea, no es tan claro que se vaya a aprobar porque cuando aparece la letra chica del acuerdo pueden verse cuestiones que están ocultas. Cuando se cerró, el acuerdo fue ocultado. Ni siquiera se hicieron los estudios de impacto, a pesar de que era el acuerdo más importante. Sí hicieron esos estudios los organismos alternativos y dieron cuenta de que no convenía al Mercosur cerrar con esas condiciones.

–Si al Mercosur no le conviene, ¿por qué no avanzaría en la UE?

-A pesar de que pueden acceder a un mercado mucho más grande, no es seguro que se apruebe en la UE. Por un lado, hay sectores perjudicados, como el agrícola, que mostró desacuerdo. Por otro, lo más importante es que en el detalle se infiere que habrá una degradación en materia de regulación sanitaria para Europa. Detrás de los intereses de los grandes grupos de agronegocios, se producen condiciones que afectarán la calidad de vida de los europeos, principalmente, por el uso de agrotóxicos yfertilizantes que son contaminantes.

-Hasta hace poco, había muchas tensiones que incluso amenazaban con una ruptura del bloque. ¿Eso sigue igual?

-Los últimos 30 años fueron los de mayores modificaciones en la historia del capitalismo. Uno de los rasgos centrales fue la comunicación; el ascenso de Asia como gran productor manufacturero. Hubo también una notable primarización de las estructuras productivas en Latinoamérica; particularmente, en Brasil. Esto no fue acompañado por un replanteo de la estructura arancelaria. Entonces, los sectores de poder no ven esa estructura acorde a sus necesidades de crecimiento. En Argentina, hay ahora una visión integracionista, que ve la necesidad de mantener la soberanía económica y las mejoras en la condiciones de vida. Hay otros puntos de vista diferentes y eso genera una situación de debate, pero que no llega a niveles de ruptura. Hay una vocación constructiva.

Aniversario

El 26 de marzo de 2021, el Mercosur cumplirá 30 años de vigencia. «A partir de diciembre, le toca a Argentina la presidencia y vamos a estar con la conmemoración de los 30 años. Será un momento interesante de reflexión y de análisis de los intereses del bloque», dijo Kestelboim.