«Aspira a inspirar a otros y el universo tomará nota”, dice un grafitti en las paredes del estadio Eden Park de Auckland, Nueva Zelanda, donde este lunes a las 3 de la madrugada la Selección Argentina debutará ante Italia por el Grupo G del Mundial femenino que hasta el 20 de agosto se jugará en este país y en Australia.
A su lado, el dibujo de tres mujeres -una futbolista, una rugbier y una beisbolista- completan el significado de la frase. El jueves por la noche, en este estadio, más de 42 mil personas se acercaron para presenciar el primer triunfo de las neozelandesas en una Copa del Mundo. El equipo con el ranking más bajo en albergar un Mundial arrancó con una victoria sorpresiva frente a Noruega, habitual potencia.
Hace dos años, precisamente en este mismo lugar, un Eden Park también repleto vivió la final de la Copa del Mundo de Rugby femenina. Las locales salieron campeonas. El universo y la hinchada local tomaron nota. Y lo que se vivió aquella noche en el país del rugby estimuló a los locales a presenciar el debut en esta Copa del Mundo de fútbol, un deporte de escasa tradición aquí. Dos hinchas locales, Jerrica Tomlinson y Anne Hellaby, dicen, no saben nada de fútbol. Fueron a Eden Park “para apoyar a las mujeres, a cualquier mujer”.
Si el Mundial de Francia 2019 fue el de las reivindicaciones para todas las selecciones, en Oceanía ya no hay espacio para aquel que no quiera que el fútbol femenino siga creciendo. Este fútbol tiene ya su propia identidad: a las jugadoras se las reconoce por su nombre, por su juego, por su lucha. No es casualidad que aquellas futbolistas que durante su carrera deportiva se dedicaron no sólo a jugar sino también a exigir mejoras estructurales sean las que están disputando su último Mundial: Megan Rapinoe en Estados Unidos, Marta Vieira da Silva en Brasil, Estefanía Banini en Argentina.
La foto de Rapinoe en el Mundial de Francia 2019 -mirando radiante hacia las tribunas, con los brazos abiertos y una mueca que deslumbra orgullo y satisfacción- es mucho más que el festejo del gol que le valió a Estados Unidos su cuarta Copa del Mundo. “Es una foto icónica de reivindicación”, la titula Panenka, revista española de fútbol. Aquella imagen esconderá siempre la lucha de la estadounidense por los derechos LGTB, por la igualdad entre hombres y mujeres, y por el reconocimiento del fútbol femenino en las mismas condiciones que el masculino.
En ese mismo Mundial, la brasileña Marta se despidió de Francia entre lágrimas: “No van a tener a Marta para siempre, el fútbol femenino depende de ustedes para sobrevivir. Yo creo que eso es primordial, la gente tiene que llorar al comienzo para sonreír al final. Cuando digo eso, es querer más, entrenar más”.
Banini, en Argentina, fue quien alzó la voz para pedir un cambio tras la cita mundialista de 2019. A cambio, la apartaron casi tres años de la Selección. “Las únicas personas que saben por qué no estoy en la Selección son los que toman las decisiones. Lo que sí me duele es estar afuera de la Selección por querer mejorar, por querer hacer mejor las cosas”, expresó durante aquellos años ausente.
La Albiceleste -después de exigir hace cuatro años condiciones de entrenamiento, calendarios, un proyecto serio, con perspectiva de futuro- llega a este Mundial con varios de esos pedidos cumplidos. La contratación del entrenador Germán Portanova hace dos años forma parte de ese combo. «Me llamaron para cambiar la identidad de la Selección«, declaró antes de la cita mundialista.
Ya a horas del debut, donde la Argentina buscará su primer triunfo mundialista -en sus tres participaciones previas no ganó ningún partido-, el cambio de identidad es un hecho. De ahí que, en la previa, Banini haya declarado: «Siendo realistas, no estamos al nivel de las potencias, pero si hay algo que tiene esta Selección es que les sabe competir. Lo que vamos a intentar este Mundial es salir y hacer nuestro juego, tratar de crear y tener esa identidad que nos caracteriza a todos los argentinos, a nosotras también: jugar por abajo, la gambeta e imponernos con eso».
Portanova advierte que sería un error salir a empatar contra Italia, quizá el partido menos descifrable de los tres -el fixutre de la primera fase se completará ante Sudáfrica, el jueves a las 21, y contra Suecia, el miércoles 2 de agosto a las 4:30 de la madrugada-. Las italianas tienen un estilo de juego similar al argentino y cualquiera de los tres resultados parecen factibles. La clave estará en los retrocesos y en la concentración a la hora de defender. De ahí que, en estos días en Auckland, donde la Selección hace base, el entrenador haya probado con tres defensoras centrales para la línea de cuatro.
Al momento, la polifuncional Sophia Braun -nacida en Estados Unidos de madre argentina-, de características más bien defensivas, le gana la pulseada a la lateral derecha de Boca, Julieta Cruz. También esta precaución es la causa por la que Portanova, en los últimos entrenamientos, haya probado con dos mediocampistas centrales, Lorena Benítez y Daiana Falfán, para hacer un «doble 5».
“Italia es un rival al que le podemos competir”, las define Banini. Del otro lado, las europeas saben que también las argentinas les pueden competir de igual a igual. Sobre todo, toman nota de la delantera argentina: Florencia Bonsegundo, Mariana Larroquette y la propia Banini.
“El partido contra Argentina es el más importante de todos. Arrancar bien es determinante. Las estudiamos y son muy peligrosas en la delantera pero creo que ellas también pueden sufrir nuestro peso ofensivo”, declaró Cecilia Salvai, jugadora azzurra de la Juventus.
En Auckland, el Mundial arrancó con el partido de Nueva Zelanda-Noruega el jueves por la noche y siguió con Estados Unidos-Vietnam el sábado al mediodía. En los bares céntricos de la ciudad, la gente se junta a ver los encuentros que se juegan en el resto de las sedes mientras las banderas mundialistas decoran el ambiente. Los goles se festejan sin importar quien los marque porque, posiblemente, lo que más se celebra no son los partidos sino aquello que andan diciendo las paredes del estadio Eden Park.
El lunes le tocará a la Selección argentina inspirar a otros. Y en una de esas, el universo tome nota.