A una semana de que finalice el campeonato femenino de Primera, únicamente dos equipos tienen posibilidades de ser campeón: UAI Urquiza y Boca. Dos equipos que desde hace una década se disputan el torneo argentino y que lo harán otra vez el próximo fin de semana.
Las Guerreras (UAI) y las Gladiadoras (Boca), apodos que recibieron los planteles femeninos de estos dos equipos, están invictas en el torneo. Ayer sábado, Boca (53 puntos) ganó frente a Defensores de Belgrano y le sacó un punto a UAI Urquiza (52, con un partido menos), que hoy se pondrá al día por la vigésima fecha ante Ferro. Y como si hubiera estado planeado, el próximo fin de semana, en la última fecha, el equipo de Villa Lynch visitará La Boca. Otra vez, entre ambos se definirá el campeón.
El liderazgo de estos equipos viene de la mano del sistema de juego y de la calidad de sus jugadoras, pero también de la estructura dirigencial que caracterizó y caracteriza a estos clubes.
«A nivel captación, no podemos competir con River, Boca, San Lorenzo, Racing… ni con Morón. Cuando hacemos pruebas vienen 20 y en los otros clubes 200. Pero sí podemos hacer una diferencia en el interior, donde las chicas vienen por un sueño doble: el de jugar en Primera pero también el de estudiar», dijo hace algunos años el entonces entrenador de UAI Urquiza y hoy técnico de la Selección, Germán Portanova.
En 2009, cuando UAI Urquiza nació de la fusión entre Ferrocarril Urquiza y la Universidad Abierta Interamericana, Ricardo Pinela –vicepresidente y uno de los socios fundadores– contó el pedido de Julio Grondona: «No abandones el fútbol femenino».
En aquellos años, Boca ya era el líder indiscutido con 16 títulos ganados de 1991 a 2007. «Estábamos 15 goles abajo de Boca. La idea fue aplicar lo que trabajábamos en el fútbol masculino en el femenino y darle la misma importancia», señaló Pinela.
Fue así que, desde su concepción, UAI Urquiza basa su fútbol en el «modelo pseudoprofesional». Como explica Gabriela Garton –exarquera del Furgón y de la Selección argentina– en su libro Guerreras. Fútbol, mujeres y poder, el éxito deportivo inesperado para un club «tan chico”»se debe a la estructura económica y educativa única de la institución. UAI Urquiza ofreció, durante años, vivienda, educación y trabajo a sus jugadoras. «Era un modelo pseudoprofesional ya que ellas esencialmente vivían del fútbol, aunque no directamente con un contrato por practicarlo», explica Garton.
El equipo que ganó su último campeonato de Primera en 2019 –el cuarto de la institución– comenzó desde abajo. En 2008, su primer año, terminó anteúltimo. A partir de 2010 encaró un ascenso deportivo y en 2011 ya competía por el tercer puesto. Con el primer títulos en 2012, UAI Urquiza se posicionó permanentemente entre los mejores equipos de la liga femenina.
Con los logros deportivos empezaron a llegar jugadoras de otros equipos con experiencia en la Selección, que dejaban atrás clubes como Boca y River. Además, dirigentes y cuerpo técnico lograron captar talentos del Interior eludiendo la tentación de otros clubes importantes gracias a lo que ofrecía adentro y afuera de la cancha.
La defensora Miriam Mayorga, por ejemplo, se recibió de médica en 2018 en la UAI. Cuando llegó al club desde su Bariloche natal tenía 22 años. Y Mayorga, que estuvo en UAI Urquiza hasta 2020 y ahora juega en Boca, refleja lo que sucedió tras la semiprofesionalización en el fútbol femenino: varias jugadoras de UAI Urquiza –y otros clubes– emigraron hacia equipos de mayor presupuesto. Y éste es el modelo que presenta Boca, avalado por la estructura económica de un club grande.
Durante el amateurismo, y sobre todo en la década del ’90, el Xeneize ofrecía condiciones que otros clubes no podían. Garton explica en su libro que, durante aquellos años, las jugadoras de mejor nivel se iban a los clubes más grandes, atraídas no sólo por la oportunidad de ganar el torneo, sino también por el de recibir vivienda o viáticos. De este modo, las futbolistas dejaban a sus equipos anteriores, que tenían que comenzar otra vez de cero.
Actualmente, Boca es el único club que cuenta con un plantel 100% profesional. Y a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los clubes de Primera, Boca no les paga a sus futbolistas el mínimo que exige la AFA sino que en muchos casos triplica ese número. Esta diferencia después se traduce en la cancha.
Desde que el fútbol femenino es semiprofesional, Boca ganó tres de los cuatro torneos que se jugaron y, con 25 títulos, es el más ganador. «Los clubes que sacan diferencias futbolísticas son los que invierten más», señala la excapitana de Boca y actual entrenadora de las juveniles de la Selección argentina, Florencia Quiñones.
Además de sus modelos, UAI Urquiza y Boca tienen puntos en común que hacen que estén en lo más alto. Son equipos regulares y constantes. Cuentan con varias jugadoras de Selección y combinan experiencia y juventud. Andrea Ojeda y la revelación Kishi Nuñez dan prueba de eso en la delantera xeneize, así como Johana Masagli y Catalina Primo hacen lo suyo en «el Furgón». A eso se les suman dos cuerpos técnicos que siguieron estilos de juego similares al de sus predecesores.
Boca llega mejor a este final de torneo. UAI Urquiza perdió a una jugadora polifuncional y goleadora como Romina Núñez y no trajo a nadie que pudiera reemplazarla. Y la falta de gol en los últimos partidos levantaron las alarmas en Villa Lynch.
Del otro lado, Boca mantuvo a sus jugadoras estrellas –como Yamila Rodríguez– y además incorporó a Núñez que, con 16 años, se convirtió en la figura xeneize de los últimos partidos. Y a pesar de ser escoltas durante todo el torneo, saben que definirán el campeonato de locales, frente a su hinchada. «