Mientras el mediocampista de Platense prendió la alarma de la depresión y el suicidio, el delantero de Colón lucha con la adicción a la cocaína. Son las enfermedades desatendidas en el "úselo y tírelo" del negocio.
“Faltó a dos entrenamientos. Le dije que le daba una posibilidad y le di dos. Ya está. Tiene que hablar con la gente del club. Yo no soy psicólogo”, dijo Néstor Gorosito, entrenador de Colón, el 17 de marzo. Tres días después, un auto de Brian Fernández apareció abandonado, los vidrios rotos, sin una rueda, en el barrio Altos de Noguera de Santa Fe. El año pasado había estado un mes internado en una clínica por un “brote psicótico”. La policía lo detuvo cuando le tiraba piedras a un colectivo. Un hincha lo había insultado desde una ventana. Hermano de Leandro Fernández (Universidad de Chile), Nicolás “Uvita” Fernández (Defensa y Justicia) y Juan Cruz Villagra (Excursionistas), Brian Fernández deseó alguna vez poder ser como ellos. Pero siente, confesó, “un rompecabezas” en la mente. “Ya toqué fondo”, había advertido a principios de año, antes de que se reincoparase a Colón. Quizá, no.
“Colón y Gorosito terminaron de soltarle la mano a Brian -dijo Osvaldo Chiarlo, su psicólogo-. Como sociedad estamos totalmente inmaduros, somos unos caretas. Brian nos enseña lo que sucede en muchas personas que vivimos en esta cultura consumista del fútbol. Hay personas que desarrollan una dependencia y tienen períodos en los que, ante diferentes factores, aparecen los síntomas. La diferencia es que los consumos problemáticos están atravesados por lo ‘moral’ y las recaídas no se permiten”. Fernández jugó su último partido el 31 de agosto de 2022, en Ferro, 27 minutos ante Deportivo Riestra por el Nacional. Había vuelto después de seis meses en Deportivo Madryn. Porque en 2021, aun con recaídas y ausencias, marcó 14 goles en 23 partidos en Ferro. En el fútbol también habita la cultura del descarte. Los jugadores son objetos intercambiables. “Cuando aparezca muerto Brian Fernández -escribió el periodista Mariano Verrina-, van a hablar un par de días de la vorágine del fútbol, van a hacer notas con casos similares, quizá citen a algún psicólogo deportivo y habrá sentidos homenajes”. Mismas palabras se pueden leer con Alexis Sabella. Hoy este, mañana otro. ¿Cuánto cambió en el fútbol tras el suicidio, hace dos años, de Santiago “El Morro” García?
El domingo, Alexis Sabella -nacido en Florentino Ameghino, noroeste de la provincia de Buenos Aires- borró todas sus publicaciones de Instagram, puso una foto de perfil toda negra y escribió en un post: “Me duele mucho no tener más ganas”. No era la primera vez que daba señales: el año pasado había admitido que había perdido confianza después de que lo subieran a la Reserva de San Lorenzo y lo cambiaran de posición. El “ambiente” reaccionó: Sabella les respondió a los psicólogos de Platense y San Lorenzo que quería “descargarse”. El fútbol es un embudo en el que la grandísima mayoría de los aspirantes a jugadores profesionales no entra. Y no todos soportan de la misma manera quedarse afuera, esa adversidad. No hay por qué, más si también en la mayoría de las ocasiones no son preparados ni contenidos desde las emociones. En los 11 partidos de Platense en 2023, Sabella jugó 31 minutos (22 en la última fecha, ante Barracas Central, después de la foto en Instagram). En seis no fue convocado.
Martín Palermo habló hasta casi quebrarse de Alexis en la conferencia post derrota 1-0 en Barracas. Como técnico de Platense y como padre de Ryduan Palermo, 26 años, hoy peleándola en el Villacidrese del ascenso de Italia. “Hay que concientizarlos en todo a los chicos, desde inferiores, y creer que esto no es de vida o muerte, sino tomar lo lindo y pasional que es el fútbol argentino, pero saber que en cada jugador hay una persona. Ellos eligieron esta carrera por pasión, y a veces no tienen esa contención o formación de saber qué va a venir después”, expuso Palermo. “Como entrenadores, cuerpo médico y psicólogos estamos para ayudarlos, para acompañarlos. Saber que lo que se escucha, eso de ‘los jugadores son millonarios y después en la cancha no dan lo que tienen que dar’… Tienen la misma responsabilidad que cualquier trabajador. La carrera del jugador es corta, hay muchas exigencias y responsabilidades. Son seres humanos como cualquier persona. Atrás de la cancha y la exposición, tienen una vida. Y en esa vida necesitan contención, amor y que los guíen por este camino”.
El 4 de abril pasado se cumplieron 23 años del sucidio de Mirko Saric, el futbolista de San Lorenzo que había pretendido el Real Madrid. “Tu gran preocupación fue siempre no entender que existía gente mala”, posteó Martín Saric, su hermano, en Instagram. Oscar Ruggeri, último DT de Saric en San Lorenzo, más de una vez se mofó de las personas que acuden a terapia desde la “patria panelista”. De la salud mental. Ruggeri puede ser un padre, un tío, un abuelo.
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