El mercado de cambios amaneció tranquilo y la moneda estadounidense cerró en $22,33. Ya el viernes había retrocedido desde el pico de $23,30 y esta mañana cayó nuevamente hasta tocar los $21,97 aunque, rápidamente, volvió a niveles algo superiores a los del cierre del viernes pasado.
La aparente estabilidad se sostiene en las políticas agresivas que tomó el Banco Central luego de una semana errática en la que la entidad monetaria subió dos veces consecutivas en tres puntos la tasa de interés de referencia y sacrificó U$S 4.850 millones de sus reservas en apenas siete jornadas acumulando casi U$S 8 mil millones en lo que va del año. La intensidad de la intervención sirvió apenas para exhibir su ineficacia toda vez que el mercado financiero optó por desarmar sus posiciones y volcarse masivamente al dólar que llegó a depreciarse hasta casi un 12% para finalmente cerrar con una pérdida de su valor por un 8,3% en diez días.
Las medidas anunciadas el viernes por la entidad monetaria incluyeron una nueva suba de la tasa de referencia que se ubicó por encima del 40% y una amplitud del ancho del corredor de tasas, con niveles de hasta el 57% para la diaria de los pases activos.
Pero además, el Central optó por reducir al 10% el tope de tenencia de dólares de las entidades privadas sobre el total de activos con el propósito de forzar una participación vendedora de los bancos que ya se comenzó a sentir el viernes pero que se espera que llegue hasta los U$S1.500 millones entre hoy y mañana y que explican en gran parte la estabilidad en el mercado de cambios durante la jornada de hoy.
Además, las autoridades del Palacio de Hacienda anunciaron un fuerte ajuste fiscal y una disminución de las metas comprometiendo alrededor de U$S 3 mil millones pautados en el gasto en especial destinados a la obra pública.
Existe un consenso acerca del carácter coyuntural del arsenal de políticas monetarias que se ha desplegado. Por un lado, porque la inyección de dólares de los bancos privados se sentirá en los primeros días de esta semana y, por el otro, porque las altas tasas tienen un fuerte impacto recesivo sobre la economía que ya generó disgusto entre los sectores de la producción. Por último por el elevado costo en materia de intereses que podría conllevar el sostenimiento de esta política cuyo único propósito es recomponer la bicicleta financiera conocida como carry trade para descomprimir la presión sobre la demanda de dólares.
De hecho, una incógnita crucial es si, efectivamente, el BCRA dispondrá el sostenimiento de una tasa de Lebacs acorde a esa tasa de referencia de política monetaria para la nueva emisión del próximo martes 15 de mayo cuando vence el equivalente al 55% de las Lebacs circulantes por un monto cercano a los $700 mil millones.
En el caso de que, con el propósito de evitar una corrida que compromete una cifra superior al 50% de las reservas, decidiera ratificar la tasa del 38,25% que actualmente convalida en el mercado secundario, el costo anualizado solo por intereses superaría los $250 mil millones que, al tipo de cambio actual, implican alrededor de U$S 11.500 millones. Una bomba de tiempo que, a todas luces, da la pauta de que la serenidad en el mercado de cambios es, como mínimo, superficial.