En la madrugada del último viernes, mientras trabajaba como chofer de una aplicación de viajes, a Federico Potarski lo asesinaron de un tiro en la nuca en un intento de robo en el barrio San Petersburgo de Isidro Casanova. Como suele suceder en las “villas”, la ambulancia nunca entró. Casi media hora después, un vecino lo trasladó al hospital Paroissien, pero llegó sin vida. Sus compañeros se enteraron a la mañana, en la práctica. Al día siguiente, Potarski -defensor central, 29 años- iba a debutar como titular en Berazategui, ante Real Pilar, por la quinta fecha del Clausura de la Primera C, cuarta categoría del fútbol argentino, última considerada “profesional” por la AFA. El partido fue suspendido. En las canchas se hizo un minuto de silencio. El próximo sábado a las 15.30, Berazategui recibirá a San Martín de Burzaco. Y todo seguirá igual en el golpeado fútbol de Ascenso.
Potarski era parte de la mitad del plantel de Berazategui que cobra un dinero por jugar. Le pagaban 30 mil pesos, muy por debajo del salario mínimo en Argentina ($45.540). Se formaba también como masajista. Como la mayoría de los futbolistas de la C y de la D, obreros de la pelota, Potarski tenía un segundo trabajo: hacía dos meses que se subía para hacer unos pesos a su Fiat Uno Way, un regalo familiar. En el último tiempo muchos recordaron que Rodrigo Aliendro, nuevo futbolista de River, había trabajado de delivery, repartiendo pizzas y empanadas, mientras jugaba con Ituzaingó en la C entre 2013 y 2014. Pero pocos conectaron el asesinato con otro episodio que sacudió al Ascenso: en abril, cuatro jugadores de El Porvenir fueron denunciados por cobrar dinero de las apuestas clandestinas para ir a menos. Los futbolistas eran -y son- el último eslabón de un negocio más profundo. Potarski estudiaba, trabajaba y jugaba.
“En los vestuarios había remiseros, vendedores de chips telefónicos, de seguros, de ropa. El Ascenso es duro y la gente no lo sabe. La masa está encandilada por lo que el sistema le muestra: un futbolista que vive bien, que no tiene necesidades, al que todos lo asisten. Esa es la propaganda del infierno, porque si nos tomamos el trabajo de visualizar una pirámide y reflexionamos tomando perspectiva de la realidad, de lo grande que es la base y de lo pequeña que es la punta, nos daremos cuenta de que los elegidos son pocos”, escribió Diego Hernán Fernández, exarquero en el Ascenso y actual entrenador, en Análisis Digital. “Mientras hoy todos los diarios, canales y redes se llenan de fotos de Federico -agregó-, hay un sistema que falla. Se ven pasar millones y millones para unos pocos y migajas para otros. El jugador es un engranaje más de una maquinaria cruel y despiadada que no tiene humanidad. Esta forma de fútbol no representa el disfrute de jugar, sino la lucha por tratar de estar”.
Surgido de las inferiores de Almirante Brown, con un paso por Deportivo Coreano en la Liga de Lobos, Potarski había ascendido con Liniers de la D a la C en 2021. Era el capitán de la Topadora del Oeste, a la que había llegado en 2016. Voz de mando, marca férrea y juego aéreo. Además de “Pota”, se había ganado el apodo de “Vikingo”. Un año atrás se le había caído un pase a Honduras, lo que lo dejó inactivo hasta que se sumó a principios de 2022 a Berazategui, un club grande del sureste del Conurbano. “Lo importante es que a pesar de no tener club, siempre busqué estar activo, bien físicamente, tanto solo como con profe o en centros de alto rendimiento -le decía a Solo Ascenso-. Llego a un club muy lindo, muy popular. La idea es tratar de conseguir el objetivo, que es el ascenso, que tan cerca estuvo”. En 2021, Bera había sido campeón del Clausura pero había perdido la final por el primer ascenso con Dock Sud y, luego, había quedado eliminado en la semifinal del Reducido. En 2022, el defensor había ido al banco en ocho partidos y solo había entrado durante la caída 1-0 como local ante Atlas, en mayo.
Potarski se había dado un gusto como futbolista: el 18 de febrero de 2021 enfrentó con Liniers a San Lorenzo por los 32avos de final de la Copa Argentina. Fue derrota 3-0 en el Minella de Mar del Plata. Era hincha de Boca y fanático de Juan Román Riquelme. Y también mantenía su corazón unido a Almirante Brown. Berazategui, su último club, está último en la C, con un punto. Por el asesinato, la justicia libró órdenes de captura para Matías Ezequiel Ruiz Leiva, “El Paraguayito”; Sergio Gabriel Muñoz, “Pocha”; y Gonzalo Emanuel Morales, “Gonzi”. En las fotos que aparecen en los medios, los sospechosos visten ropa de fútbol: una campera de Italia, una musculosa de un equipo barrial y la camiseta de Racing.