El 60° Coloquio de IDEA exhibió el estado actual de las relaciones que mantienen el gobierno nacional y el grupo compuesto por las grandes empresas. Es un vínculo que no termina de cuajar, marcado por el enojo del gobierno y las demandas de los empresarios.

El Coloquio sirvió para conocer la irritación que existe en el gobierno por lo que considera un desplante de los empresarios más poderosos del país. En la Casa Rosada apuntan tanto a los de capital nacional como a los que responden a matrices en el exterior. Tampoco se limitan a un sector en particular: caen en la volteada bancos, empresas de servicios y conglomerados industriales.

Para la administración de Javier Milei, el común denominador de todos los casos es la huelga de inversiones que les adjudica. De alguna manera, el Coloquio de IDEA tomó la urgencia del gobierno en ese terreno al colocar como latiguillo de la convocatoria “Si no es ahora, cuándo”. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, tomó el lema y le hizo esa pregunta a un grupo de empresarios con los que compartió uno de los tantos almuerzos exclusivos en Mar del Plata entre funcionarios y representantes de corporaciones, realizado en paralelo al Coloquio.

El problema de Francos, y antes del ministro de Economía, Luis Caputo, y del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, fue que las respuestas que recibieron fueron preguntas sobre el futuro de la marcha de la economía y demandas específicas sectoriales. Y ningún compromiso concreto de inversiones.

La preocupación del gobierno tiene una base concreta. De acuerdo con el índice que elabora la consultora OJF, que dirige el veterano economista Orlando Ferreres, la inversión bruta interna se encuentra en los muy bajos niveles de la época de la pandemia, con el agravante de que suman nueve meses corridos, desde diciembre de 2023 hasta agosto de 2024 (último dato disponible) en esos valores por el piso. En cambio, en 2020 la recuperación llegó al quinto mes, en septiembre de ese año.

Pero no es sólo eso. El índice de inversiones de OJF tiene dos grandes patas: la construcción y el equipo durable, que a su vez se descompone en aquel de producción nacional y el importado. Se podría pensar que el derrumbe de la construcción por el cierre casi total de la obra pública financiada por la Nación es el factor central de la caída del índice de inversiones de OJF.

Esa caída pesa, pero no es la única con tal magnitud. El promedio de la medición mensual de inversión en equipo durable de producción a lo largo de 2024 se encuentra 20 puntos por debajo del promedio de los años 2022-2023. El desempeño es peor en el caso de los equipos importados. En agosto pasado esa inversión cayó casi un 43% contra el mismo mes de 2023 mientras que la adquisición de equipo nacional creció un 4,6% interanual.

Otra medida de la inversión es en relación con el Producto Interno Bruto (PIB). En términos de volumen físico, la inversión de agosto equivalió a un 15,6% del PIB, un nivel bajísimo que no se veía desde la pandemia. Según los especialistas que siguen el tema, ese ras debería estar en torno del 22% para evitar que la economía “se coma” el capital, es decir que por falta de inversiones los activos existentes se deterioran o no se actualizan ni reemplazan. La consecuencia es una pérdida de productividad que, de ninguna manera se remplaza con mayor flexibilidad laboral, por más que se lo intente.

Los empresarios más fuertes son conscientes de esta situación. Se repite lo observado durante la recesión de 1998-2001 y después, con el estallido de la convertibilidad, cuando las inversiones se derrumbaron. Al igual que en aquel momento, los empresarios reclaman nuevas condiciones para invertir. El Coloquio de IDEA los mostró empoderados y poco dispuestos a escuchar las plegarias oficiales. Un ejemplo: el viernes, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, pidió que, en lugar de reclamar bajas en los impuestos, los empresarios deberían proponer una reducción del gasto público. Las exposiciones posteriores de ese día giraron en torno de la necesidad de que el gobierno baje impuestos para ganar en competitividad. «