El jueves, en la jornada de semifinales en el Estadio Único Diego Maradona de La Plata, los hinchas uruguayos que coparon las tribunas cantaron un clásico: «¡Volveremos volveremos/ volveremos otra vez/ volveremos a ser campeones/ como la primera vez!». La selección Sub 20 de Uruguay, en rigor, nunca fue campeona de un Mundial. Se referían al de mayores de 1930, el primer Mundial, que Uruguay le ganó a Argentina en el Centenario de Montevideo. Cuando los juveniles de Italia salieron a calentar, después de que Uruguay le ganase 1-0 a Israel -antes de que vencieran 2-1 a Corea del Sur-, la playlist de la FIFA tachó la doble después de malos tiros: escuchamos «Un’estate italiana», canción-himno de Italia 1990, y «Live Is Life», la del mítico calentamiento de Maradona en el Napoli. La Sub 20 de Italia tampoco ganó un Mundial (es más, afrontará su primera final). Uruguay-Italia jugarán desde las 18 en el Maradona de La Plata una final en contra del fútbol moderno, un partido que muchos imaginaron como la séptima estrella argentina Sub 20, pero que será la primera para otros.
Uruguay perdió la final de Malasia 1997 contra la Argentina de Juan Román Riquelme, Pablo Aimar y Lionel Scaloni, dirigida por José Pekerman. Y la de Turquía 2013, por penales tras empatar sin goles ante la Francia de Paul Pogba. Como dicta la tradición, la baby Celeste de Marcelo Broli se hace fuerte en la defensa –apenas tres goles en contra–, con el golero Randall Rodríguez –salvador en un mano a mano agónico ante el delantero israelí Omer Senior–, con la pareja de centrales Sebastián Boselli –pretendido por River– y Facundo González, con el lateral izquierdo Alan Matturro y con el 5 y capitán que se planta delante de la línea de cuatro, Fabricio Díaz. De la mitad hacia adelante, Franco González, un 10 al que apodan «Cepillo», combustiona con su juego vertiginoso, pero el que convierte los goles es Anderson Duarte, goleador de su selección con tres «grandes»: uno octavos, uno en cuartos y uno en semi.
La Sub 20 de Italia responde a un cambio estructural en el calcio (la mayor no clasificó ni Rusia 2018 ni a Qatar 2022). Y, como tal, llevó su tiempo verlo en los hechos. En las últimas dos ediciones del Mundial Sub 20, Italia había sido semifinalista (en Corea del Sur 2017 cayó ante Inglaterra, y en Polonia 2019 frente a Ucrania, ambas selecciones luego campeonas). El fútbol –el deporte– no se reduce a la generación espontánea. No surgieron de casualidad el central pelilargo Daniele Ghilardi, la zurda de Samuel Giovane, el portento goleador de Cesare Casadei y ese colmo de tener en el plantel a un par de enganches petisos y zurdos y atrevidos: Tommaso Baldanzi (20 años) y Simone Pafundi (17 años, autor del 2-1 ante Israel, un golazo de tiro libre en el minuto 86). Pafundi, de hecho, puede jugar el Mundial Sub 20 de 2025. Italia, su fútbol, necesitaba volverse formador de jugadores (propios), priorizar la técnica y el talento antes que la táctica, el sistema. La mini Azzurra de Carmine Nunziata juega con la pelota y al ataque: en el debut mundialista ante Brasil en Mendoza –3-0 en el primer tiempo, 3-2–, jugaron Baldanzi y Pafundi de entrada.
Marcelo Bielsa, DT de Uruguay, ya citó a siete juveniles de la Sub 20 para los amistosos ante Nicaragua y Cuba en el Centenario (Randall Rodríguez, Boselli y González, Mateo Ponte, Díaz, Rodríguez y Duarte). Falta, acaso, el mejor futbolista: Alan Matturro. Ya en el ascendido Genoa de Italia, Matturro metió un gol en el 4-0 a Irak en el debut, le cometieron el penal con Túnez (1-0) y asistió en octavos frente a Gambia (1-0). Lateral izquierdo, aunque central en Defensor Sporting, Maturro se asienta en la línea sucesoria de los defensores de Uruguay. En Italia impacta Cesare Casadei –siete goles, goleador del Mundial, y dos asistencias–: oficia como atacante –1,86 m– desde los costados de la mitad de la cancha, llegando al área. Formado entre Cesena e Inter, jugará en el Chelsea –pagó 20 millones de euros– después de un año cedido en el Reading, en segunda división. Es el líder mental de la Sub 20 de Italia, un mezzala d’inserimento, un «centrocampista de inserción», que juega entre líneas. Y es el candidato puesto al premio a mejor jugador de Argentina 2023.
Uruguay será local en la final. Resonará el grito de batalla «¡Uruguay Uruguay Uruguay!». Habrá banderas italianas, también espasmos al aire, agudos, de «¡Forza Italia!», y cantitos argentos de argentinos que se sienten italianos. Uruguay e Italia ganaron los primeros cuatro Mundiales de mayores: los sudamericanos, los de Uruguay 1930 y Brasil 1950, y los europeos, los de Italia 1934 y Francia 1938. Ya sin la Selección, Uruguay-Italia es la final más argentina que podía darse en el Mundial Sub 20 de Argentina. El país vecino, orillero del Río de la Plata, y la madre patria de olas migratorias a finales del siglo XIX y principios del XX. Es una final entre «primos». Fatto in casa.