El riesgo país se ubicó al cierre de la ronda del jueves en 1.104 puntos, la mitad del nivel en que se encontraba una semana atrás. El brusco descenso se debió a la utilización en ese indicador de los nuevos bonos de la deuda argentina, que surgieron de la negociación con los bonistas privados y que empezaron a cotizar en los mercados internacionales el martes.
Se trata de los títulos en dólares bajo legislación de Nueva York que operan bajo las siglas GD 29, GD 30, GD 35, GD 38, GD 41 y GD 46. Son los que de ahora en más utilizará el JP Morgan, banco que elabora este índice para seguir de cerca los riesgos de inversión en activos de los países emergentes. Como dato ilustrativo, hasta la semana pasada, cuando todavía se negociaban los Global, Par y Discount ahora reemplazados, el índice correspondiente a Argentina se ubicaba en 2.149 puntos.
En Wall Street, los nuevos bonos cotizaban este jueves a valores entre 44 dólares (el que tiene vencimiento en 2041) y 50 dólares (el GD 30) por cada 100 de valor nominal. Teniendo en cuenta la duración de estos títulos, estos precios implican tasas de entre 10,9% y 12,1% anual. Esta cifra está levemente por encima del 10% que los fondos de inversión esgrimieron como rendimiento esperado para sus inversiones, mientras duró la negociación con el gobierno argentino.
El riesgo país mide la solidez de los títulos bajo análisis en comparación con los bonos del Tesoro estadounidense, que son tomados como referencia. A mayor desconfianza hacia el emisor, baja la cotización del papel y sube la tasa de interés implícita. Esta última marca el costo que deberían afrontar el país, y eventualmente las empresas privadas de ese origen, para tomar nuevos créditos.
En Argentina, en particular, este índice mostró fuertes oscilaciones conforme se iban dando los cambios en la situación política y crecía la incertidumbre por un posible default. Durante el último año de gestión del macrismo, el riesgo país se ubicó en el orden de los 800 puntos, pero tras su categórica derrota en las primarias de agosto se disparó hasta 2.500 unidades. En marzo, al declararse la cuarentena y producirse los primeros chisporroteos en la discusión con los acreedores privados, creció hasta los 4.300 puntos. Con el horizonte de la deuda despejado para el futuro inmediato, y a la espera de la renegociación con el FMI, en el mercado se especula con una suba en el valor de los bonos que podría llevar al índice por debajo de las 1.000 unidades.