La CGT emitió ayer un comunicado en el que saludó «la decisión del Presidente y de la Vicepresidenta de reafirmar la unidad del Frente de Todos». Tras valorar la incorporación de Juan Manzur y la confirmación de Claudio Moroni en el gabinete, la central obrera pidió «relanzar la agenda social y la iniciativa política».
Para los jefes cegetistas, fue «el liberalismo» el que con sus presiones y operaciones buscó romper esa unidad. Pero en los días previos a este desenlace, la CGT se había inclinado, claramente, en un comunicado, por el presidente Alberto Fernández. Un día después, el sector compuesto por el Frente Sindical para el Modelo Nacional (FreSiMoNa) de Hugo y Pablo Moyano, la kirchnerista Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), de Sergio Palazzo, y el Semun, de Sergio Sasia, comunicó, con equidistancia, su respaldo y acompañamiento «al gobierno democrático de Alberto Fernández y Cristina Fernández».
Las elecciones de la CGT están previstas para el jueves 11 de noviembre, tres días antes de los comicios definitivos. En el medio, la CGT organiza una actividad pautada con anterioridad para el 18 de octubre por el día de la lealtad peronista.
La fecha en la que se fijó el Congreso para la renovación de autoridades no fue casual. Se apostó a que un triunfo del oficialismo en las PASO y la cercanía de su ratificación, presionaran en favor de la unidad del sindicalismo peronista. En estas nuevas condiciones, sin embargo, existe el riesgo de que la elección de la CGT opere en un sentido inverso. Ella misma podría ser una caja de resonancia de la crisis de la coalición de gobierno o, a partir de ella, amplificar su propia escisión.
Por el lado de la conducción, el secretario adjunto, Andrés Rodríguez, señaló a Tiempo que «la mesa directiva ampliada se manifestó en defensa de la institucionalidad y la democracia. Es una coalición que fue útil para ganar las elecciones pero tiene dificultades para ejercitar el gobierno». A la vez, sobre la posibilidad de que los sucesos posteriores a las PASO afecten la unidad de la central señaló que «depende el camino que adopte. Hay un intento de bajar la espuma y congeniar».
La designación de Juan Manzur a propuesta de CFK y, a la vez, de relación muy estrecha con el propio Andrés Rodríguez y la conducción de la CGT, colabora en sanar heridas y allanar la unidad.
Del otro lado, el canillita Omar Plaini, muy activo en el espacio liderado por Hugo Moyano, ratificó que «en un plenario respaldamos al gobierno de Alberto y de Cristina. Queremos poner racionalidad y tranquilidad porque hay mucho en juego», y agregó: «No creo que la crisis se traslade a la CGT. Necesitamos una CGT autónoma. Una cosa es la CGT y otra cosa es el gobierno y la dirigencia política. Tenemos que resolver nuestra propia discusión y ojalá tengamos una CGT unida».
El agravamiento de la crisis económica y social, acompañado de una pérdida de iniciativa de un gobierno enfrascado en su propia interna, sin embargo, son los peores ingredientes para reunificar a la CGT que, por otro lado, asistió sin reacción a un nuevo año de pérdida del poder adquisitivo del salario. El Consejo del Salario Mínimo, que se reunirá el martes, podría ser el escenario donde se exhiban algunas cartas. «