Entre Mineiro y Botafogo saldrá el sexto campeón seguido de Brasil en la Copa Libertadores. La Academia, finalista de la Sudamericana, es una revancha-consuelo argentino. "El fútbol brasileño es el más competitivo de América", dijo Milito, DT de Mineiro. En la Liga argentina no hay premios ni castigos.
Sin embargo, feliz excepción aparte, el foco en el principal torneo, la Copa Libertadores, se repite año a año: los equipos brasileños se consagran campeones una y otra vez desde 2019 y en el actual 2024 llegarán a su sexto título seguido. Nunca un país sumó tantas vueltas consecutivas.
Primero fue el Flamengo. Luego, por duplicado, el Palmeiras. En 2022 repitió el Fla. En 2023 llegó el turno del Fluminense. Y en 2024, el 30 de noviembre en el Monumental, la vuelta olímpica quedará para Atlético Mineiro o Botafogo, consagrados finalistas esta semana luego de haber eliminado a River y a Peñarol de Uruguay con mucha facilidad, por tres goles de diferencia en ambos casos.
Es cierto que Boca fue subcampeón el año pasado. Y que River estuvo a punto de ganar la final de un ya lejano 2019. Pero la supremacía brasileña se renueva y no sólo se trata de los campeones sino también de los finalistas. De las últimas seis definiciones, y salvo esas dos excepciones de River y de Boca, hubo diez equipos brasileños entre los 12 finalistas. No es casualidad: es hegemonía.
De espaldas al predominio de Argentina a nivel selecciones –vigente campeona del mundo, bicampeona de América y líder de las Eliminatorias contra una Brasil que recién en la última doble fecha FIFA pudo respirar–, los clubes del gigante sudamericano ostentan una superioridad abismal. El 3-0 global de Mineiro ante River ratificó que, en los mano a mano, los argentinos juegan con el viento en contra.
Si se tienen en cuenta los 20 cruces directos que hubo en las Libertadores de los últimos cinco años, desde 2020 hasta 2024, los clubes brasileños ganaron 13 de esos mano a mano –en los 180 minutos– y los argentinos sólo dos –también en la sumatoria de los dos partidos–. Hubo, además, cinco duelos que terminaron empatados y luego pasaron a definirse por penales. En ese caso hay más igualdad porque los argentinos ganaron tres y los brasileños, dos.
El detalle deja mal parado también a los dos clubes más ganadores de nuestro país. En los últimos cuatro años, Boca quedó eliminado internacionalmente contra equipos brasileños: Atlético Mineiro en 2021, Corinthians en 2022, Fluminense en 2023 (todos por la Libertadores) y Cruzeiro en 2024 (ya por la Sudamericana, en cuya primera fase Boca además había quedado segundo de Fortaleza). River, de los últimos seis años, en cinco quedó afuera contra brasileños: Flamengo en 2019, Palmeiras en 2020, Atlético Mineiro en 2021 y 2024, e Inter en 2023 (Vélez fue la excepción, en 2022).
Por supuesto hay una explicación económica para semejante diferencia: lo que pasa a nivel nacional ocurre a nivel fútbol. La Copa Brasil, por ejemplo, le da 20 millones de dólares al ganador. De premios tan escuálidos, la Copa Argentina ya dejó de mostrar el importe en el cheque que le entregaba al ganador. En las últimas horas se intentó asignar a las SAD la supremacía brasileña –Botafogo y Atlético Mineiro tienen capitales privados–, pero la mayoría de los clubes siguen siendo asociaciones civiles sin fines de lucro.
Un punto clave, acaso el más importante, es la competencia interna. Allí entran en juego las dos AFA: la que comanda una gran selección se complementa con una que organiza torneos más para la conveniencia de sus dirigentes que para la salud deportiva de los equipos. Minutos después de haber eliminado a River, el entrenador de Mineiro, Gabriel Milito, dio una explicación:
«El fútbol brasileño es el más competitivo de América. Porque no hay dos, tres, cuatro equipos. Hay diez, 12 equipos muy muy buenos. Pero muy buenos. Eso no pasa en ningún lado. Diría, casi, que en el mundo. Porque en Inglaterra hay cinco o seis equipos fuertes, en España hay tres o cuatro equipos muy fuertes, pero en Brasil hay diez, o 12, equipos fuertes, con mucha historia, con presupuestos mayores a los del fútbol argentino. Eso permite traer jugadores, o sostenerlos más tiempo. Es muy diferente”, dijo Milito.
El Brasileirao tiene 20 equipos y todos los partidos incluyen un atractivo: a la lucha por el campeón le sigue la competencia para entrar a las copas internacionales (del segundo puesto al 12). Además, hay cuatro descensos, entre los lugares 17 y 20, por lo que solo cuatro equipos terminan el torneo sin haber descendido ni ingresado en las Sudamericana o Libertadores. La diferencia es mínima.
En Argentina casi no hay premios ni castigos. Con la eliminación de los descensos y los 28 equipos (que serán 30 en 2025), la Liga Profesional suma partidos en los que ningún equipo juega por nada. Este fin de semana, por ejemplo, fue el turno de Estudiantes-Independiente Rivadavia, Central-Barracas, Central Córdoba-San Lorenzo, Belgrano-Defensa y Justicia. Y aún restan otras siete fechas. Argentina pierde contra los brasileños pero antes pierde en la competencia interna. Racing es un infiltrado –y una revancha, y un consuelo– entre la hegemonía brasileña. «
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