Todas las hinchadas, o muchas de ellas, cantan que merecen ser campeón. Se trata de un himno futbolero y de un legítimo deseo: el amor por los colores no es mensurable por la cantidad de hinchas que tenga cada club ni por los méritos deportivos. Pero aclarados esos puntos, si había una hinchada (o una entre un puñado de ellas) que se merecía una alegría tan potente como la de este sábado era la de Racing, flamante campeón de la Copa Sudamericana luego de un dramático 3-1 a Cruzeiro en Asunción que será recordado por las próximas generaciones. Es la magia y la hermosura del fútbol, que deshace el tiempo y que une generaciones: un partido transcurre en 90 minutos pero puede durar décadas.
Así como los abuelos multiplicaron relatos de las copas Libertadores e Intercontinental de 1967 y los padres siguieron hablando de la Supercopa de 1988, ahora será el tiempo para que los hijos y los nietos repliquen la nueva épica, la Sudamericana 2024. El hilo en común es Gustavo Costas, primero mascota, luego jugador y ahora entrenador, siempre hincha, cuya continuidad había quedado en duda luego de una insólita derrota ante Talleres de Remedios de Escalada en la vigente Copa Argentina, hace pocos meses.
Si es por estadísticas, Racing ganó el título número 40 de su historia, el séptimo internacional. En el desglose, cuatro fueron en competencias organizadas por la Conmebol (las citadas Supercopa 1988 y Libertadores e Intercontinental 1967) y tres en el amateurismo, entre 1913 y 1918, cuando recibió su apodo de Academia del buen fútbol.
No solo eso: Racing aseguró su participación en la Copa Libertadores 2024 (libera un cupo para la tabla anual, una buena noticia para River, Boca e incluso Independiente) y jugará otras dos finales que le pueden dar nuevas «estrellitas»: la Recopa Sudamericana 2024 ante el campeón de la Libertadores (Atlético Mineiro o Botafogo) y el Desafío UEFA-CONMEBOL frente al ganador de la UEFA Europa League. De paso, la tesorería del club recibió 6 millones de dólares.
Racing tuvo un primer tiempo idílico, en el que se puso en ventaja 2-0 en muy pocos minutos (incluso reponiéndose de un gol anulado de manera muy polémica), y sufrió en el complemento, pero más allá del susto ganó con justicia.
Los goles del uruguayo Gastón Martirena, Adrián «Maravilla» Martínez -máximo anotador del torneo, con 10- y el colombiano Roger Martínez, ya sobre el final, le dieron a la Academia un título internacional que se le negaba desde hacía 36 años, aquella Supercopa 88 justamente ante Cruzeiro.
En el camino a la actual Sudamericana ya habían quedado otros dos brasileños, Paranaense en cuartos de final y Corinthians en las semifinales, toda una demostración de poder en tiempos en que los clubes argentinos ven cómo los clubes del gigante sudamericano festejan año tras año en la Libertadores.
Racing, es cierto, se recuperó a nivel doméstico en este siglo. Mientras su vecino Independiente empezaba la mala, la Academia fue tres veces del torneo local: en 2001 -tras aquellos fatídicos 35 años-, 2014 y 2019. Pero la sequía internacional parecía extenderse por las décadas de las décadas. Y aunque en los últimos años había avanzado un par de fases en la Libertadores -incluso eliminando a Flamengo en Río de Janeiro-, los títulos le quedaban lejos a Racing.
El fútbol es cuestión de los jugadores -y esta Copa será recordada como la de Juanfer Quintero, Maravilla Martínez y Martinera, entre otros- y, en menor medida, del técnico. Pero la alegría que volvió a concentrarse en dos estadios, como en 2001, esta vez en Avellaneda y en la Nueva Olla de Asunción, no puede sino entenderse como una justicia poética para una hinchada que en las malas no dejó que Racing dejara de existir. Es también un título de las asociaciones civiles. Y de su gente.
En los 36 años que Racing tardó en volver a llevar su nombre a un título internacional pasaron tantas cosas como que el club estuvo en quiebra y no puedo jugar durante un puñado de fines de semana. Y que llegó una empresa, Blanquiceleste, que empezó con un título y se fue por la puerta de atrás, con el equipo en Promoción, otra vez al borde del descenso.
La enorme mayoría de los hinchas que se movilizaron a Asunción lo hicieron arrastrados por la fe en dejar atrás los años del desierto internacional. «No somos millonarios. No tenemos la mitad más uno ni 200 copas. Pero somos distintos a todos», dijo Costas tras la final.
«Yo desde los dos años que estoy en la cancha que fui mascota, a los doce empecé a jugar, como hincha lo seguía y todo y nunca se vio algo igual. La gente se dio cuenta de que lo más importante es Racing, no los técnicos, no los presidentes, nada», agregó el entrenador, ya definitivamente subido al pedestel de los grandes ídolos del club.
Atrás había quedado un partido con muchos puntos altos en lo colectivo y en lo individual. El poster de los 11 de entrada -Gabriel Arias; Gastón Martirena, Marco Di Cesare, Agustín García Basso, Gabriel Rojas; Juan Nardoni, Santiago Sosa, Agustín Almendra; Juan Fernando Quintero, Maximiliano Salas y Adrián Martínez- pronto se colgará en las habitaciones de miles de hinchas de Racing. Como en 1967. Como en 1988. Y como en 2024.
Racing lo merecía.Y el festejo acaba de empezar.