Ayelén Pujol trabaja como periodista. En otro contexto, sostiene, hubiera sido futbolista. De chica pasó sus días jugando a la pelota, lo que le trajo cierta popularidad en el barrio. “Esa piba es Maradona”, recuerda que decían. En la adolescencia esa sensación cambió: cuando le tocó pasar al frente durante una clase del secundario, escuchó que el pibe lindo del curso le decía machona. Después de eso, el fútbol quedó archivado durante unos largos años. La historia de Ayelén es la historia de tantas, es el hilo narrativo de “¡Qué jugadora!”, el libro donde Pujol rescata los más de cien años de antecedentes que tiene el fútbol femenino argentino antes de llegar al histórico el primer torneo profesional. “El libro para mí es un humilde aporte al momento del feminismo y al deporte que amé pero en el que no pude desarrollarme. No sólo por lo que significaba ser mujer y jugar al fútbol, también por la falta de referentes. El querer ser como alguien es un factor clave a la hora de proyectarte. El fútbol es un espacio constructor de ídolos, de modelos. Y ahí no había mujeres. Ahora tenemos la posibilidad de conocer la historia. ¿Cuántas nenas quieren ser como Maca, ponele?”, se pregunta.
-¿Qué lugar ocupa el comienzo de este torneo profesional?
-Es un hito en la historia. Es la primera vez en nuestro país que las futbolistas son consideradas trabajadoras. Para mi está a la altura de derechos como el voto femenino. Incluso en cuestiones de derechos laborales es un antes y un después. No sé con qué otro hito igualarlo, pero es la conquista de un derecho laboral. Hay transformaciones que son muy difíciles de retroceder. ¿Cómo volvés para atrás si ya hay un consenso social? Ya está en la agenda. Hoy si a una piba le dicen tortillera por jugar al fútbol, va a pensar que el que se lo dice es un tarado.
-¿Por qué el fútbol es un lugar donde hay cosas en disputa?
-Porque está en nuestro ADN el fútbol. Y ahí las mujeres no existíamos. Quedó claro que estamos, por lo menos desde hace un siglo. Pero estábamos invisibilizadas. Y creo que a través del fútbol se puede trabajar un montón de cuestiones del vínculo, lo social, lo colectivo. En el fútbol no existe la meritocracia. Messi solo no juega, necesita un equipo. Nadie se salva solo. La cancha te iguala.
-¿Cuál es el paso que viene para el fútbol femenino?
-Tenemos que preguntarnos qué fútbol queremos, porque el mercado moldea los discursos, las demandas, los reclamos. Moldea a los deportistas. Y eso obviamente que mete la cola. Se empiezan a preguntar qué está bien y qué está mal. ¿Queremos un fútbol distinto o uno igual al masculino? Yo creo que el desafío también es no replicar ciertas estructuras del fútbol masculino. En el último Mundial, por ejemplo, había una barrita de 25 pibes con la camiseta de la Selección que fueron a alentar y cantaban ponga huevos Argentina. Hay cosas que ya son evidentes, que seguro no se van a repetir. Pero está el debate. El torneo se va a televisar, va a haber programas que hablen de eso, eso irá generando algo nuevo.
-Cubriste el último Mundial de Francia. ¿Qué viste allá que te haya sorprendido?
-Todo lo que pasa con Estados Unidos me llamó la atención. Ni hablar de que salieron campeonas y el canto fue por el pago igualitario. Y estamos hablando de Estados Unidos, una sociedad re liberal. Había familias enteras que viajaron para ver el Mundial. Y vos te volvías en el subte y volvían comentando el partido, hablando de fútbol, diciendo cómo jugó tal o cual. Acá nos cuesta hablar del juego, se habla del fenómeno, se habla de las tribunas. O se hacen notas sobre Bannini pero no de cómo juega. Creo que sobre todo que es porque hay un desconocimiento. ¿Quién sabe cómo va a jugar Racing este torneo? Si no conocen a las jugadoras.
-¿Qué te cambió el libro desde lo personal y qué sentís que aportaste?
-El libro viene a ponerle palabras y nombres a un silencio. En el feminismo se dice que no lo que no se nombra no existe. Y a las mujeres no se las nombró durante muchos años. Después es un honor las cosas que me pasaron, como el vínculo que generé con las Pioneras, las futbolistas del Mundial 71. El día de la presentación Betty García dijo que el libro es nuestra biblia del fútbol. Y fue lo mejor que me dijeron en la vida. A mi me gusta el fútbol y me gusta escribir, este libro era todo lo que podía hacer para sentir que llegué a Primera.