En el último tramo hacia los 100 pesos. Así se encuentra el dólar para quienes quieren comprarlo en bancos y entidades oficiales. La cotización de la divisa estadounidense superaba este martes los 76 pesos en la mayoría de los home banking y en los carteles electrónicos de las sucursales, raleadas de gente por las restricciones en la atención al público (la mayoría de las gestiones presenciales requieren un turno previo). Sin embargo, para hacerse de un dólar hay que abonar casi 99 pesos, al borde de los simbólicos tres dígitos.
La explicación de la diferencia entre ambos precios está en el capítulo 6 de la ley 27.541, que grava en un 30% la compra de billetes y divisas en moneda extranjera con fines de atesoramiento, destinadas al pago de tarjetas de crédito o a la compra de pasajes con destino al extranjero. El nombre con que se bautizó la norma (Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Económica) originó la abreviada y errónea mención del dólar solidario, el que surge de sumar el impuesto al valor de compra efectivo.
Para el público común, esa operación es la manera más barata de hacerse de dólares, con un límite de 200 por mes. Allí radica la sensibilidad que tiene este indicador para la fracción de la clase media que todavía mantiene cierto poder de ahorro y busca mantenerse a salvo de la inflación. A comienzos de año (una época que parece tan lejana), la relación estaba en 82 pesos por dólar, lo que implica una suba de 21% en apenas siete meses, levemente por encima de la inflación del período.
En realidad, el solidario es apenas uno de los por lo menos seis tipos de cambio que coexisten en la actualidad. Los otros son el mercado oficial, para las importaciones, exportaciones y pagos de deudas al exterior por parte de las empresas ($ 72); el que cobran los exportadores, neto de retenciones ($ 48 en el caso de la soja); el contado con liquidación, que se obtiene mediante una triangulación de bonos con cotización en el exterior ($ 118) y su primo hermano, el MEP o dólar bolsa ($ 116); y el que se consigue en el mercado informal o paralelo, denominado blue ($ 136). El gobierno sólo interviene directamente en el oficial a través del Banco Central, el principal actor en ese mercado, aunque influye en los otros con modificaciones en las alícuotas de exportaciones, regulaciones en las operaciones con bonos vía Comisión Nacional de Valores y también con inspecciones periódicas en las cuevas del microcentro porteño que operan con el blue.
Así y todo, no hay un valor del dólar (o mejor dicho, del peso) que a ciencia cierta termine de conformar a las autoridades. Es que la fijación de esa relación es también una encrucijada. Un tipo de cambio alto favorece las exportaciones y el ingreso de divisas al país, pero más temprano que tarde termina alentando la inflación doméstica, sobre todo si las correcciones son bruscas. Pisar el dólar, como suele decirse en la jerga económica, puede ser contraproducente para el comercio exterior porque los potenciales compradores se encontrarán con productos locales más caros en comparación con los que pueden ofrecer otros países. En Brasil, por ejemplo, en lo que va de 2020 el dólar subió 29%, ocho puntos más que en la Argentina, mientras que en México y Uruguay lo hizo sólo 15%. En ese sentido, una muestra de las expectativas del mercado la da el Rofex (mercado de futuros), en el que el dólar a fines de diciembre se negocia en torno a los $ 86, casi 20% más que la actual cotización del oficial.
Aunque pensado para desalentar la demanda de divisas que no estuviera vinculada al circuito productivo, también se buscó que el impuesto PAIS (Para una Argentina Inclusiva y Solidaria, como lo denomina la norma que lo creó) significara una fuente de recursos para el Estado. La ley estipula que el 70% de su producido debe usarse para financiar los programas de la Anses y las prestaciones del PAMI a jubilados y pensionados, mientras que el 30% restante se usará para construir viviendas sociales y otras obras de infraestructura económica. Lo cierto es que según el informe de la AFIP, entre enero y junio se recaudaron a través de esta vía $ 47.704 millones, apenas 1,5% de todos los impuestos cobrados en el semestre.