La caída constante de la industria textil, la eliminación de los feriados puente, y la paralización casi completa del Puerto agravan las consecuencias de las políticas oficiales.
Si bien la ciudad balnearia tuvo históricamente altos niveles de desocupación, por la mano de obra que llega para trabajar la temporada y luego se queda, en junio los marplatenses celebraron haber dejado el primer puesto en el ranking de las localidades con mayor desocupación. Es que el año pasado habían tocado el 12,1% y la última medición registró un 10,4%, detrás de algunos partidos del Gran Buenos Aires y el Gran Catamarca, según el Indec.
La industria textil, clave en la «capital del pulóver» es una de las más golpeadas. Según la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), entre enero y mayo de este año, las ventas al exterior se retrotrajeron un 24,4% interanual en volumen y un 14,3% en valor a nivel nacional. Mar del Plata produce para las principales marcas del país. En cambio, la compra de productos importados tuvo un aumento interanual del 68% en volumen y del 34% en valor. En cada cuadra de la tradicional avenida Juan B. Justo, pasarela de comercios de camperas y pulóveres, se cuentan dos o tres locales cerrados. Algunos quieren dejar en claro qué pasó: «Liquidación por cierre» se lee en los carteles.
Marisa atiende en un local de tejidos y sweaters desde hace 17 años, y cuenta que por primera vez en mucho tiempo este año muchos locales no llegaron a terminar la temporada y cerraron en febrero. «Por inseguridad también cierran, porque la policía no mira para adentro de los negocios, y la gente ya no camina tanto por la avenida porque hay muchos locales cerrados, se les hace muy larga», relata. Asegura que las marcas que tienen fábrica o que venden al por mayor, tienen más respaldo. «Sobrevivimos los que tenemos clientes históricos, muchos que vienen del interior, pero los locales de venta de ropa común son los que más cierran», analiza.
Pero la avenida de los pulóveres no es la única vacía. También lo están el tradicional centro y la zona de Alem. Guillermo Bianchi, secretario general del sindicato de los empleados de Comercio sostiene que «el turismo sigue siendo el eje económico principal del desarrollo». «Se había modificado positivamente en los últimos diez años cuando se vio beneficiado por los fines de semana largos. Cuando el turismo del interior del país se desplaza, Mar del Plata sigue siendo la plaza más elegida, pero entró en crisis desde hace dos veranos y eso impacta en la economía de todo el año, que mueve la polea del consumo hasta Semana Santa, en el comercio, la gastronomía, el juego y el entretenimiento con el cine y el teatro», describe.
Daniel vive cerca de Villa Evita, uno de los barrios más pobres de la ciudad. Es carpintero, tiene 54 años y trabajaba con su hermano en la avenida Luro, zona de fábricas de muebles. «Antes entraban 25 personas por día y ahora tres por semana. Éramos proveedores de empresas constructoras, les hacíamos los placares. Ahora estamos agarrando trabajo de lo que sea, como arreglos de puertas», describe.
Osvaldo es ex trabajador portuario, oficio que heredó de su papá, pero desde hace 20 años que es remisero. «Acá el puerto era una ciudad adentro de otra ciudad», recuerda. Y ahora mira cómo la tradicional fábrica de hielo, último insumo que se carga al barco antes de salir de pesca, está abierta pero funcionando al mínimo.
Rubén Cuevas, delegado local de la Defensoría del Pueblo bonaerense, denuncia que la situación social es alarmante. «Las salas no tienen médicos, entonces no pueden prestar servicios las 24 horas, la Unidad de Pronta Atención está cerrada», sostuvo. En la ciudad en la que mataron a Lucía Pérez en octubre de 2016, femicidio que sacudió al país por su inusitada saña «se declaró emergencia por la violencia de género pero eso se contrapone con la falta de políticas públicas, ya que no se generaron dispositivos acordes y se disminuyeron las partidas presupuestarias. Hay un solo médico de policía para toda la DDI, las víctimas de violencia de género quedan relegadas», sostuvo.
El intendente, Carlos Arroyo, de Cambiemos, ganó con un 47,% de los votos. Pero su imagen cayó al abismo. Ahora el porcentaje alto es de su imagen negativa, que promedia el 70%, según distintas encuestas. Tan es así que la gobernadora María Eugenia Vidal, de su mismo signo político, no quiso subir al jefe comunal al escenario durante el acto de regreso del tren a la ciudad, hace dos semanas. La noticia no fue muy bienvenida por los marplatenses que luego de dos años de estar sin servicio descubrieron que tarda dos horas más que antes en llegar a Buenos Aires. «
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