La caída del Producto Bruto Interno que informó el Indec este martes puede ser considerada como la punta del témpano. El organismo calculó que la actividad disminuyó 5,4% en el primer trimestre del año en comparación con la misma época de 2019. Sin embargo, el período que abarcó el estudio se vio afectado sólo de manera marginal por la cuarentena y las restricciones a la movilidad originadas en la expansión del coronavirus. Otras estimaciones complementarias dan cuenta de que la caída, no sólo en el ámbito local sino en el internacional, es muchísimo más profunda y tiene muy pocos precedentes en la historia económica.
En la cifra a la que arribó el Indec influyeron rubros gravitantes para la elaboración del indicador y para la vida cotidiana en general, como la construcción (que cayó 20,8%), la industria manufacturera y el comercio (ambas bajaron 6,5%). En el análisis de la demanda, se nota que hay una fuerte caída en las expectativas, como lo demuestra la reducción de 18,3% en la inversión. Esto significa que, sea por imposibilidad material o porque creen que no van a necesitarlo para su actividad, los sectores productivos no formaron capital fijo para usar en el mediano y largo plazo.
Cálculos privados estiman que con posterioridad a esa fecha la situación empeoró. El Instituto de Trabajo y Economía midió una caída interanual de la actividad de 18,5% en abril. La consultora OJF registró en ese período un bajón de 19,2%, el más estridente en los 27 años que lleva armando ese indicador (incluso peor que en el dramático diciembre de 2001). También estimó que la caída en la inversión fue de 29,9%. “Ningún sector logró escapar a la debacle general”, dice su informe.
En todo el mundo
La depresión causada por los efectos del COVID-19 es global y los principales organismos están revisando a la baja sus proyecciones para 2020. Este miércoles, el Fondo Monetario Internacional actualizó su estudio sobre Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) y predijo que la actividad mundial caerá 4,9% este año (1,9 puntos más de lo que preveía en abril). Con todo, el informe, titulado “Una crisis como ninguna otra y una recuperación incierta”, advierte que podrían necesitarse nuevas correcciones a corto plazo. “Los riesgos a la baja siguen siendo sustanciales. Podrían producirse nuevos brotes en lugares que ya han superado el pico de la curva de infección”, aclara el texto.
En la visión del FMI, el PBI de Argentina caería este año 9,9%, a tono con los otros países de América Latina. En Europa la situación sería todavía peor, con muchas naciones registrando derrumbes de dos dígitos: en Italia y España la retracción llegaría al 12,8% anual. La excepción es China, en donde lo peor de la situación ya parece haber pasado, aunque el crecimiento sería modesto en comparación al ritmo habitual de ese país: apenas 1%.
Por su lado, el Banco Mundial elaboró su propio informe y estimó que la caída global sería de 5,2%, unas tres décimas porcentuales más severa que la anunciada por el FMI. “El ingreso per cápita disminuirá en todas las regiones. Sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita”, señala el texto. También advierte que en caso de que la situación empeore, por ejemplo si la pandemia se prolonga por más tiempo, la economía mundial podría retraerse hasta 8% este año.