El Día de la Lealtad riquelmista -el 25 de junio de 2023, partido homenaje-despedida de Juan Román Riquelme-, Fernando Gago metió el último gol de la selección argentina en el “triunfo” 5-3 de Boca. Aquella noche, Gago evitó ponerse la camiseta azul y amarilla: era el entrenador de Racing y no quería comprarse un problema. Riquelme registró el gesto de respeto. Le cayó bien. “Es una persona con la que compartí muchísimos años. Es el ídolo máximo de este club, le dio mucho a la historia de Boca. Y nos llenó mucho el ojo al futbolista argentino, y eso va a quedar en el recuerdo por siempre”, había dicho Gago acerca de Riquelme en uno de los vestuarios de la Bombonera, antes de salir al campo de juego. Después de la salida de Diego Martínez, Gago se convertirá en el sexto entrenador de la gestión Riquelme, primero como vice y ahora como presidente. Gago debutará con el traje de DT bostero el sábado próximo, cuando su Boca visite, desde las 19:15, a Tigre en Victoria por la fecha 18 de la Liga 2024, partido previo a los cuartos de final de la Copa Argentina contra Gimnasia La Plata.
En un fútbol en el que los millones tuercen las decisiones, Gago salió de Chivas de Guadalajara a través de la “cláusula de rescisión” -cobrará la mitad de lo que ganaba en México- para volver al club al que conoce desde 1996, cuando tenía diez años y entró en las infantiles. Ahora firmará un contrato hasta diciembre de 2025. Más de una vez, mientras jugaba en Primera, repartiendo pelotas con su elegancia clásica -de ahí el apodo de “Pintita”-, Gago recordó, a partir de una jugada o una situación de juego, un partido contra Flandria en infantiles, a los diez años, en Casa Amarilla. O cualquiera de aquellos años. “Es el amor a jugar, a jugar a la pelota. El fútbol fue mi profesión, mi educación en gran parte de mi vida, pero también fue el amor de jugar”, aceptó Gago en 2021, ya DT, entonces de Aldosivi de Mar del Plata, en su capítulo de Contar la vida, serie conducida por el escritor Eduardo Sacheri, con quien leyó el cuento “La mujer más pequeña del mundo”, de Clarice Lispector. Un hallazgo de archivo: en sus primeros años como presidente de Boca, Mauricio Macri intentó privatizar las inferiores. El programa “Cara y Ceca”, de TyC Sports, les preguntó a los juveniles qué opinaban. Habló un tal Fernando Gago, quien era suplente en la Novena División: “No me gustaría, porque por ahí te obligan a jugar en un club que vos no querés, y me gustaría ser libre de jugar donde yo quiera”.
Además de avanzar a la semi de la Copa Argentina, Gago tendrá como objetivo cercano asegurar la clasificación de Boca a la Libertadores 2025. En el horizonte aparece el primer Mundial de Clubes con 32 equipos, que se disputará entre junio y julio en Estados Unidos. Cuentan que Gago ya lo proyecta: que llamó a Leandro Paredes, hoy en la Roma, porque un viejo 5 puede atraer a un actual 5. Con la elección de Gago, Riquelme conserva un entrenador con conexión con las inferiores, con el Boca Predio, pero acaso cambie en el perfil, que despierta algún resquemor entre una parte minoritaria de los bosteros: Gago impone órdenes y reglas de convivencia, desde la balanza para pesarse antes de cada entrenamiento y las multas por las llegadas tarde, hasta el convencimiento por un estilo de juego ágil y ofensivo, aunque también mecánico, con el 4-3-3 con “extremos” como dibujo favorito. Llega después de que las críticas le tocaran la puerta entre los propios. ¿Repetirán algunos, sin fundamento, que tal juega por Riquelme o, peor, que el presidente de Boca “arma” el equipo? Hombre de la casa, a excepción de Miguel Ángel Russo, Gago será el primer DT del Riquelme-dirigente en dirigir a Boca como un paso natural en su carrera y no como la oportunidad de su vida. Hacia adentro, entre los futbolistas, inteligentes y mañosos, también pesa que haya sido un futbolista de élite: a los 20 años llegó al Real Madrid y jugó la final de la Copa del Mundo de Brasil 2014.
A propósito de su experiencia como DT de Racing, con el que levantó el Trofeo de Campeones y la Supercopa Internacional -en finales frente a Boca- pero en el que cedió en la recordada última fecha de la Liga 2022 -Boca se coronó campeón-, tras su salida, Alejandro Wall escribió en Tiempo: “Gago, que mejoró jugadores, que subió juveniles, que diseñó un equipo que tuvo buenos partidos, que compitió y que perdió, nunca construyó una narrativa. No lo hicieron los jugadores, no lo hizo tampoco ningún dirigente. Nadie indicó hacia dónde se iba”. Gago sabe que uno de los mayores capitales de un entrenador es convencer a los futbolistas, pero que Boca exige valor agregado. También sabe salir de malas y bravas: de las 23 lesiones sufridas, cuatro precipitaron su retiro a los 34 años (hoy tiene 38): rotura de ligamentos de la rodilla derecha y tres del tendón de Aquiles, dos en el del pie izquierdo y una en el del derecho.
“Lo externo, el declarar, el salir. Cada tanto hay algo de lo que se pueden agarrar y pueden decir cosas que influyen dentro del grupo. De mí llegaron a decir que me había peleado en el vestuario, y estaba tomando mate con el chico con el que habían dicho que me había peleado, y nos estábamos cagando de risa. Hay que tener mucho cuidado con lo externo. Jugador tenés que ser las 24 horas”, respondió en 2019 cuando le preguntaron qué era lo más difícil de manejar en el “mundo Boca”. Quizá por eso haya dejado inactiva su cuenta de Twitter en 2017, antes incluso de la final de la Libertadores 2018 ante River en Madrid. Su “yo digital”, igual, presagió el futuro: en el último tuit que publicó, el 29 de diciembre de 2017, lo vemos trotar en Casa Amarilla después de la última rotura del tendón de Aquiles. Y un mensaje: “Cada vez falta menos! #BocaJuniors”.