El experimentado militante y director nacional de Empresas Recuperadas detalla su encuentro con Francisco y explica la agenda del sector, que implica acompañamiento estatal.
-¿Qué dejó el encuentro?
-Tenemos una relación desde hace tiempo, pero hacía cuatro años que no nos podíamos juntar. Le comentamos algunas reflexiones sobre la situación mundial, donde vemos una crisis sistémica del capitalismo. También llevamos algunos documentos en los que mostramos un plan de acción para la unidad nacional y dos iniciativas sobre dos problemas muy graves para la Argentina: la fuga de divisas y la inflación. También hablamos sobre el avance de la ciencia, la robotización y la forma de extraer recursos naturales, entre otras cuestiones. Para nosotros el problema es que no hay un avance en la conciencia de la humanidad que permita acompañar el proceso y poder aprovecharlo. Si no sucede, la brecha de la injusticia se va a agrandar más. Hay que trabajar para que nuestro pueblo tome conciencia de la capacidad que tenemos hoy para vivir mejor. Además, entendemos que es necesaria la unidad con las organizaciones sociales, eclesiales, políticas y gremiales. Y se tiene que dar en lo que llamamos el congreso del unido.
-¿Cómo sería?
-Una convocatoria para discutir un contrato social que incluya acabar con la pobreza, luchar por la paz en el mundo y un sistema más justo. Tenemos que ir todos y todas con una actitud despojada de los intereses sectoriales, particulares y hasta reivindicativos para poner el hombro en lo que necesita el pueblo con una organización de conjunto. La conciencia se genera por ahí y es una forma de salir de la anomia. La chispa la tiene que prender él. Y él dijo que sí, está dispuesto a acompañar.
La relación entre Francisco y Murúa se remonta a la crisis de 2001. Mientras recuperaban empresas, los y las trabajadoras buscaban adhesiones al movimiento. “Nos apoyó muy fuerte con la ley de expropiaciones y desde ahí se forjó una gran relación”, cuenta Murúa. La elección presidencial del próximo año también fue parte de la reunión. El Papa escuchó el panorama. “Se presenta un escenario difícil y manifestamos nuestra preocupación, además de decirle que íbamos a hacer lo necesario para que en 2023 no pase lo de 2015”, dice el Vasco y también cuenta que se interesó por la Moneda de Intercambio Argentina (MIA), un proyecto que lanzó el sector y sirve para comprar dentro de la economía popular.
–¿De qué se trata?
-Le dije que en dos años iba a explotar, como pasó con las recuperadas. Va a dar mucho que hablar porque hay una necesidad de comprarnos entre nosotros e incluir a la economía popular. También creo mucho en el consumidor responsable, que se va a sumar al club del MIA por el beneficio de acercar al consumidor y al productor. El compromiso del sector es hacer los mejores productos posibles al precio más bajo posible.
-¿Cuál es la agenda prioritaria para la dirección de empresas recuperadas?
-Recuperar un mayor presupuesto para el sector que coincida con el convencimiento de ponerlo a disposición de los trabajadores. Con los distintos cambios y situaciones económicas, este no fue el mejor año para nosotros en presupuesto. De acá a fin de año tenemos contemplado acompañar a 38 empresas más, pero necesitamos llegar en 2023 a más de 150 porque es nuestro compromiso. Además, queremos que avance la Ley Nacional de Recuperación de Unidades Productivas que reclama el sector. No nos está yendo bien en ninguna provincia y se está cerrando el diálogo. Tenemos sí o sí que discutir la ley. Es ilógico que estemos comprometidos con el trabajo y que no tengamos una ley para sostenerlo o generar más, como marca esta iniciativa.
-¿Por qué hay límites a la política productiva hacia recuperadas y cooperativas?
-Todavía no se entiende bien la importancia y hay presiones de sectores del establishment para que no avance. Cuando hablamos de la ley es otro modelo, que es la propiedad social, pero muchos sectores no quieren dar esa discusión. Cuando hablamos con diputados y diputadas de los bloques no hay planteos en contra de la ley, sin embargo no avanza. Estoy seguro de que hay sectores de poder que presionan e influyen.
–¿Qué evaluación hace sobre el debate acerca de los planes sociales?
-Escuchar a los denunciadores seriales y hablar sobre ellos es perder el tiempo. Trabajo junto a trabajadores y trabajadoras que se merecen mucho más del Estado. Son desposeídos y reciben un plan. Es una canallada plantear estas cosas. Lamentablemente el Estado le pide una pulsera de pobre para recibir el Potenciar Trabajo. Pero es una canallada de una clase política que vive como no vive nuestro pueblo. Estoy convencido de que se hace todo lo posible para que los recursos lleguen a cada compañero o compañera y cooperativa que lo precise. «
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