El viernes por la noche, mientras Boca le ganaba a Argentinos y el Sub 20 esperaba el debut en el Mundial de la categoría, en el oeste de la provincia de Buenos Aires hubo una pequeña gran noticia. Una de esas que, al comienzo, sólo resuenan en el pago chico pero que, con perspectiva, en cuestión de tiempo deberían repiquetear en distintos lugares del país: el fútbol mixto fue oficializado para chicas y chicos de 8 y 9 años en la Liga Cultural y Deportiva de Tres Lomas.
«Luego de la reunión realizada el día 14 de abril, donde los representantes de los clubes trataron el tema, la Liga informa: 1) Implementar el fútbol mixto para la temporada 2023 en las divisiones octavas y novena», comenzó el comunicado de la Liga local, que está afiliada a la AFA y agrupa a equipos de Tres Lomas, Bonifacio, 30 de agosto, Salliqueló, Casbas, Garré y Salazar.
La clave fue la lucha de Argi Achaval Tamame, una chica de 8 años que no renunció a lo que quería: jugar al fútbol con sus amigos. Futbolista del club Unión Deportiva de Bonifacio, un pequeño pueblo del oeste bonaerense, los familiares de Argi decidieron que en 2023 no repeterían la experiencia de 2022, cuando su hija entrenaba toda la semana con el resto del plantel pero a la hora del partido debía quedarse al costado del campo de juego porque el reglamento no le permitía ingresar.
La lucha de Argi
La lucha, que incluyó carteles de la propia Argi con carteles como «Yo también quiero jugar», comenzó con una denuncia en el INADI basada en el caso de Emma Rodríguez, una chica de 12 años, de Guaminí, a la que tampoco la dejaban jugar mixto. Se trata de geografías en las que, por ahora, no hay suficiente cantidad de jugadoras para abrir un campeonato de fútbol femenino.
A comienzos de este año, cuando su pelea no había tenido final feliz, la niña Achaval Tamame vivió situaciones insólitas, como cuando el árbitro la dejó ingresar a jugar pero, a los pocos días, la Liga les dio por perddido el partido a los dos equipos y los sancionó con el pago de 25 entradas a cada uno, además de suspender también al réferi con dos jornadas sin trabajar.
«Estamos explotadas de felicidad», le dijo la mamá de Argi, Celina, a Tiempo, después del fallo de la Liga que, entre otros puntos, también señala que los cuerpos técnicos de los clubes que incluyan a chicas deberán contar con mujeres. El fútbol profesional sigue su marcha pero, mientras tanto, que Argi ya pueda jugar con sus compañeros de Unión Deportiva de Bonifacio es un triunfo del deporte como expresión social y cultural.