Por Ricardo Gotta
Que Messi jugó apenas tres partidos enestas eliminatorias rumbo a Rusia 2018 y que tanto su presencia como su ausencia es inmanejable.
Estuvo en el Centenario de Montevideo y su indomable creatividad abrió la puerta al triunfo argentino, en una jugada mágica. El resto acompañó y cerró la puerta. No estuvo ni en Venezuela ni anoche en el remozado Nacional de Lima. Y la Selección otra vez demostró que no sabe jugar sin él.
Se dirá que no es fácil prescindir del mejor del mundo. Se debe decir también que no es inmortal y que eso plantea un dilema que obliga a generar una respuesta. Quedarse sólo con el problema, es resignarse a penar, como se penó anoche en el 2-2 ante Perú.
Déjame que te diga la gloria
Que no tuvo esta Argentina. Según su flamante técnico Edgardo Bauza se debió a que nos costó hacer circular la pelota, control el juego. Fuimos muy imprecisos. El entrenador habla de control de juego. Más adelante hablaría de equilibrio. Y hasta elogió la osadía del rival. Suena contradictorio. Su equipo se preocupó tanto por el orden y el equilibrio que se tornó en uno de los más previsibles, aburridos y vulnerablse de los últimos que vistieron esa camiseta.
Del ensueño que evoca la memoria
De aquellos equipos que se vindican protagonistas y que usan la pelota para cumplir su cometido.
Pero Bauza está afiliado a otras teorías. Y tiene su derecho, Pero, también naturalmente, debe hallarse en ese pecado la razón de que su equipo no se instale en la alternativa del camino del riesgo y lo imprevisible. No. Él es Edgardo Bauza. Y ante la disyuntiva de no contar con Messi, puesto el Patón a aprobar el recurrente examen de los técnicos de la Selección, lo hizo con la táctica entre ceja y ceja. Búsqueda del equilibrio en sus volantes más defensivos. Defensa atenta y con escasa libertad para zambullirse al ataque. Cuatro hombres de ataque, escalonados, pero sin dinámica, estratificados en su zona, obligados por un libreto.
Del viejo puente, del río y la alameda.
A la Argentina le salía el partido. No lo había protagonizado. No más que dos veces esa partitura se rompió. La Argentina hizo dos goles.
Dejame que te cuente limeño
Que Bauza frunce el ceño. Camina hacia sus costados y blasfema o reflexiona, pero sin estridencias. Sobrio traje, con modesta corbata. Estilo mesurado. La elegancia justa, la vehemencia imprescindible, la racionalidad con el sabor de lo exagerado. Si algo no funciona como estaba previsto, lo único que queda es padecerlo. Sus equipos son como es él. Elige el paso por el que transita. Cree que es la mejor forma de llegar al triunfo. Y así le va: es el técnico argentino que más títulos coleccionó en el último tiempo.
Ahora que aún perfuma el recuerdo
Es justo puntualizar que Bauza no es único responsable de la desagradable actuación argentina del segundo tiempo ante Perú, aunque sí sea él quien armó un equipo sin creativos que intentaran reemplazar a Messi y que luego demorase en ponerlos en la cancha: la prueba está que cuando lo hizo, armaron al menos, la jugada del segundo gol.
Pero Bauza no se mandó las chambonadas defensivas. Tantas que inevitablemente debía cumplirse el veredicto de la vulnerabilidad, como en el primer gol peruano. Ni fue él quien le indicó a Mascherano, justamente a Mascherano, que cometiese un error de colegial para el segundo tanto ajeno. Reconoció el técnico, un tipo al que se le debe hacer el honor de reconocer su inteligencia y su honestidad intelectual, que Banegas ingresó para manejar la pelota y hacer que fuera más limpia. No dijo porqué no lo puso antes. Y adujo que intentó saldar la imprecisión con cambio de Correa, pero admitió que no le salió y que la suerte estaba echada.
Ahora que aún se mece en un sueño
Es preciso recordar que Argentina, aunque sea por diferencia de gol, está quinta en la clasificación y que ese lugar la enviaría eventualmente a un repechaje para buscar un sitio en Rusia 2018. Pero si mira para arriba, los cinco primeros están entrelazados en tres puntos. Y que los de abajo están quedando natural y merecidamente lejos. Y que resta tanto como lo que jugó. Y que, claro, que es factible que el equipo se amolde al estilo pragmático de su entrenador. Un estilo que si no brilla, al menos es eficaz.
Ay, deja que te diga, moreno, mi pensamiento
Que es imprescindible volver a gozar con la genial imprevisibilidad de Messi.
Este periodista varias veces escuchó decir que Brasil en 1962 salió campeón del Mundo, aun cuando se lesionó Pelé, nada menos. Tantas veces lo escuchó como pensó que en ese plantel del Scratch quedaban bestias infinitas como Didí, Zito, Zagalo, Garrincha, Vavá y Amarildo.
En fin. Tal vez, el Patón se haya ido a descansar, también él, deseando que Messi se reponga pronto. Mientras en Lima replicaban los acordes de La Flor de la Canela, una antiquísima expresión para ponderar la exquisitez o la excelencia.
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