Abundan los datos sobre la caída en el gasto y en la calidad de vida de este segmento de la población. La causa está en la pérdida de su poder adquisitivo por los menores ingresos frente a la escalada de los precios. El gobierno busca una salida por medio de medidas aisladas. Marcos Peña desmintió que se piense en control de precios.
Podrían haber sido el eje de una economía próspera y con expectativas a futuro pero, en lugar de eso, rompieron el piso y cayeron. Perdieron calidad de vida.
El segundo trimestre de 2019 está en marcha a la par de la carrera electoral en la que el oficialismo espera renovar mandato, pero de fondo se amontonan indicadores de la difícil situación de las clases medias argentinas; un voto clave para cualquier fuerza con aspiraciones de gobernar.
Algunos datos. En marzo las concesionarias vendieron 46 mil autos nuevos menos que un año atrás; en febrero se firmaron apenas 172 escrituras con hipoteca, un 89% menos que en el mismo mes del año anterior. Las compras en supermercados minoristas cayeron un 10,5% en enero (último dato oficial) y en los mayoristas, un 15,2%; mientras que los shopping facturaron un 15,1% menos. Además, en marzo, las tarjetas de crédito operaron un 35,6% menos que en igual mes del año pasado.
Preocupado por esa realidad, que tiene como consecuencia una fuga de votos cada vez más intensa (ver página 5), el gobierno trata de mostrarse activo con planes de control de precios y estímulo del consumo. Pero sus funcionarios se contradicen a cada paso.
Pasaron cosas
La economista Victoria Giarrizzo, del Centro de Economía Regional y Experimental (CERX), enumeró una serie de factores que explican el retroceso: la baja del poder adquisitivo del salario, el aumento del ahorro en dólares y el endeudamiento con tarjetas de crédito.
El poder adquisitivo del salario cayó en 2018 un 12,2%, según el Indec, porque los aumentos promediaron el 29,7%y quedaron relegados en 18 puntos porcentuales detrás de la inflación del 47,6 por ciento. También se achicó el ingreso de los sectores profesionales por el propio ajuste salarial.
En el caso de las familias propietarias de pymes y negocios, Giarrizo destacó que «forman parte de la clase media y sus empresas tuvieron caídas de ventas y de rentabilidad».
Pero al mismo tiempo, aseguró que «la clase media es la que ahorra y hoy ante la inestabilidad, el ahorro va a los dólares». Esa reserva de capital es la contracara de una clase media «muy endeudada por los planes de consumo con las tarjetas de crédito, y en una economía con altísimas tasas buena parte del ingreso va al pago de los intereses. Si hay un sector que resultó más perjudicado por este combo es la clase media», apuntó.
¿Qué plan?
El gobierno nacional mantuvo reuniones con la parte radical de Cambiemos el viernes pasado, en las que se habló de cómo revertir el bajón económico «para ganar las elecciones». Sin embargo, no se consignaron medidas concretas y sí trascendió el entusiasmo oficial por un manojo de medidas sueltas.
Se mencionó, por caso, un «acuerdo de precios» o, más radical si cabe, el «control de precios», algo que fue desmentido ayer, apenas un día después, por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en diálogo con radio Mitre.
También se habló de «fortalecer» el programa Precios Cuidados, que ha sido desmantelado a conciencia por el propio macrismo.
Otras propuestas: la aplicación de la tarifa plana para el consumo del gas en invierno, para que no se sienta el tarifazo hasta el verano siguiente, algo que ya habían acordado los socios de Cambiemos un mes atrás.
Por último, está la propuesta de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, que propone «un código de buenas prácticas comerciales» con algunas reglas sobre el uso de las góndolas en los supermercados. En la semana también se habló de un relanzamiento del programa Ahora 12, de doce cuotas sin interés en la compra de heladeras y lavarropas de bajo consumo.
No hay mucho más. El maquillaje de los precios deberá superar la escalada de precios de más del 35% previsto para este año y la brusca caída de ingresos de 2018 y que podría repetirse este año, en un cuadro general de caída del empleo y recesión económica.
45 es igual a 82
Los expertos que estudian a la clase media observan una paradoja: mientras que entre el 40 y 45% de la población forma parte de la clase media por sus ingresos, el 82% de los que responden encuestas sienten que pertenecen a ella. Para la socióloga e investigadora del Conicet Ana Castellani, «la autopercepción tiene que ver con atributos que van más allá de los ingresos. En términos objetivos, la clase media es cada vez más pequeña pero los cambios culturales llevan más tiempo en producirse». En ese marco, lo subjetivo de clase, la educación y el imaginario de propiedad inevitablemente «están desajustados de lo objetivo, pero aun así tienen implicancias en las culturas sociales, en la conducta política y en el sentido común», agregó.
«Que el 82% se siga percibiendo de clase media significa que los que viven en hogares objetivamente ubicados debajo, en la clase baja, son personas que tienen aspiraciones y eso explica también la eficacia con la que Cambiemos interpeló a esos sectores», dijo Castellani en diálogo telefónico con Tiempo.
La especialista comparó el proceso local con los fenómenos ascendentes que se ven en países vecinos. «En los últimos años, Brasil y Chile acrecentaron sus sectores medios y eso generó más demandas a los gobiernos. En Argentina, la demanda viene a la inversa. El kirchnerismo avanzó porque logró que sectores bajos ascendieran a medios-bajos y sin embargo generó demandas que no supo satisfacer».
Después de la movilidad viene la demanda de jerarquía social: «El que asciende empieza a pedir calidad en los servicios, a pujar por una diferencia respecto del que recibe ayuda del Estado. El kirchnerismo no le habló a sus capas medias».
Giarrizzo, del CERX, asoció el momento actual de la clase media con el proceso que se afirmó en la década de los ’90. Aquel momento histórico fue «el de un proyecto de agrandamiento de la clase baja y de un achicamiento de la media, que hizo juego con el aumento de la pobreza y del desempleo».
Después del estallido de 2001 vino un período de recuperación entre 2003 y 2010, «pero luego se profundizó un nuevo agrandamiento de la clase baja y achicamiento de la media. Para cuando termine este año, el PBI per cápita va a ser un 10% menor al de 2011. Nos empobrecimos y volvimos a la estructura de los ’90».
La economista diferenció que en los cuatro años de macrismo, la escalada negativa se pronunció todavía más. El gobierno de Cambiemos «destruyó riqueza por medio del ajuste fiscal, y para frenar la inflación se olvidó que en un país pobre como este no se puede generar más recesión».
«La Argentina –agregó– está obligada a crecer. Ese es un precepto que no se puede cambiar. Hoy tenemos más dificultades para crear empleo y un Estado que se hace más grande porque tiene que asistir. El reflejo más cabal de este proceso es el endeudamiento, que es para parchar. El plan económico tiene políticas para agrandar la clase baja, achicar la clase media y empoderar a la alta, en especial a la economía financiera», concluyó. «
La escuela privada, en jaque
Entre los consumos diferenciales de la clase media también entra la educación, en particular el ideal de la escuela privada como símbolo de estatus.
Como sucedió con otros indicadores de la crisis que atraviesan las capas medias, la matrícula de las escuelas privadas se desplomó en el último año. Esto agrava la situación de la educación en general, porque los datos indican que los gobiernos no invierten significativamente en escuelas públicas nuevas.
La secretaria general del Sindicato de Docentes Privados (SADOP), María Lazzaro, precisó que la caída de la matrícula fue del 12% y que el problema expone la situación particular de la clase media «que ve fuertemente recortada su potestad para decidir a qué institución educativa enviará a sus hijos». Como muestra, la ONG Defendamos Buenos Aires publicó que en territorio bonaerense la merma se traduce en un total de 80 mil alumnos menos en los establecimientos privados. Los distritos más afectados son Pilar, Morón y San Justo. La situación repercute en cierres de escuelas y despidos de docentes.
Lazzaro señaló como agravante «que en las escuelas estatales, como no se crea ni una sola escuela, la matrícula está con lista de espera, salvo en casos particulares de determinada zona. No tienen divisiones, el crecimiento vegetativo no se tuvo en cuenta y la situación de las escuelas estatales deja mucho que desear porque el Estado no invierte ni un peso».
Con ingresos entre 30 mil y 130 mil pesos
La consultora W viene caracterizando a la clase media desde hace años. En su último informe ubicó a este sector de la población como aquel que percibe ingresos familiares mensuales de entre 30 mil y 130 mil pesos y lo segmentó en dos grupos: la clase media baja, con ingresos promedio de 42 mil pesos mensuales, y la clase media alta, con 80 mil pesos mensuales de ingresos promedio. Guillermo Oliveto, especialista en consumo y mercados de W, observa que el 45% de la población argentina pertenece a esta clase «por nivel de ingresos y por el nivel educativo», según expresó en el diario La Nación.
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