Economía dice que el viaje de la misión argentina a Washington tuvo saldo positivo. Pero los tiempos no dan para que el nuevo programa sea aprobado antes del receso por las Fiestas.
La falta de precisiones sugiere que la firma del nuevo programa quedaría para 2022, ya que difícilmente en las escasas dos semanas que quedan antes de Navidad se puedan cumplir todos los pasos previos que exige la rutina del FMI. Entre ellos se encuentra el visto bueno del staff técnico, la elevación del informe al directorio, la elaboración de una carta de intención firmada por las autoridades del país solicitante en la que se plasmen los compromisos que se asumen, el envío de una misión técnica y la aprobación final del board. A ello se suma el requisito que se autoimpuso el gobierno: someter los términos del convenio al Congreso, tal como lo establece la Ley de Sustentabilidad de la Deuda. Con todos esos requisitos por delante, a este ritmo ni siquiera está garantizado que antes del receso por las Fiestas se alcance el el acuerdo con el equipo técnico («staff level agreement», en la jerga técnica), que como contó Tiempo el domingo pasado, se convirtió en la meta principal de los negociadores argentinos.
La demora compromete no sólo los planes políticos del gobierno, que busca obtener certezas para recrear las expectativas del mercado. También complica las cuentas oficiales. La asignación extraordinaria de DEG (derechos especiales de giro) que el Fondo realizó en septiembre alcanzará para la segunda cuota de capital por U$S 1890 millones que vence en diciembre. Pero no llegará a cubrir la de enero (U$S 730 millones) que requerirá una salida efectiva de divisas del Banco Central.
Ahora, la tasa
Dentro de la vaguedad propia de una negociación en curso (no hay ni un número concreto en los cuatro párrafos y 32 líneas del comunicado), la declaración que divulgó el Fondo en la tarde del viernes abrevó en los temas que se vienen hablando hace varios meses: inflación, equilibrio fiscal, exportaciones, financiamiento del déficit y acumulación de reservas que garanticen los pagos futuros. Pero se coló un nuevo tema en discusión: la exigencia del Fondo sobre «una política monetaria adecuada con tasas de interés reales positivas». Su objetivo es generar un atractivo que desaliente la demanda de divisas y asegure la liquidación de exportaciones.
El gobierno no comulga del todo con esa idea. Si bien voceros de Economía admiten que «un retorno real positivo a los activos en pesos fortalecerá la estabilidad cambiaria», temen que sea una semilla de la recesión, porque dificultaría la inversión y enfriaría el consumo. Para el Banco Central también sería un problema porque los pases y Leliqs que coloca en los bancos para absorber liquidez le generan intereses. Llevar la tasa de referencia por encima del 50% anual para competir con la inflación significaría subir el déficit cuasifiscal en unos $ 50 mil millones mensuales.
En el entorno de Martín Guzmán, sin embargo, creen que el saldo de esta ronda fue positivo porque lograron que el FMI diera la derecha en varios puntos. Por ejemplo, en la necesidad de que la mejora de las cuentas públicas sea gradual, permitiendo que el Estado tenga cierto margen de maniobra. «La visión del ministro es que un programa con ajuste fiscal frenaría la recuperación», dicen en el Palacio de Hacienda. También lograron que se reconozca la «coordinación de precios y salarios» como arma para combatir la inflación, lo que daría aval para mantener controladas las tarifas y los artículos de la canasta básica.
Otro punto clave es que el staff haya admitido una «recuperación más fuerte de la esperada en la actividad económica y la inversión este año». Esto daría un nivel de actividad más alto que el pautado en el Presupuesto 2022, proyecto elaborado en septiembre. En Economía argumentan que si en verdad ese nivel es mayor al previsto, también lo será la recaudación impositiva, lo que favorecería llevar el déficit primario por debajo del 3,3% del PBI previsto. «
Definen mañana la reducción de sobretasas
El Directorio Ejecutivo del FMI definirá este lunes si se reducen las sobretasas a los países de alta exposición crediticia con la entidad. La demorada resolución sobre este item, cuya eliminación se viene debatiendo desde hace varios meses (con un activo reclamo argentino en esa dirección), cuenta con el guiño de las principales potencias internacionales y del G-20, que se manifestó a favor en su última cumbre, realizada en Roma durante el mes de octubre.
El FMI cobra un interés de 1% anual por sus préstamos. Sin embargo, los países que reciben fondos por encima del límite autorizado, como el que se le otorgó a Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri, tienen un recargo extra de 2% anual, que se eleva otro punto más si demoran más de cuatro años en devolver el capital.
Si se aprueba la iniciativa, Argentina podría ver bajar los intereses a un tercio de los que abona actualmente, con un ahorro superior a los U$S 800 millones anuales. En ese caso, la quita del sobrecargo sería aplicable a partir del próximo acuerdo.
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