«Boca me quiso, pero yo les agradecí y no acepté. Acá estoy bien». En noviembre de 2017, Ignacio Piatti, figura del último San Lorenzo campeón del torneo argentino, contaba que rechazaba jugar en Boca, uno de los clubes más grandes de Argentina, porque le gustaba la vida que llevaba en Montreal. Piatti sigue en el Montreal Impact de la Major League Soccer (MLS). En 2019 tendrá más argentinos alrededor: Gonzalo Martínez jugará en Atlanta United, Guillermo Barros Schelotto dirigirá a Los Angeles Galaxy y Matías Almeyda hará lo propio en San Jose Earthquakes. Estados Unidos, por tercer año consecutivo, es el país con más futbolistas argentinos (230) después de España (731) e Italia (404), según el censo anual de Futbolistas Argentinos Por El Mundo (AXEM). En la temporada 2019 de la MLS, que comenzará en marzo, jugarán cerca de una treintena. Son los extranjeros más presentes en la liga. Porque el soccer dejó de ser un lugar exclusivo para el retiro. Es el sueño americano de un grupo de jugadores de mediana edad, un faro que aparece en el horizonte del fútbol argentino.
La MLS nació en 1993 como una exigencia de la FIFA de una liga profesional a Estados Unidos antes de la Copa del Mundo 1994. Su antecesora, la North American Soccer League (NASL), contrataba estrellas mundiales en el ocaso para fomentar el fútbol, como Pelé. La MLS repitió el esquema. Hoy juegan Wayne Rooney y Zlatan Ibrahimović. Pero en el último tiempo cambió el chip: salieron en busca de talento fértil. El biotipo del argentino en la MLS es un futbolista habilidoso, gambeteador, creativo. Antes de la llegada del Pity Martínez no sólo había aterrizado Piatti. Están, entre otros, Maximiliano Moralez (New York City), Ezequiel Barco (Atlanta United) y Diego Valeri (Portland Timbers), elegido mejor futbolista de la liga de 2017. El promedio de edad del jugador argentino es de 25 años.
Christian «Gomito» Gómez jugó entre 2004 y 2010 en DC United, Colorado Rapids y Miami FC. «Si bien la liga creció, el jugador argentino es el que trae el talento, el control de pelota, el que hace jugar al equipo. Estados Unidos quizá tiene más gente que corre, que va por las bandas, que intenta en la marca, y capaz que buscan esa clase de jugadores argentinos, que hacen la pausa y meten bochas de gol», dice el enganche de 44 años, que arrancó otra pretemporada con Nueva Chicago, y suma: «Cuando fui en su momento, dije que la liga iba a estar en un buen nivel en diez años. Buscaron jugadores con nombre para levantarla y ahora buscan jugadores con proyección, jóvenes con mucho talento a los que puedan después sacarle algún rédito económico».
Atlanta United, el club que sumó al Pity Martínez, fue el campeón de la MLS 2018, con Gerardo «Tata» Martino como entrenador y los argentinos Leandro González Pirez, Franco Escobar, Eric Remedi, Héctor Villalba y Barco. Brillaron también el paraguayo Miguel Almirón y el venezolano Josef Martínez. Atlanta United es la cuna del american dream. Fue fundado en 2014 por Arthur Blank, un multimillonario fanático del fútbol americano. Blank contrató para manejar el soccer al inglés Darren Eales, actual presidente de Atlanta United, hasta aquel año director administrativo de Tottenham. «Algunos dueños de clubes de la MLS ahora tienen un nuevo concepto: saben que pueden darle valor a un jugador con talento por uno o dos años y venderlo. Entonces muchos jóvenes lo ven como una oportunidad de crecer y luego dar un paso a otro lugar», apunta el periodista Ken Bensinger, autor de Red Car, el libro sobre el FIFAGate, desde Los Ángeles. Atlanta United es el caso testigo. Muchos de los jóvenes sudamericanos que juegan en ese equipo, en otro contexto, hubieran seguido en sus países o se hubieran ido a ligas B de Europa, como Holanda o Portugal. Pero la MLS es ahora un imán, que también paga sueldos a la europea.
El fútbol se encamina a convertirse en el tercer deporte en Estados Unidos, un salto impensado. O, año tras año, se acerca al béisbol. La última encuesta Gallup lo certifica: en 2008 ocupaba el quinto escalón entre los deportes favoritos de los estadounidenses, y diez años después, se ubicó cuarto con el 7% de las preferencias, cerca del béisbol (9). En la última década el fútbol triplicó su popularidad y le acortó distancia al fútbol americano (37%) y al básquet (11). «Rebasó al hockey sobre hielo, y veremos qué pasa con el béisbol, que ha perdido fanáticos –dice Bensinger–. Lo que puede cambiar mucho es por el tema demográfico y de inmigración. Lo veo con mi hijo, que tiene nueve años. A todos los chiquitos les interesa el fútbol. Cuando yo era niño, a nadie le interesaba. Hay una moda, se ve. Atlanta es capaz de llenar un estadio de 70 mil personas. Pero también hay problemas en la MLS, que es una liga cerrada, sin ascensos ni descensos». Otras contras: Estados Unidos no clasificó a Rusia 2018 y cada vez hay menos espacio para los juveniles estadounidenses en los equipos.
El día anterior a que comenzara Rusia 2018, la FIFA eligió a Estados Unidos, Canadá y México como organizadores del Mundial 2026. Estados Unidos, con el ariete del FBI, había desmantelado el viejo orden de la FIFA. No fue gratis. Antes de la votación, Donald Trump amenazó a los países que se oponían a la candidatura. Tendrá 17 ciudades sedes y 60 de los 80 partidos de lo que será, en principio, la primera Copa del Mundo con 48 selecciones y tres organizadores (México y Canadá, diez partidos cada uno). De los cuartos de final en adelante, además, se jugará todo en Estados Unidos.
«El arte del pie capaz de hacer reír o llorar a la pelota habla un lenguaje común a los países más diversos y a las más diversas culturas, al norte y al sur, al este y al oeste –leyó Eduardo Galeano en la apertura del Congreso Play de Game en Copenhague, Dinamarca, en 1997–. En los Estados Unidos de América, donde está recién empezando a atraer el entusiasmo público, el fútbol no es todavía una pasión popular, pero ya es, al menos, una pasión mercantil. Bien lo saben algunas grandes empresas, como Coca Cola, atada al fútbol internacional desde hace muchos años». Más de dos décadas después, el Pity Martínez, autor del gol emblema en la final de la última Copa Libertadores, es la nueva figura del campeón de la MLS, una liga cuyo objetivo es participar en la Libertadores 2020. En Atlanta, además de Coca Cola, está el United.