“Putita rosarina”, le dice por lo bajo en un cambio de lado Felisa Piédrola a Mary Terán de Weiss, en plena final del Campeonato de la República de 1939 en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. Terán de Weiss no le contesta, pero le pide permiso al árbitro para retirarse un momento. Vuelve. Y pierde sin terminar el partido: 4-6, 7-5 y 4-0. Hija del bufetero y cuidador de las canchas del Rowing Club de Rosario, Terán de Weiss era vista de reojo en aquel ambiente elitista, incluso antes de su militancia peronista. Pero con su juego de fondo, menos técnico aunque más consistente, desplazó a Piédrola como tenista argentina Nº 1 en 1941, lo que repitió en 1944, 1946, 1947, 1948 y 1952. La rivalidad se acentuó durante el gobierno de Juan Domingo Perón. “Cuestiones ideológicas” y cierto favoritismo de la Asociación Argentina de Tenis (AAT). Aunque juntas ganaron el dobles femenino en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires 1951. El golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 que derrocó a Perón, del que se cumplen este miércoles 65 años, cambió la vida de Terán de Weiss, la tenista argentina perseguida, ocultada y olvidada.
Terán de Weiss se encontraba jugando el Abierto de Alemania Occidental cuando se produjo el golpe de Estado. Los militares de la “Revolución Libertadora” llamaron a los organizadores para que se le prohibiera seguir en el torneo. “Adhiere al régimen depuesto”, dijeron. En Argentina, mientras, le confiscaban el departamento de Belgrano y el negocio de ropa deportiva. Se mantuvo en el exilio en España. A pesar de los pedidos de la AAT, intervenida por los militares, la Federación Internacional de Tenis le permitió jugar torneos por Europa. La prensa argentina omitía sus triunfos. Antiperonismo. Regresó en 1959, con Arturo Frondizi en la presidencia. El “ambiente” se tomó revancha. En el Belgrano Athletic, su club después del Rowing, el portero le negó el ingreso. La rechazaron en otros. Habilitada, no podía competir. En 1963, River la inscribió en su equipo. Los demás se negaron a jugar contra River. Perón había colocado a los clubes, cuyos campos eran concesiones, bajo control del gobierno. Ella era la cara del tenis peronista. “Había un poco de abuso de poder y se ganó antipatías –cuenta Roberto Andersen, autor de la biografía Mary Terán de Weiss–. Pero, por otro lado, ella evitó que la CGT hiciera asados en las canchas de tenis y muchos otros males mayores”.
“Si a Evita no le perdonaban ser mujer –dijo Terán de Weiss, según cita la periodista Liliana Morelli en su libro Mujeres deportistas–, conmigo no iba a ser menos. Yo, además de peronista, era una mujer que había logrado destacarme mundialmente en un deporte que, acá, era exclusividad de una élite masculina y esas cosas en este país no se perdonan”.
Nadia Podoroska, rosarina como Terán de Weiss, es la actual Nº 1 argentina. A los 23 años ocupa el puesto 165º del ranking de la WTA. “Mary Terán de Weiss es una referente que tenemos de la que se sabe muy poco”, dice Podoroska, y amplía: “La conocí debido al nombre del estadio que está en Parque Roca, cuando fui a ver una Fed Cup de chica. Ahí me enteré, y me llamó la atención. ‘¿Una mujer tenista?’. Sólo conocía a Gaby Sabatini, la mayor referente. Y ahí empecé a buscar cosas, de curiosa, por mi cuenta. Me enteré de que hasta era rosarina como yo y que se tuvo que exiliar por peronista. Pero la conocí por el estadio”. Lo mismo le sucedió a Paola Suárez, número uno del mundo en dobles en 2002, ganadora de 48 títulos: “La primera vez que escuché su nombre fue cuando llamaron así a la cancha de Parque Roca y me contaron su historia”. El estadio ubicado en Villa Soldati recibió en 2007 el nombre “Mary Terán de Weiss”. En 2012, el Gobierno de la Ciudad, entonces a cargo de Mauricio Macri, y la AAT recibieron denuncias por omitir su nombre. “No hay que ponerse quisquilloso –alardeó Arturo Grimaldi, entonces presidente de la AAT–. No tengo nada contra la señora, pero hubiera preferido el nombre de alguien que una a los argentinos, no que los desuna”. El año pasado, en ocasión de una exhibición del tenista suizo Roger Federer, el gobierno de la Ciudad lo nombró “Arena Parque Roca”.
Terán de Weiss aún molesta. Los diarios la criticaron porque usaba polleras cortas y vestidos modernos con transparencias de Teddy Tinling, el diseñador del tenis en el siglo XX. Porque usaba aros, reloj, cadenas y pulseras de oro. Porque su belleza enamoró a Perón después de que muriera Evita (cuentan que le propuso casamiento y ella lo rechazó). Porque como directora de los campos deportivos municipales de la Ciudad de Buenos Aires popularizó el tenis. Porque durante la última dictadura, en 1980, organizó una campaña, juntó 5000 firmas y publicó una solicitada en La Nación en repudio a los agravios de la AAT en una disputa económica contra Guillermo Vilas.
Primera top ten argentina –en 1950, los periodistas británicos encargados del ranking la ubicaron Nº 10–, Terán de Weiss jugó 1100 partidos internacionales (ganó 832 entre singles y dobles mixto y femenino) y ganó 28 títulos. Venció a las mejores de su época, menos a Althea Gibson, primera tenista negra en obtener Wimbledon, en 1957. El 8 de diciembre de 1984 se suicidó tirándose desde el séptimo piso de un edificio en Mar del Plata. Tenía 66 años. “Estaba cansada de sufrir tantas injusticias –dijo Alfredo Terán, su sobrino–. La llamaban por teléfono, la amenazaban, fue una lucha permanente”. En febrero pasado, el Rowing, su club de Rosario, organizó la primera edición de la Copa Mary Terán de Weiss. Las tenistas jugaron con ropa blanca y raquetas de madera. Y recolectaron útiles y libros para donar a la Escuela Provincial Nº 1254, cercana a una calle del barrio La Cerámica: Mary Terán de Weiss.