“El 8 es el jugador más difícil de encontrar, el Modrić”, dice Marcelo Bielsa desde el césped del estadio Johan Cruyff Arena. “Es el que defiende como el 6 y ataca como el 10. Es el puesto clave del fútbol, porque el 8 se hace extremo, se hace contención y se hace volante ofensivo”. Fue el 5 de octubre de 2016, frente a un auditorio pequeño en Holanda. En los cuartos de final de Qatar 2022 ante Brasil, Luka Modrić -37 años, capitán de Croacia, crack acaso en su última función mundialista- volvió a hacer todo lo que expuso Bielsa y más: fue el que dio más pases (119) y el que más rompió líneas (55 veces), mientras se acomodaba en tiempos muertos la bandita de su pelo y la cinta de capitán. Antes de convertir su penal en la definición, controló las pulsaciones del partido, escondiéndole la pelota a Brasil, marcándole a los suyos cuándo y por dónde atacar y defender. Croacia, rival de Argentina en semifinales, no es sólo Modrić: es la fuerza de los centrales Dejan Lovren y Joško Gvardiol, el pie de los mediocampistas Mateo Kovačić y Marcelo Brozović, las manos del arquero Dominik Livaković. Pero sobre todo es Modrić, el futbolista al que le dijeron que nunca volvería a jugar al nivel de Rusia 2018.
Como hace cuatro años y medio en Nizhni Nóvgorod, Modrić enfrentará a Lionel Messi, el 10 argentino, a los 35 también en el que “seguramente”, como dijo, será su último Mundial. En un amistoso entre Croacia y Argentina en Basilea, el 1 de marzo de 2006, Modrić debutó en su selección. Y Messi marcó su primer gol en su selección. Líderes de juego. “Modrić es el jugador con más corazón de esta selección, el que impulsa al equipo -dice Edson Ramírez, mexicano y director Vatreni, el documental que cuenta una historia del pueblo croata a través de los futbolistas de Francia 98-. Es el que más expresa ese sentimiento patriótico por su país, el que lo resalta internacionalmente, y es serio, no le gusta llamar la atención”. Eliminado Brasil, Modrić se acercó a Rodrygo, su compañero en el Real Madrid. “Sé fuerte, no pasa nada -le dijo, en perfecto español, al oído-. No pasa nada, tú eres más fuerte que esto. Todos fallan. A volverte más fuerte. Te quiero. ¡Ánimo!”. En broma y no tanto, Rodrygo lo llama “padre” a Modrić en el Madrid. Y él, “hijo”. El padre de Rodrygo (21 años), en efecto, tiene un año más que Modrić.
Livaković, el arquero croata que atajó tres penales en los octavos ante Japón y uno más en los cuartos ante Brasil, tiene 27 años, diez menos que Modrić. Ataja en el Dinamo Zagreb. Hace un año, Livaković había perdido la titularidad, el arco croata.
-No veo tu progreso en la selección. ¿Es porque hay presión? -le preguntó entonces Modrić.
-Puede ser, no sé…
-Creo que puede ser porque no transmites seguridad y eso se contagia al equipo. Todo el mundo comete errores, dime una persona que no los haga. ¿Por qué tú no puedes cometer uno? Creo que el problema es que tienes miedo y eso hace las cosas peores.
-Lo entiendo, lo sé.
-Eres un gran arquero. Lo sabes, ¿verdad?
El diálogo fue incluido en una serie de FIFA Plus de nombre elocuente: Capitanes. Livaković acumula cuatro penales atajados en Qatar 2022, igual que el argentino Sergio Goycochea (Italia 90), el alemán Harald Schumacher (España 82 y México 86) y su compatriota Danijel Subašić, que atajó cuatro en Rusia 2018, tres en octavos y uno más en cuartos, en el camino a la final que perdió ante Francia.
Como Modrić, Livaković nació en la ciudad de Zadar. “Modrić es un caso súper particular -explica Ramírez, el director de Vatreni, que significa ‘fuego’-. Cuando era niño, durante el período de la guerra, fue desplazado de Zadar y algunos miembros de su familia fueron ejecutados. No se sabe si fue el ejército yugoslavo o los paramilitares. Modrić es el vínculo entre la generación del 98 y la actual más joven”. Abuelo asesinado, padre primero futbolista y luego soldado en la guerra de los Balcanes, Modrić se crió en alojamientos de refugiados, entre las ruinas. Rompía más ventanas con la pelota, suelen ironizar en Croacia, que las bombas serbias. En Qatar, su cuarto Mundial, Modrić dijo después de Brasil: “Nadie creía que pudiéramos llegar a semifinales, pero nuestro equipo sí. Luchamos mucho por conquistar nuestra independencia como nación. Luchamos hasta la última gota”. Ahora le llega el turno de Argentina.