Sin dudas, el Mundial de Qatar será inolvidable. Por la final de todos los tiempos, por Messi, el Dibu, Scaloni. Pero también por otras apostillas que dieron un condimento especial para sentir aún más el logro histórico que, al menos por unos días, unificó al país.
De brujerías, cábalas y mufas
Ocurrió desde el primer partido. Que las brujas, que poner la torre Eiffel en el freezer, que las técnicas funcionarios. Hasta se dieron polémicas entre «corrientes» de brujas y brujos discutiéndose qué funciona y qué no, nombrando técnicas como Ley de Atracción, llamas de colores, psicomagia.
En el medio, las cábalas. Gente que no podía cambiar el lugar de la casa (lo puso como justificativo el propio presidente Alberto Fernández al explicar por qué no viajaba a la final en Qatar) o la vestimenta (¿como Antonella en cada partido, con la misma camiseta violeta y pantalones blancos?); estuvieron quienes por cábala vieron cada encuentro en un lugar diferente, o incluso aquellos que tuvieron como cábala no ver los partidos.
Lo colectivo de esos gestos no parece consistir en creer que lo que hace uno va a sacar a Argentina campeón, sino el sentimiento de ser parte de algo, de dar un granito de arena en la gesta histórica sobre ese desierto lejano.
También fue el mundial donde la palabra “mufa” salió a relucirse. Sobre todo en la figura del ex presidente Mauricio Macri, a partir de su presencia en el primer partido, que fue derrota ante Arabia Saudita. Ayer también fue el desahogo de varios de sus seguidores queriendo convencer al resto que efectivamente su líder no es mufa. Aunque del otro lado se respondía con que sus imágenes junto con líderes políticas de los rivales de turno permitió que la mufa caiga sobre esos países.
Dirigentes cercanos a Macri, como Federico Pinedo, salieron a defenderlo poniendo imágenes viejas del ex presidente con Messi, como si fuesen de ahora. Lo curioso es cómo esa acusación caló tan hondo en el macrismo, por sobre otras teóricamente más fuertes, asociadas a la corrupción o al espionaje o al endeudamiento. Quizás deba tomar nota el oficialismo nacional, si lograsen superar en algún momento el internismo.
Huellas en la piel
Se sabe que el mundial es una inyección económica para diferentes sectores. Camisetas agotadas, picadas que el domingo multiplicaron sus ventas, cotillón. Pero hay otro rubro que pica en punta tras el trofeo: el de los tatuajes. Serán tatuajes Messi con la Copa, la atajada final del Dibu, la fecha 18 12 23.
Algunos, confiados, arrancaron durante el mismo torneo. Como el que se tatuó el resultado de cada partido que iba teniendo Argentina.
Y también fue el mundial de los festejos alocados, la pasión nacional, el país que por un día pareció unirse. Con reacciones de todo tipo, de la gente, de comerciantes:
Vulgares
El Messi más maradoniano. “Anda pa’llá bobo” será una frase inmortalizada. Las notas periodísticas de la prensa hegemónica criticando la actitud “vulgar” del 10 también quedará en la historia. El mundial como reflejo de posturas sociales y culturales de un sector antipopular de la Argentina que ni el fútbol pudo evitar.
Diarios estadounidenses preguntándose por qué no hay jugadores de color en la selección. La vuelta del debate acerca de la historia de la población afro en la Argentina.
El Topo Gigio a Van Gaal. La sensación de estar representando a un sector del mundo en la lucha contra la altanería de los países del norte. Ese anticolonialismo pareció resurgir como nunca antes en los últimos mundiales con Marruecos llegando a las semis por primera vez en la historia de África, y también por los apoyos de millones de personas que tuvo Argentina con la población de La India, Pakistán y, sobre todo, Bangladesh.
El hit y la argentinidad
“Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”. El de Qatar fue el mundial del hit. A tal punto que La Mosca recobró protagonismo popular y tocó el domingo en la explanada del CCK.
Fernando Romero, un docente de 30 años que vive en la zona oeste del conurbano bonaerense, es el autor de la versión. «Es el primer Mundial desde que se murió Diego y quería hacer un tema que deje de lado esa comparación y competencia constante que hubo durante tanto tiempo entre Messi y Maradona. Los dos son nuestros”, explicó.
“Ya el día que salió al aire nos dijimos con los chicos que ya no nos pertenecía el tema, era de todos”, contó a Infobae sobre el hit que cantó ante las cámaras de TyC Sports –por una propuesta del periodista Matías Pelliccioni– en la previa del 3-0 de Argentina ante Bolivia tras conquistar la Copa América.
“Ese mismo día a los 10 minutos del aire ya el celular me estaba explotando. Fue una locura. Me acuerdo de algunos famosos como Peque Schwartzman o Duki que compartían el video de la canción. Explotó por todos lados. Fue el primer boom. Y el otro boom fue el día de la Finalíssima cuando los jugadores la cantaron, esa fue una de las veces que más me sorprendí. La cantaron en plena cancha después de conseguir un título. Me quedé en el aire”, reconoció este fanático de Racing que lleva más de 20 años sin ver a la Selección en cancha: “Para mí es sinónimo de familia, juntarme con amigos”.
Al ser un tema con una letra tan contextual, ya fue reversionado con la actualización de la tercera copa obtenida:
El Mundial de las redes
Abuela, la la la la la. Fue uno de los primeros personajes en masificarse en redes. Se llama Cristina, tiene 76 años y se popularizó al bajar a la esquina del barrio a festejar con “Los pibes de Luro”, quienes empezaron a hacerle el cantito. Fanática de Messi, no veía los partidos por cábala. Después se comprobó que también es fana de Eduardo Feinmann. Pero el fervor mundialista y la unidad nacional se permiten ciertas licencias.
Qatar fue el mundial de las redes. Tendencias que se instalaron. Coberturas. La espera eterna del sábado que se vivió de manera colectiva por Twitter. La difusión de personajes como Bono, el arquero “argento” de Marruecos, fana de River, con su perro llamado Ariel en honor al Burrito Ortega, y de perfecto español, aprendido en el Atlético de Madrid del Cholo Simeone y el Mono Burgos.
Incluso fue el mundial en el que los propios jugadores mostraron su mundo íntimo a través de vivos. Desde aquel de Messi, De Paul, Papu Gómez y compañía con el Kun Agüero, hasta el de este domingo con Otamendi hablando y mostrando el clímax del vestuario tras ser campeones del mundo.
Qatar no está ajeno a estos tiempos, donde la mediación entre protagonistas y público evita cada vez más a los medios. La llegada directa. Posiblemente, el mundial más siglo XXI de estos tiempos. En las tierras árabes más occidentalizadas, que tuvieron desde los estadios más lujosos construidos en desiertos por miles de trabajadores precarizados (con cientos de accidentes en el camino, algunos fatales), hasta el 974 Stadium: la primera sede totalmente desmontable en la historia de la Copa Mundial de la FIFA.
El estadio cuenta con una capacidad para 40 mil espectadores y su nombre aludió a los 974 contenedores CIMC con los que edificaron el estadio, que representa el código de marcación internacional de Qatar (+974). Sus 974 containers ya fueron desmontados. En Qatar el Mundial ya terminó. En Argentina será eterno.