Todavía en La Plata se pueden ver camisetas de Estudiantes marca Olan con el sponsor BCP. Banco de Crédito Provincial. Fue la que se usó en el ascenso de 1995. La historia del BCP genera otros recuerdos, más oscuros. El banco de los hermanos Francisco y Pablo Trusso, de estrechos vínculos con la Iglesia, terminó en la quiebra tiempo después con miles de ahorristas como víctimas. La investigación por estafas con fondos del Arzobispado porteño se extendió por años. Los banqueros tuvieron una breve temporada en la cárcel. El caso ocupó durante un tiempo la tapa de los diarios. Para los hinchas de Estudiantes esa camiseta no se mancha.
En los noventas, Gimnasia tuvo en su pecho al Banco Municipal de La Plata, que en 2003 fue absorbido por el Banco Provincia. Ferro jugó con el Banco Patricios sobre el verde de la camiseta, también en los finales del menemismo. La quiebra del Banco Patricios, cuyo gerente general era Sergio Szpolski, dejó un tendal de víctimas entre clientes y trabajadores. Y todavía no había llegado el 2001, la estafa bancaria denominada corralito.
Mucho antes de las apuestas online y las criptomonedas, los bancos buscaban al fútbol como socio. Los clubes necesitaban plata, los bancos necesitaban ablandar su imagen, aparecer simpáticos, ser vinculados a la pasión. Hasta que Racing, con la quiebra decretada, tuvo al Banco Provincia en 1999 no era común llevar en el pecho entidades financieras. Hay unos pocos antecedentes: Cooperativa Saenz Peña en Estudiantes de Caseros, Banco Juncal en Huracán, Carta Credencial -una tarjeta- en River. Después llegó la expansión. Banco Macro desembarcó en Racing y Tigre, el club donde se mantiene firme desde 2007, un vínculo intocable por la relación entre Sergio Massa y el banquero Jorge Brito, ya fallecido. Después del Macro, Racing jugó en 2010 con una camiseta limpia que en realidad era auspiciada por el Banco Hipotecario, la que luego derivó en la campaña Dueño de una pasión. El Banco Ciudad estuvo en San Lorenzo, Huracán y Newell’s. Y el pico fue cuando BBVA cerró a Boca y River.
En 2016, los bancos todavía gobernaban las camisetas del fútbol argentino. Ese mapa se modificó. En el actual campeonato, de las 28 camisetas de Primera sólo tres tienen un banco como su sponsor principal: Tigre con Macro, Talleres con ICBC y Central Córdoba con el Banco Santiago del Estero. Tres equipos tienen a Rapicuotas: Defensa y Justicia, Gimnasia y Atlético Tucumán. Patronato está cerca, tiene a ESCO, una firma que ofrece planes de ahorro. Hay dos camisetas con la casa de apuestas online BPlay: Estudiantes y Vélez. Boca y River viraron hacia aerolíneas, una qatarí y la otra turca. En ese negocio está Racing con Aeroset, una firma de respuestos de aviones. San Lorenzo, sin un acuerdo comercial, lleva el logo de la UNESCO. Independiente y Banfield no cerraron todavía con ninguna marca.
Los equipos rosarinos tienen al complejo City Center, con casino, hotel y centro de convenciones. Aldosivi muestra al Uthgra Sasso, el hotel marplatense del sindicato gastronómico que lidera Luis Barrionuevo. Unión va con la de OSPAT, la obra social del turf, y Colón con una empresa de cable e internet, Cablevideo Digital. Barracas Central mantiene un clásico, La Nueva Seguros. Platense también tiene una empresa de ese ramo, Escudo Seguros. Naldo, una casa de electrodomésticos, auspicia a Sarmiento. Arsenal lleva a Secco, la firma de gaseosas del dirigente santiagueño Guillermo Raed. La empresa de transportes CATA sigue en la camiseta de Godoy Cruz y Mapei, una firma de la construcción, en la de Lanús. La rareza la entrega Argentinos, que tiene de sponsor la serie sobre Maradona, Sueño Bendito. Y la novedad de este tiempo la da Huracán, auspiciado por Decrypto.
Esa cartografía entrega un pantallazo de época. Son los equipos que juegan la Copa Binance, empresa del mundo cripto. Como también lo es Socios.com, main sponsor de la AFA hasta fines del año pasado, una ruptura de contrato que se discute judicialmente. El dinero en el fútbol comienza a circular desde ahí. En España se prendieron alertas. La Comisión Nacional del Mercado de Valores comenzó a controlar la publicidad de criptmonedas. No sólo por los clubes, también por los influencers. Después de que Andrés Iniesta promocionara a Binance en Twitter, la CNMV le advirtió que esas inversiones conllevan un riesgo importante y que lo mejor es informarse bien antes de hacerlo o recomendar que otros lo hagan. Algo similar se discute en Gran Bretaña, donde el gobierno frenó una publicidad del Arsenal por “aprovecharse de la inexperiencia o credulidad de los consumidores, trivializando la inversión en criptoactivos”.
Ahora son las criptomonedas, antes los créditos al instante, el ahorro en un banco, el seguro. El fútbol vende lo que hay, lo que ofrece el capitalismo. No le podía faltar una estafa piramidal. Si existió un Trusso, también iba a existir un Cositorto.