En 1994, el hoy presidente se dio el lujo de jugar con Maradona y de mandar al banco a Bochini. Una mirada particular que gracias a internet hoy se puede volver a ver y evaluar.
Juega con la 11, al lado del Diez. El Bocha, con la 4, se queda en el banco. En una suerte de catarsis tardía, 23 años después y gracias a la magia de la Internet, hay que preguntar o ¿preguntarte? -cual periodista en modo botinero durante una conferencia de prensa- qué sucedió con el astro de Avellaneda y el mundo ese mediodía feriado del lunes 10 de octubre de 1994. El genio colorado será suplente. El equipo va a perder 6 a 3. No se diga más.
Hay pocas certezas de que haya tomado una coca del pico de una botella de vidrio ensalivado por la ronda-aunque alguno lo limpiara con la manga del buzo-, sentado en el cordón de una vereda cualquiera. Tampoco es probable pensarlo a Mauricio con las zapas de lona blanca en alfombras de tierra, pero quien lleva la camiseta 11 del equipo que tiene a Maradona cumple el sueño de quien presume ser el dueño de la pelota original del barrio, de esas que se patean en los mundiales y que se convierten en el imán de la cuadra.
Es una tentación, tal vez, decir que el presidente de Sevel tiene un temible remate de media y larga distancia, que se mueve bien tirado a la derecha y que, casi por instinto, se encarga de hablar con la Justicia -en este caso, con el árbitro Juan Carlos Lousteau- antes del partido.
En un comentario deportivo de ambas escenas se pueden llegar, así y sin demasiada profundidad en el análisis, a dos conclusiones. A) Para jugar al fútbol profesional, en efecto, hay que tener talento y hambre. B) La zurda no es lo suyo, tal parece. Porque en ambas definiciones le dio con cierto desprecio al balón.
Te cambiás en el vestuario con Maradona y Bochini, entre tantos, los mirás, pensás en lo efímero de esos 5 minutos frente a Bélgica en la semifinal de México 86 -Diego y el Bocha jugaron juntos por única vez en la conquista- en el poder que tenés y en que tal vez la pobreza, desde esa perspectiva, sea una sensación que sentís cuando salís de tu mundo para jugar en el mundo del arte. Sin embargo, nacer con la pulsera en la muñeca, y no para evitar el mal de ojo, puede servir para alquilar 24 minutos y poco más, camino a la exposición que en 14 meses lo llevará a la presencia de Boca Juniors con 4.415 votos y, además, para dejar en el banco de suplentes al Chaplin argentino.
Miguel Del Sel, Ivo Cutzarida, Carrió (no la que denunciaba a su familia desde el Ari ni la que sacó el 50,93 por ciento en la Ciudad, con la lista de Macri), el que jugó en Gimnasia, el Charly, fueron algunos de los otros nombres curiosos que se lucieron ante el público que se acercó para colaborar. Fueron 30 mil. En el final, el cambio por el ahora Presidente de la Nación fue Víctor Heredia. Todavía cantamos.
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