A cuatro años de que conmocionara el fútbol argentino, la causa por presunto abuso sexual en las inferiores de Independiente entre 2017 y 2018 sigue en punto muerto en Tribunales: los abogados de los imputados interponen recursos dilatorios para ganar tiempo. El pricipal imputado, el exárbitro Martín Bustos -que volvió a tener una demanda en 2019, esta vez por grooming, contra jugadores de Newell’s-, sigue su vida fuera del fútbol: en 2018 dejó su casa en Escobar y el departamento en Villa Adelina, donde tenía encuentros sexuales por los cuales será juzgado.
Durante estos cuatro años estuvo en Trenque Lauquen, viajó a Mendoza y a Bariloche con sus padres, fue detenido en Rosario y vivió un tiempo en Posadas. A pocos kilómetros de la frontera con Paraguay, buscó el anonimato. Pasó tan desapercibido en un domicilio sobre la avenida Mitre que el dueño del departamento, un abogado, no estaba al tanto de que allí hubiera vivido, según explicó para este medio. Ahora, Bustos reside en San Isidro, cerca del lugar donde cometió los hechos de la causa.
Bustos vivió de chico en Trenque Lauquen y soñaba con ser futbolista como su papá. Cuando terminó el colegio se mudó a La Plata para estudiar Derecho. También inició el curso de arbitraje, como una manera de continuar vinculado a la pelota. Sus contactos le permitieron un trabajo en la Procuración General de la Nación.
En 2014, su papá fue condenado por abuso sexual simple reiterado. En Trenque Lauquen nadie podía creer cómo aquel simpático vecino y hábil jugador que se destacó en Ferro de Trenque Lauquen en 1985 había cometido esa atrocidad. El Negro, como le decían, entrenaba a jóvenes en el club Argentino y era el chofer de chicos con capacidades diferentes. Al no tener antecedentes penales, recibió una condena de tres años en suspenso y la imposibilidad de volver a trabajar con menores. Como personas no gratas de la localidad, el matrimonio Bustos se mudó a la casa de su hijo Martín en el barrio privado Haras de Santa María en Escobar.
Esa época tampoco fue fácil: el árbitro se enteró que tenía HIV y fue desplazado de la Procuración General por adulterar expedientes. Su carrera como referí siguió mucho mejor: llegó a ser juez de línea de la B Nacional y cuarto árbitro en Primera. En junio de 2017 recibió un piedrazo en Atlético Paraná-All Boys. Sus colegas se solidarizaron y comenzó a integrar la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Árbitros (AAA). El titular, Federico Beligoy, lo consideraba “un chico correcto con un montón de amigos”. Uno de los más cercanos era Germán Delfino, quien fue consultado para esta nota y no quiso expedirse.
Además de la casa con sus padres, Bustos empezó a alquilar en Villa Adelina. Ahí fue abusado un juvenil de Independiente en noviembre de 2017, según el expediente. Ya había sido víctima de otros dos imputados: Leonardo Cohen Arazi, a cambio de un pasaje para dejar la pensión y visitar a su familia, y Juan Díaz Vallone.
En febrero de 2018, a través de su página en Facebook, donde se mostraba como árbitro, contactó a otro juvenil que vivía en la pensión de Independiente. Le preguntó la edad y la categoría y el joven de 15 años no le respondió. Días después insistió con otros, a quienes les ponderaba sus habilidades futbolísticas, pero no le siguieron la conversación. Uno de ellos reconoció que se dio cuenta que se trataba de un “tottus”, como los llamaban en la pensión a los “pedófilos”.
En marzo de 2018, Bustos buscó a dos jugadores y los llevó a su departamento. Uno tenía 14 años y era de los de peor condición económica. Recibió 800 pesos y fue abusado. Al otro le cargó la tarjeta SUBE. Este fue el hecho que destapó la causa con 13 víctimas vinculadas a las inferiores de Independiente y 6 imputados. Cuando el chico de 14 años contó quién lo había contactado, mostró el número de celular. Lo tenía agendado como “Martín San Isidro”. El 24 de marzo fue detenido en el barrio Los Troncos del Talar de Pacheco. Con su detención, los padres tuvieron que dejar el barrio de Haras de Santa María, donde los vecinos estaban escandalizados, y regresaron a Trenque Lauquen.
El primer abogado de Bustos fue Carlos Beldi. Se enteró del allanamiento por los medios y, antes de que llegue la Policía, rompió el celular a martillazos. La Justicia nunca pudo reconstruir el contenido de ese dispositivo, el cual podría llegar a probar el vínculo de Bustos con los otros imputados e, incluso, aportar nuevos nombres. Beldi fue detenido por encubrimiento.
Bustos se negó a declarar y buscó un nuevo defensor. Sus amigos referís de la AAA se involucraron: Delfino llamó a un dirigente de Independiente para que “aflojaran” y otro le recomendó al penalista Julio Chavarría. El abogado afirmó que los hechos de su defendido eran “repugnantes”, pero que le importaba si constituían delito o no. Dijo que las víctimas “habían tomado el camino equivocado”, que eran “prostitutos” y habló de “contagios” entre los juveniles.
En septiembre de 2018 logró la libertad de su cliente tras un fallo de la Cámara de Lomas de Zamora que caratuló a la investigación como “promoción a la corrupción de menores”, un delito excarcelable. Pero la causa por abuso sexual sigue abierta y fue elevada a juicio.
Mientras tanto, en 2019, Bustos creó una cuenta de Instagram (@losmasajesdeportivos) y entre sus 2 mil seguidos incluyó a juveniles de varios clubes ofreciendo “servicio de masajes descontracturantes y relajantes”.
El 24 de mayo de 2019 contactó a un juvenil de Newell’s que estaba lesionado. Le escribió: “Hola crack, ¿cómo andas? Me llamo Martín, soy exfutbolista y actualmente soy masajista deportivo. Te quería ofrecer una sesión para que conozcas mi servicio”. Luego le dijo que se llamaba Martín Lucero. En su foto de perfil de Whatsapp tenía una imagen donde se veía que era él. El juvenil sospechó de la situación y se lo comentó al psicólogo de la pensión, Julián Pagliarecci, quien siguió la conversación. “No hables nada con el coordinador, yo consigo un lugar tranqui”, escribió Bustos y luego le dijo que se podrían sumar otros amigos de él: “Si son 4 o 5 no nos va a dar el tiempo y no me va a dar la energía”.
El 9 de junio, Bustos alquiló un departamento por Airbnb para una noche y citó a los chicos. Llegó al domicilio 15 minutos antes del horario pactado, pero fue interceptado por la Unidad de Delitos Sexuales de Rosario. El supuesto kinesiólogo apenas tenía una crema Natura, el departamento estaba lejos de ser un consultorio y la “agenda cargada” que dijo al momento de la detención no la pudo demostrar.
Firmó un juicio abreviado por grooming. “El día de la audicencia estaba muy agresivo”, recuerda una empleada judicial. Si bien la causa sigue abierta, no volvió a Rosario siquiera para recuperar el Chevrolet que le confiscaron. Estuvo detenido 90 días por prisión preventiva y recuperó su libertad.
Con diferentes finales, quedó registrado el contacto de Bustos por redes sociales con juveniles en 2017, 2018 y 2019. Si bien la causa de Independiente ya fue elevada a juicio, cuatro años después todavía no está definido cuál será el tribunal del juicio. Como buen árbitro, aún logra escapar a la pena máxima: el penal.
Con la colaboración de Leandro De Mora.