Justo cuando hoy conmemoramos un nuevo Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, vale traer la frase de Agustín Rossi, indicando que “el canciller argentino le notificó en estos días a su par británico que la Argentina da por terminado el ignominioso acuerdo Foradori-Duncan, algo que no tiene nada que ver con nuestras políticas históricas para defender la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas”.
El lesivo acuerdo había sido firmado en 2016 por el anterior gobierno e implicaba una inaceptable cesión a los intereses británicos para la explotación de los recursos naturales argentinos en la región. Además daba marcha atrás con los reclamos de soberanía, un concepto que –no sólo en lo relativo a la cuestión Malvinas— jamás formó parte de la agenda de lo que hoy es la principal fuerza de la oposición. No está de más recordar las palabras de Patricia Bullrich en 2021, afirmando en un programa de televisión que en la negociación con Pfizer por las vacunas del Covid-19 a “las Islas Malvinas se las podríamos haber dado”.
Por otro lado, Rossi también señaló que “en la Argentina en este año conviven cuatro crisis: la de la pandemia, la de la guerra, la de la sequía y la crisis que genera en la economía el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional”.
En este contexto, destacó el crecimiento del país de los dos últimos años y el descenso al 6,3%, de la desocupación del cuarto trimestre. También mencionó la suba en la inversión en obra pública, con la que no sólo se potencia el sector de la construcción y la generación de empleo sino que también se garantiza el acceso a la casa propia (se está por entregar la vivienda 100 mil). Una de las estadísticas a tener en cuenta es la inversión extranjera directa, que estuvo arriba de los U$S 15 mil millones el año pasado, superando, según indicó el jefe de Gabinete, el máximo que existió entre 2015 y 2019, que tuvo un techo de U$S 11 mil millones.
Tomando los datos económicos de la coyuntura, cabe mencionar el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) de enero, que mostró una suba mensual desestacionalizada del 0,3%, interrumpiendo cuatro meses de caída. En su medición interanual llegó al 2,9%, un valor impactado por la sequía, ya que el rubro Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura restó unos 0,7 puntos porcentuales al crecimiento total, el único rubro con caída interanual.
Sin embargo, la pobreza no deja de preocupar. En el segundo semestre de 2022, las personas en situación de pobreza llegaron al 39,2% de la población alcanzada por la encuesta del Indec (29,3 millones), que significa una suba respecto al 37,3% de igual período de 2021. Esta evolución estuvo muy marcada por la aceleración de la inflación que se produjo en julio, tras los intencionados rumores de reperfilamiento de la deuda pública que instalaron referentes de JxC. Son presiones que no cesan: en esta semana, empresas productoras de alimentos habrían estado presionando por aumentos de entre el 20% y el 40%, muy por encima del 3,2% de aumento mensual que aceptaron cuando firmaron el programa de Precios Justos.
A su vez, los últimos indicadores sociales del Indec mostraron que la indigencia se redujo ligeramente, pasando del 8,2% de las personas en el segundo semestre de 2021, al 8,1% en el mismo período de 2022. Cabe señalar que, en gran medida, este amesetamiento se debe a las políticas sociales implementadas por el gobierno, que impidieron un mayor impacto negativo. Son valores que, igualmente, no resultan aceptables.
Los datos anteriores dejan bien en claro que con el crecimiento solo no alcanza (sin crecimiento tampoco se puede) y que es necesario continuar con el actual rumbo, pero profundizando las políticas de mejora en la distribución del ingreso. Hace falta reforzar el uso de las herramientas disponibles, tanto para mejorar los indicadores sociales como para enfrentar el fenómeno inflacionario (en este caso, con fuertes multas y sanciones a quienes aumentan exageradamente los precios, incumpliendo, además, acuerdos previos). No me canso de mencionar que la inflación proviene de la puja distributiva, de la incertidumbre que se construye y de la especulación de ciertos sectores de la sociedad, y los datos que se conocen día a día refuerzan esta tesitura.
Buscando caminos
El presidente de la Nación mantuvo una reunión con su par de Estados Unidos, Joseph Biden. A su regreso a la Argentina expresó: “estos viajes sirven para entender lo que pasa en el mundo y cuánta conexión hay entre los conflictos internacionales y la política local. La verdad es que la influencia de lo global en la suerte de los países es cada día más grande (…). La globalización terminó promoviendo un capitalismo financiero que trabajando sobre la base de los derivados financieros generó la crisis de 2008 y ahora otra que no sabemos hasta dónde va a llegar.
Las conversaciones también giraron en torno a la seguridad alimentaria global. En este punto Alberto Fernández recordó, en la conferencia de prensa posterior, que fundamentalmente producimos para darle de comer a los animales, soja y maíz que se exportan a otros lugares del mundo. Al respecto, señaló: “Estados Unidos tiene mucho para aportar en materia tecnológica”. Una propuesta en línea con la intención de agregar valor y modificar la estructura primaria de nuestro esquema productivo.
Según Alberto Fernández, Biden “destacó, en más de una ocasión, que hay algo que nos une, que es haber recibido de los gobiernos que nos precedieron, una economía destruida. Y la necesidad de afrontar las dificultades que esa economía en mal estado genera, en un mundo que, además, tiene muchísimos problemas económicos”.
Respecto del accionar de los organismos internacionales de crédito, el Presidente también comentó: “me dijo que él está convencido que los organismos internacionales de crédito deben darse una política específica para los países de renta media, que siempre quedamos postergados en la distribución que hacen los organismos internacionales de crédito”. Una posición que, de cumplirse, reforzaría la estrategia del gobierno argentino, de seguir bregando por la reducción de las asimetrías que genera la arquitectura financiera global y que condicionan el desarrollo de países como el nuestro.
También se conoció el viernes a última hora que el FMI aprobó la revisión del cuarto trimestre de 2022 y desembolsó U$S 5.400 millones, de los cuales U$S 2.700 se utilizaron para pagar vencimientos. También aceptó la flexibilización de las metas de Reservas, por un nuevo monto que se comunicará oportunamente.
Los desafíos son muchos y lo que se intenta, en una coyuntura sumamente compleja, es buscar caminos que permitan avanzar hacia un horizonte de crecimiento e inclusión social.
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