Desde el principio defendimos la idea del fútbol gratuito. No lo dijo un fanático K. Tampoco un dirigente político del Frente para la Victoria. El autor de esta frase a favor de uno de los programas más visiblemente igualitarios y quien sostuvo dicho pensamiento a lo largo de la permanencia de Fútbol Para Todos, fue el precandidato a vicepresidente de Ernesto Sanz en las PASO de 2015, Lucas Llach, en el artículo titulado: Lo bueno es correcto: viva el fútbol gratis, del blog de La Nación «La ciencia maldita».
Las razones en defensa del programa Fútbol Para Todos, que permitía ver el fútbol de primera división de manera gratuita desde mediados de 2009, y que no tendrá continuidad, no sólo eran de los sectores más beneficiados por el sistema implementado durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Las virtudes del sistema que dejaba sin efecto el fútbol codificado, en muchas ocasiones ni siquiera fueron analizadas y sencillamente eran denostadas por el sector del que provenía. ¿Se acuerdan cuando los domingos la televisión mostraba una tribuna llena de hinchas mirando el partido, gritando o sacándose los mocos?, sostuvo en más de una ocasión el actual viceministro del Banco Central de la República Argentina.
Los argumentos del economista y fanático hincha de Rosario Central, no son más que los objetivos del Programa: Acceso a todo el país mediante los canales de aire y el sistema TDA (Televisión Digital Terrestre), sin costo alguno para los televidentes, como la desmonopolización de las transmisiones de los partidos, entre otras igualdades, para quienes antes debían huir de sus casas para ver un partido de fútbol.
Lucas Llach argumentó su defensa de la gratuidad del fútbol, incluso refutando la exigencia que ahora muchos quieren implementar. ¿Es mejor usar esa plata para hospitales y escuelas?. Usá para hospitales y escuelas toda la plata que te guste, y más también. Pero llegado ese punto, en que estamos satisfechos con el nivel de impuestos y gastos para hospitales y escuelas, seguiremos preguntándonos: ¿Es razonable que exista un monopolio del fútbol, que maximice ingresos, cobrando a una minoría que lo contratará y dejando sin una pequeña felicidad dominguera a gente que no costaría nada, literalmente, proveerle el servicio?, sostenía el hijo de Juan José Llach quien fue ministro de Educación durante el gobierno de Fernando de La Rúa y viceministro de Domingo Cavallo durante el gobierno de Carlos Saúl Menem.
Que el fútbol no mejoró en su concepción, se sabe y no será su televisación la que lo cambie. Que la sustentabilidad del programa, podría haberse modificado sin siquiera llegar a la actual invasión de comerciales hasta con la intervención de los propios relatores o comentaristas al mejor estilo llame ya, también podría ser considerada por su amplio apoyo de la mayoría. Sin embargo la solución al problema parece ser eliminarlo. O simplemente una excusa del actual Gobierno de Mauricio Macri para volver a hacer negocios multimillonarios mediante la utilización de la pelota y abusando del bolsillo de los pasionales ciudadanos.