El gobierno logró pesificar buena parte de la deuda de corto plazo emitida en dólares bajo legislación local. La proporción bajó del 44% en diciembre del año pasado al 27% en julio, según informó este jueves la Secretaría de Finanzas.
El proceso se fue dando a partir de siete licitaciones de títulos en pesos. Para su suscripción, los inversores fueron habilitados a entregar papeles en dólares (Letes, Lelink y el bono Dual). Esto permitió que el stock de deuda total nominada en moneda extranjera se redujera de U$S 50.377 millones a U$S 41.715 millones.
De manera inversa, la deuda en pesos creció 44% en términos nominales, de $ 2,6 billones a $ 3,8 billones. En lo que resta del año el Tesoro debe afrontar compromisos por alrededor de $ 1 billón, de los cuales la mitad se concentra en los meses de noviembre ($ 289 mil millones) y diciembre ($ 246 mil millones).
En la cartera a cargo de Diego Bastourre destacaron no sólo la reducción del stock de la deuda en dólares sino la normalización de la curva de rendimientos de los instrumentos en pesos. Esto es, que las tasas crecen a medida que la inversión es más larga en tiempo, al revés de lo que ocurría en los últimos tiempos en que el riesgo de default había disparado los rendimientos en el corto plazo. Y también celebraron la caída en los intereses que se están pagando: en julio se redujo un 3,56% anual promedio.
¿Por qué un inversor preferiría pesificar sus inversiones? El documento explica que “este ahorro interno que fuera canalizado a través de activos financieros dolarizados de muy corto plazo es demandante de títulos en moneda doméstica, dado que en sus balances los agentes locales cuentan con pasivos principalmente denominados en pesos”. En otras palabras, quienes compran los títulos prefieren que les devuelvan pesos y con ellos poder cubrir otras deudas.
Claro que hay una segunda explicación más sencilla: muchos de los papeles entregados en forma de pago habían sido reperfilados y la devolución de capital postergada hasta fines de 2020, lo que impulsó a sus tenedores a sacárselos de encima.
El objetivo es normalizar toda la deuda remanente en dólares bajo legislación local. Por eso el Ejecutivo lanzó (con la aprobación del Congreso) un canje de los títulos en circulación por otros con vencimiento entre 2030 y 2046. Los lineamientos son similares a los seguidos en la negociación con los acreedores internacionales que tenían bonos regidos por leyes extranjeras. En esa operación, cuya fecha de cierre aún no fue confirmada, el gobierno insistirá con la pesificación: ofrecerá bonos más cortos, con vencimiento en 2026 y 2028, ajustables por CER y con un interés extra de 2% y 2,25% anual respectivamente.