El dato es extraordinario. Aportado y desarrollado por los historiadores del fútbol (Oscar Barnade y Silvio Maverino, entre ellos), remite al gol más exótico de todos: al olímpico, el remate directo desde el tiro de esquina. Ningún jugador de River lo convertía desde hacía (casi) 70 años, desde el 8 de noviembre de 1952. Y es tal la excepcionalidad de esta clase de goles que el de Juan Fernando Quintero, anoche ante Patronato en La Rioja, fue el quinto en la historia del club de Núñez. Pero la belleza a veces puede ser inútil: el equipo de Marcelo Gallardo quedó eliminado en los cuartos de final de la Copa Argentina y ratificó un año terrenal, el más desangelado y vulnerable en la gestión del «Muñeco», sin títulos por primera vez en sus ocho años y medio de gestión.
Gramo de oro perdido entre un equipo sin luces ni reacción, la perla de Quintero, sin embargo, tendrá su lugar en la historia de River. El último goleador olímpico había sido Félix Loustau, el Chaplin del fútbol, mítico e indescifrable delantero izquierdo de los años de La Máquina (1942-1947), que siguió jugando en River hasta 1957. A los 38 minutos de un partido contra Boca jugado en el Monumental el 8 de noviembre de 1952 -según consta en el sitio www.goleamos.com-, Loustau abrió el partido con un gol directo desde el corner: fue el único de su especie en la historia del superclásico.
River siguió de fiesta en los minutos siguientes. El impacto por lo desconocido desconcertó al rival: Walter Gómez anotó a los 42 y 44 minutos y el local se fue 3-0 al descanso. Incluso pudo haberse colocado 4-0 al promediar el segundo tiempo, pero el arquero de Boca, Walter Ormeño, le atajó un penal a Santiago Vernazza. Ya cerca del final, José Borello descontó: River ganó 3-1.
De los ahora cinco goles olímpicos en la historia de River -ya sumado el de Juanfer Quintero, héroe contra Boca en la final de la Copa Libertadores 2018-, Loustau es el líder absoluto: tiene tres. Chaplin ya le había convertido a Vélez en 1946 y a Atlanta en 1945. El primero había sido de otro integrante de La Máquina, Adolfo Pedernera, pero antes de la formación de la famosa delantera, en 1936, contra Quilmes.
No hay registros oficiales de goles olímpicos. El último en la Primera División argentina fue el 15 de agosto de 2021, de Tomás Chancalay para Racing, apenas el séptimo en los últimos 12 años. Pero ya en 2022, otros dos futbolistas argentinos convirtieron directo desde el corner: en abril, con diferencia de pocos días, Damián “Kitu” Díaz convirtió para Barcelona de Ecuador por la Copa Sudamericana y Lucas Vera Piris lo hizo para Sportivo Italiano contra Berazategui por la Primera C.
Pero así como el gol de Quintero ya será un asterisco en la historia de River, el equipo de Gallardo llega a fin de año sin nafta, escupiendo gasoil. Eliminado muy pronto en Copa de la Liga, Copa Libertadores, Liga Profesional y Copa Argentina -y con dos derrotas contra Boca-, al equipo de Gallardo le queda una única chance para clasificarse a la Copa Libertadores del año que viene: la tabla anual, lugar desde la que por ahora consigue su plaza, aunque le esperan tres partidos decisivos ante Argentinos -este domingo, en La Paternal-, Estudiantes y Racing.
Gallardo tiene contrato hasta fines de diciembre. Como ocurrió en cada final de año, se estima que recién anunciará su decisión -de renovar o no alejarse- a pocos días de que termine el vínculo. La diferencia es que en 2022, por primera vez, resolverá sin haber conseguido los objetivos de la temporada. El 2022 fue tan atípico que el técnico lleva más de un año sin generar el debut en Primera de ningún joven de las inferiores, un sello de su gestión -y de la historia del club-. El último fue en agosto de 2021, Felipe Salomoni. Hace pocos meses, River vendió por casi 40 millones de dólares a Julián Álvarez y Enzo Fernández.