Cinco días antes de que Alberto Fernández se calce la banda albiceleste, el todavía presidente Mauricio Macri participará en Brasil de la última cumbre del Mercosur bajo su mandato.

En el entorno del futuro mandatario nacional está instalado el temor a que el presidente local, Jair Bolsonaro, aproveche la ocasión para despedir a su par argentino con un anuncio que podría cambiar al bloque regional tal como lo conocemos.

Sospechan que el mandatario podría anunciar el fin del Arancel Externo Común del bloque, lo que en pocas palabras sería el comienzo de la apertura de las fronteras comerciales.

La liberalización es un objetivo brasileño de larga data que se aceleró en el último tramo político. La noticia genera fuerte expectativa de este lado de la frontera porque la reformulación del Mercosur vendrá acompañada de acuerdos de libre comercio, por ejemplo con China. En las condiciones actuales la mayor parte de las exportaciones argentinas, fundamentalmente industriales, tiene como destino Brasil y sin comercio administrado las mercancías nacionales estarían en serios problemas frente a la competencia de otros países del mundo.

En ese cuadro, los primeros agazapados son los empresarios industriales. En el agro también existe alarma pero por ahora apuestan a una estrategia de Brasil para forzar al futuro gobierno argentino a una negociación.

Complejidades

Los cruces verbales recientes entre Bolsonaro y Fernández plantean un escenario complicado.

El extitular de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio de Mendiguren, resumió la percepción del entorno de Fernández con una frase sencilla: «La relación viene muy mal de entrada y tenemos miedo de que saquen el arancel común», lamentó en diálogo con Tiempo.

De Mendiguren no sólo tiene voz autorizada como industrial, también es una pieza importante del armado del Consejo Económico y Social que planteó el presidente electo para negociar políticas de consenso que permitan abordar la crisis en el primer tramo de su gobierno. Como tal, sabe que un cambio drástico de las reglas de juego a nivel regional puede conmover las bases del acuerdo entre empresarios y gremios. 

Brasil por peso propio tiene el comando de los negocios de la región y condiciona desde ese lugar. Por ahora los mensajes de Bolsonaro se limitaron a negocios del sector agropecuario, primero ampliando las importaciones extrazona de trigo, y esta semana con un acuerdo con China para importar peras desde el país asiático.

Ese tema en particular afecta a los productores argentinos del Alto Valle de Río Negro pero los que conocen la actividad a fondo por ahora mantienen la serenidad. 

El economista de la Federación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), David Miazzo, consideró que las recientes determinaciones de Brasil «por ahora son señales» y relativizó la incidencia de la entrada de productos desde afuera del Mercosur: «Habrá que ver si el trigo de Estados Unidos y las peras de China son realmente competitivas comparados con nuestros productos», señaló.

«Puede haber una motivación genuina de Brasil de abrir su economía, lo que implicaría reducir el arancel externo común y hacer acuerdos extra Mercosur o una estrategia para llevar al gobierno argentino a negociar en condiciones favorables para ellos», explicó Miazzo.

Pero esta semana reconoció su preocupación sobre el tema Gustavo Grobocopatel, posiblemente el empresario más importante del sector agrícola, un indicio de que la alarma empieza a asomar también por ese lado. «La relación Argentina-Brasil vinculada a cuestiones ideológicas contamina el proceso de integración y nos está afectando», aseguró el llamado Rey de la Soja en declaraciones a Radio Led. «Si los países no logran integrarse –agregó– será difícil mostrar al mundo que son potencia; una potencia necesita un liderazgo regional».

El tema está abierto y será parte de la agenda los próximos días. Como dato adicional, en una encuesta de la Universidad Austral a la que respondieron 600 empresarios vinculados a esa entidad (ver aparte) el 83% se manifestó en contra de terminar con el Mercosur. Sólo un 9% respondió a favor y el 8% prefirió no opinar.

Convulsiones

A la par de las dudas con el futuro de la región se empezaron a escuchar los primeros indicios del impacto en el comercio entre los países de la zona. A la incertidumbre que se plantea por la tensión con Brasil se sumó el recrudecimiento de la protesta social en Chile y la respuesta popular al golpe de Estado en Bolivia.

Según Miazzo, de FADA, en el caso del comercio con Brasil la situación política «está pegando pero no en forma crítica. El impacto es coyuntural». En cuanto a Chile y Bolivia la cuestión no se tradujo en caída del consumo: «Algunas empresas en particular enviaron señales de alerta pero no son problemas que se originaron en crisis económicas. Por eso la demanda sigue siendo buena».  «

Empresarios reconocen “no estar a la altura”

Los empresarios formaron parte clave del gobierno de Mauricio Macri. El presidente los invitó a sumarse a su proyecto y ellos adhirieron en forma contundente integrando cargos políticos en los distintos estamentos del Estado.

Si el presidente llegó desgastado al final de su mandato, a los empresarios que lo acompañaron les pasó algo similar, incluyendo una sensación pesimista sobre la economía que viene y las posibilidades de recuperación a futuro.

El cuadro redunda en una autopercepción desencantada, según se puede leer en una encuesta reciente de la Universidad Austral.

El 76% de los consultados consideró que el empresariado local no está a la altura del desafío de competitividad y liderazgo social que demanda el país a futuro contra un 19% que respondió lo contrario.

El 80% de los encuestados vaticinó que la situación dentro de 12 meses estará igual (así respondió el 37%) o peor (según otro 43 por ciento).

El 57%, además, respondió que la inflación en 2020 puede llegar a estar entre el 30 y el 50% y mientras que un 12% vaticinó niveles superiores al 70 por ciento.

Aunque los hombres de negocios percibieron muy negativamente sus capacidades para actuar en el contexto que se avecina, según los pronósticos en la encuesta insistieron una vez más con la agenda que atraviesa al sector privado en todas las direcciones.

En esa línea volvieron a la carga con las reformas tributaria (un 59% la reclamó), laboral (33% la creyó necesaria) y previsional (pedido de un 8% de los encuestados).