El éxito de los canjes de deuda pública permitirá al gobierno evitar pagos de divisas por unos 8300 millones de dólares durante 2021. El monto, equivalente a más del 2% del PBI, servirá como punto de partida para planes de reactivación que se incluirán en el Presupuesto 2021, que entrará en pocos días más al Congreso. Algunos de ellos, como la financiación al sector industrial, ya empezaron a ser anunciados oficialmente.
El resultado surge del cruce entre los niveles de aceptación al canje informados por el Ministerio de Economía y el informe previo sobre la deuda que había elaborado la Secretaría de Finanzas. Según el cotejo entre esos documentos que realizó este diario, los papeles que se retiran de circulación como producto de ambas operaciones insumían en 2021 un total de U$S 8497 millones, entre vencimientos de capital e intereses. En cambio, los nuevos instrumentos generarán pagos por solamente U$S 181 millones. El alivio se produce porque se combina la postergación de las amortizaciones, que recién comenzarán a producirse en 2024, con la reducción de los intereses a niveles ínfimos (0,125% anual en el primer año).
Aunque fueron negociaciones por cuerdas separadas, las dos operaciones tuvieron resultados bastante similares. El canje de los títulos bajo legislación extranjera fue aceptado por los tenedores del 93,5% del capital, aunque la activación de las cláusulas de acción colectiva lo hizo extensivo al 99%. Esto barrió con los bonos Global y Centenario emitidos durante el macrismo y los Par y Discount que venían de las reestructuraciones de 2005 y 2010. En el Palacio de Hacienda estiman que las dos series en que no se pudo alcanzar ese nivel (aunque así y todo lograron una adhesión superior al 60%) se vieron afectadas porque estaban en manos de inversores europeos que por una cuestión técnica no pudieron inscribirse ante la SEC estadounidense. «Nadie dijo que no a nuestra propuesta», señalaron.
En tanto, en los papeles en dólares emitidos bajo legislación argentina la adhesión fue del 98,8%. En este tramo (en el que todavía queda un segundo plazo para adherir, el 15 de este mes) no hubo tanto suspenso porque alrededor de la mitad de los Letes, Bonar, Par, Discount y Dual fueron aportados por organismos públicos que con sus sobrantes de liquidez financian al propio Estado.
Luego de reestructurar la deuda con los acreedores privados viene otra discusión, con el Fondo Monetario Internacional. El cronograma vigente contempla pagos a ese organismo por U$S 4908 millones para 2021, entre capital e intereses, por el stand by otorgado en 2018 y suspendido un año después. Hace diez días el gobierno pidió formalmente la apertura de las negociaciones: la idea es solicitar un nuevo préstamo cuyos desembolsos estén calzados con los vencimientos y así evitar pagos cash.
Planes a cuenta
En rigor, esas sumas de dólares no constituyen un ahorro, ya que el Tesoro no cuenta todavía con ese dinero en sus arcas, sino de un alivio en las cuentas para 2021. Tampoco alcanzarán para equilibrar el déficit fiscal: el ministro de Economía, Martín Guzmán, adelantó que los planes para salir de la crisis insumirán un desequilibrio del 4,5% del PBI. «Estamos apuntando a duplicar los gastos de capital (obra pública) el año que viene y también a apuntalar políticas que generen empleo», dijo el viernes, en la conferencia de prensa en que anunció los resultados del canje local.
Otras áreas ya hicieron sus propios anuncios. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aprovechó el Día de la Industria para contar los lineamientos de un programa de reactivación con eje en las pymes. Incluye asistencia crediticia para refinanciar pasivos y sumar capital de trabajo, aportes para firmas que puedan desarrollarse como proveedores en sectores estratégicos de la economía, incentivos para la incorporación de tecnologías avanzadas y la creación de parques industriales. Además planea crear una banca de desarrollo que coordine todos los planes de financiamiento, algunos a diez años de plazo. Se estima que el paquete insumirá $ 450 mil millones. «
Guzmán quiere más poder de fuego
«Sí, va a continuar el dólar ahorro». Así de lacónica y contundente fue la contestación del ministro de Economía, Martín Guzmán, cuando le preguntaron si se mantendría la venta de divisas al público minorista a través del sistema bancario. Fue al cierre de una semana difícil, en la que (como viene ocurriendo todos los comienzos de mes) las páginas web de los bancos llegaron a colapsar por la gran cantidad de clientes que agotaron su cupo de compra de 200 dólares mensuales.
Algunos rumores recogidos por medios hegemónicos ponían en duda la continuidad de esa práctica por la sangría que significa para las reservas del Banco Central, que en julio perdió por esa vía U$S 740 millones y en agosto habría vendido una suma aun mayor. La demanda se ve incentivada por la brecha entre el tipo de cambio oficial ($ 79 en el mercado minorista) y el paralelo ($ 134). Aun con el impuesto del 30% sobre el precio del billete y el spread, cualquier individuo que adquiera 200 dólares en el banco y los revenda en una cueva se alza con una diferencia cercana a los 6000 pesos.
Con su tono sin estridencias, Guzmán descartó una profundización del cepo y admitió que la situación se va a mantener por un tiempo. «En lo inmediato, el objetivo es estabilizar la brecha por un tiempo. Quisiéramos acumular reservas para normalizar las regulaciones de la cuenta capital, pero hoy tenemos un poder de fuego distinto al que necesitaríamos para ello», aceptó.