Andrés D’Alessandro vuelve a River. Es febrero de 2016. Jugará un año a préstamo. Atrás quedan nueve temporadas en el Inter de Porto Alegre. Se trae un sistema para ver por computadora todos los partidos de Brasil. “No puedo creer que acá todavía no se vea el campeonato brasileño”, le comenta a Eduardo, su padre, mientras miran cómo el Inter desciende a la segunda división. Después de 13 años en el exterior, D’Alessandro se encuentra con “un fútbol argentino lleno de gente joven”, un juego “más corrido, más friccionado, más luchado” y con “campos de juego más chicos y no en tan buen estado como en Brasil”. Lo cuenta en Cabezón, su reciente biografía, escrita por el periodista Diego Borinsky. Los derechos de transmisión del Brasileirão en Argentina son de ESPN, que prefiere emitir la liga holandesa. “El Brasileirão -dice D’Alessandro en Cabezón– es el mejor campeonato de Sudamérica por estructura, juego y equipos, porque tiene un nivel parejo, con muchos equipos fuertes”.
En el Brasileirão compiten 20 equipos, a ida y vuelta (38 fechas): los primeros seis clasifican a la Copa Libertadores, del séptimo al decimosegundo entran a la Sudamericana, y los últimos cuatro, descienden. Simple. Premios y castigos a mano, hasta el final. El formato del torneo ideal se mantiene desde 2006. Es la enviada del fútbol argentino, que cambia su formato consecutivamente desde hace ocho años. En 2001, en el Brasileirão competían 28 equipos. Bajó la cantidad de a dos por año. No es Europa: es el vecino país do futebol, donde se juega cada tres días. Los primeros tres meses de la temporada se dedican a los campeonatos estaduales. Después, mientras se juega el Brasileirão, arranca la Copa de Brasil. Los equipos recorren distancias largas y atraviesan cambios climáticos. En paralelo, la Libertadores y la Sudamericana. Y desde el año pasado, el ganador del Brasileirão y de la Copa de Brasil disputan la Supercopa. Hay equipos que llegan a los 70 partidos por año. En pandemia, el calendario se apretó aún más: el ritmo es demencial.
En las próximas seis semanas se jugará toda la fase de grupos de la Copa Libertadores. Salvo Argentinos Juniors, todos los equipos argentinos tienen un brasileño en su grupo. Defensa y Justicia, al campeón Palmeiras; Boca, al subcampéon Santos; River, a Fluminense; Racing, a São Paulo; y Vélez, a Flamengo, campeón en 2019. “Es una de las ligas más importantes del mundo -dice Ariel Holan, entrenador de Santos-. Y es uno de los desafíos más importantes en el fútbol de Latinoamérica. La conozco por haber estudiado mucho a los equipos que enfrentamos por Copa. Soñaba con poder dirigir en Brasil. Los entrenadores argentinos nos formamos en la inquietud y la presión de nuestro país”. Holan y Hernán Crespo (São Paulo) son los entrenadores argentinos en Brasil. A Jorge Sampaoli (Santos y Atlético Mineiro) y a Eduardo Coudet (Inter), les sirvió como trampolín a Europa: Sampoli dirige al Olympique de Marsella y Coudet al Celta de Vigo. En Brasil, los argentinos entrenan a planteles de casi 50 jugadores. Holan se sorprendió de la calidad técnica -del pie- de los juveniles. Es el Santos de Pelé y Neymar. Holan y Crespo no son los únicos extranjeros: a Inter lo dirige el español Miguel Ángel Ramírez y a Palmeiras, el portugués Abel Ferreira.
La Confederación Brasileña de Fútbol reglamentó que a partir del Brasileirão 2021, que comenzará en mayo, los clubes sólo podrán echar a un entrenador durante la temporada. Es decir, que no podrán tener a más de dos. Y que cada DT podrá cambiar una sola vez de club. Si exceden el límite, dirigirán los que ya trabajan en el club. Es un modo de fomentar la estabilidad (en promedio, en Brasil, un entrenador dura 168 días en el cargo) y, a la vez, a una nueva generación de entrenadores, alicaída en los últimos años en ese país. Cuca, Dorival Júnior y Vanderlei Luxemburgo dirigieron en nueve de los “12 grandes” de Brasil, incluso en algunos más de una vez. En la última temporada, Vasco da Gama, Goiás, Coritiba y Botafogo, los cuatro descendidos, no hubieran cumplido la nueva regla. Vasco, Coritiba y Botafogo supieron ser campeones del Brasileirão. Desde 2001, solamente en 2006 no bajó de la primera división un campeón del Brasileirão.
El Brasileirão es uno de los campeonatos más competitivos del mundo. En la última edición, Flamengo se coronó campeón y lideró sólo en dos fechas. “La final entre Palmeiras y Santos por la Libertadores es una constatación de que el fútbol brasileño está mejorando lentamente. Tenemos el campeonato más equilibrado del mundo, lo que no significa que sea mejor que Europa”, señaló Tostão, crack campeón del mundo con Brasil en México 70. En el equipo ideal del último campeonato hubo un argentino: el defensor Víctor Cuesta (Inter). En total, una docena de argentinos jugarán el Brasileirão 2021: Germán Conti (Bahía), Mariano Vázquez (Fortaleza), Walter Kannemann y Diego Churín (Grêmio), Renzo Saravia, Martín Sarrafiore y Cuesta (Inter), Matías Zaracho y Nacho Fernández (Atlético Mineiro), Luis González (Atlético Paranaense), Tomás Cuello (Red Bull Bragantino) y Martín Benítez (São Paulo).
En 2019, los ingresos de los clubes del Brasileirão superaron los mil millones de dólares. La liga argentina, en cambio, alcanzó ese año los 71 millones de dólares. Según el último informe de transferencias de futbolistas de la FIFA, ocho de los diez equipos que más dinero invirtieron en Sudamérica son brasileños. En Argentina, sin embargo, no hay un equipo como Red Bull Bragantino. Ascendido el año pasado al Brasileirão, enfrentará a Talleres de Córdoba en su grupo de la Copa Sudamericana. Bragantino es la pata sudamericana de la empresa de bebidas energizantes Red Bull, que tiene clubes en Austria, Alemania y Estados Unidos. Es el fútbol de las sociedades anónimas deportivas. “En 2019, un Flamengo histórico nos brindó un fútbol que hacía tiempo no veíamos. Pero fue la excepción. Corinthians 2015 y Cruzeiro 2003, en una escala menor, se destacaron. El São Paulo de Muricy Ramalho, tres veces campeón en la última década, lo logró con un estilo muy pragmático. Tres campeones de relevancia técnica es muy poco”, escribió el periodista Rodrigo Coutinho en el sitio UOL. “El origen del problema proviene de la erosionada estructura de poder del fútbol brasileño. La Confederación no parece interesada en la calidad de lo que se presenta. El calendario es un delito físico y psíquico para los deportistas”. En el fútbol, pareciera, tampoco nadie es profeta en su tierra.