Tras el título en el Preolímpico, Batista reivindica el "proyecto a diez años" de las juveniles de la AFA y traza su horizonte. "Si no hay cinco jugadores por camada en la mayor, el trabajo está inconcluso", dice el DT de la Sub 20 y Sub 23.
–¿Qué te apasiona de dirigir a los juveniles?
–Dejar algo a un chico, transmitir y enseñar cosas que trascienden lo futbolístico, como el respeto y los valores. Hoy se han perdido muchas cosas, como saludar, respetar a la persona mayor. Después, lógicamente, tratamos de trasmitir desde lo futbolístico. Me apasiona ver chicos que tuve a los 8 o 9 años y hoy están en Primera o Selección.
–¿Por qué no te gusta hablar de cracks?
–A mí me gusta recorrer y a veces vemos a un chico de 8 o 10 años y decimos «este es un crack». La palabra es grande y pesada por todo lo que envuelve. El pibe dice que es un crack, la familia dice que tiene un crack y la verdad es que cracks son Maradona o Messi. Es una palabra muy pesada cuando sos chico porque el camino del profesional es muy largo. En algún momento vas a tener un altibajo o aparece otro que juega mejor, ¿y entonces cómo le decís a ese pibe que no juega más si él, además, piensa que es un crack? Hay grandísimos jugadores y diferentes, pero los cracks que yo vi son dos: Maradona y Messi.
–¿Es una carga?
–Sí, y a la vez es normal. Es algo que solemos decir sin darnos cuenta de que es una mochila pesada. Le decís que es un crack, todos lo repiten y ¿quién no se la creyó en algún momento? Cuando se habla de chicos hay que decir que juega bien, tiene que seguir creciendo y hay mucho para mejorar. Si a un pibe de 10 años le decís crack, ¿qué le queda cuando tenga 20?
–También conviven con las cifras millonarias que podrían pagar por su transferencia.
–Cuando tenés 18 o 20 años, no estás preparado para que aparezca una oferta de 20 millones de dólares. Nadie está preparado para eso. Ni el más ni el menos inteligente. Son cifras que mueven a cualquiera. Y más a los chicos que están en etapa de crecimiento y de formación de carácter.
–¿Es la idea de salvarse?
–Muchas veces se piensa en esa idea, pero no todos juegan al fútbol ni tienen la posibilidad de llegar a Primera ni tener un pase a Europa. Lo importante es entender que ser futbolista es un trabajo porque tenés un horario y obligaciones más allá de mover pasiones. Por eso hay que prepararse y saber que podes llegar. Y si no lo lográs, tenés la vida por delante y podés ser contador, arquitecto o lo que sea. La vida no se termina si no no sos jugador de fútbol.
–¿Qué es un proyecto de fútbol?
–Es un funcionamiento general de un proceso de formación de jugadores. Un proyecto abarca el aspecto futbolístico pero también distintas cosas en un chico o un ser humano que quiere ser futbolista. En definitiva, no es más que eso: un ser humano que quiere ser jugador de fútbol. En el proyecto entran los valores, el respeto, la enseñanza, el ser buen jugador dentro y fuera de la cancha. En lo futbolístico están los conceptos básicos para el día de mañana ser jugador. Es decir, la parte técnica, táctica, física y psicológica tiene que estar reunida en un proyecto.
–¿Era lo que faltaba en las juveniles?
–Cuando se habla de proyecto o proceso, hay que tratar de respetarlos más allá de los resultados. Hoy en la Selección hay un proyecto encabezado por el presidente Tapia que abarca diez años y lo importante es mantener el objetivo y las cosas claras acerca de lo que se quiere. En el camino va a haber buenas y malas, pero cuando se habla de proyecto en juveniles está apuntado a la formación de jugadores.
–¿Cómo se toma la idea de que el resultado no es lo más relevante?
–En la Selección el mensaje está. Todos los entrenadores lo tenemos claro. Hoy hay un diálogo desde la mayor hasta la sub 15 y sub 13. Estamos en contacto permanente. Que el mensaje salga de las selecciones juveniles es bueno para los proyectos en los clubes. En Primera no se habla mucho de proyecto: perdiste tres o cuatro partidos y hay que cambiar.
–¿Hay una especie de camino para volver a ser campeón?
–Con un proyecto, un proceso y tiempo. Por nuestra historia, siempre estamos obligados a quedar entre los cuatro primeros y llegar a la parte final. Como entrenador, tengo dos objetivos: lograr estar en ese lugar y darles minutos a los jugadores para que mañana puedan estar en la mayor. Una de las cosas que más valoro de José Pekerman y Hugo Tocalli es la cantidad de jugadores que aportaron a la Selección mayor. Como formador, lo valoro casi a la misma altura de ganar un campeonato. Nos dejaron una camada que hasta hoy está en la Selección y eso habla de un proceso. Podés ganar una medalla o salir campeón del mundo, pero si de esa camada no hay cinco o seis jugadores en la mayor hay un trabajo inconcluso.
–¿El objetivo en Tokio es estar entre los cuatro primeros?
–Cuando vas a un torneo, los sueños siempre están. La idea es terminar lo más lejos posible. Como entrenador y como hincha, quiero traer una medalla.
–Sergio, tu hermano, ganó el último oro olímpico. ¿Qué se dice en la familia?
–Es un gran orgullo que podamos dirigir en los Juegos Olímpicos y no sé si hay otro caso igual. Es algo hermoso y trataremos de disfrutarlo. Ojalá le pueda arrebatar el título al entrenador de Beijing 2008 (se ríe). El sueño está y es un orgullo familiar.
–Durante varios años la pregunta fue quién sucedía a Maradona y un día apareció Messi. ¿Se puede esperar un sucesor?
–Que aparezca uno del nivel de Lionel es difícil de saber. Siempre digo que en Argentina metés la mano abajo de la tierra y sacás un jugador. Después de Diego parecía muy complejo y llegó Lionel. Si me decís hoy, no veo un sucesor pero tal vez en cinco años puede aparecer. Podemos estar tranquilos de que un Messi puede aparecer. En el fútbol mundial hay cinco grandes jugadores y tres son argentinos: Di Stefano, Maradona y Messi. ¿Por qué no podemos tener la esperanza de que en cualquier momento aparezca otro más? Siempre soy positivo.
–No pasó tanto entre uno y otro.
–Tal vez tuvimos algo de suerte. A Brasil, por ejemplo, después de Pelé no le apareció nadie de ese nivel. Sí grandísimos jugadores como Romario, Ronaldinho o Neymar, pero nosotros tuvimos dos que se mantuvieron en la élite. Hoy decir que salga un nuevo Messi o uno que lo mejore es muy difícil. Somos un país que saca jugadores y acá se cumple la frase «Nunca digas nunca» porque siempre uno puede aparecer. Hoy no hay uno que se asemeje a Messi.
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