Argentina vuela tanto que gana hasta en la luna. En los 3.600 metros de La Paz, la selección campeona del mundo y de América ni siquiera necesitó de Lionel Messi, marginado por una lesión cuyo grado aún se desconoce, para golear 3-0 a Bolivia por la segunda fecha de las Eliminatorias para el Mundial 2026.
En un estadio donde pocos equipos suelen ganar y ninguno golear, y en el que Argentina protagonizó dos de las jornadas más negras de su historia –una desde lo simbólico, cuando el cuerpo técnico de Daniel Passarella mandó a cortar al delantero Julio Cruz para sacar ventaja en medio de una trifulca en 1997, y otra desde lo deportivo, el 1-6 del equipo dirigido por Diego Maradona en 2009-, la selección de Lionel Scaloni fue tan superior que podría haber jugado sin arquero.
Con el Dibu Martínez tan espectador en el arco como Messi en el banco de suplentes –que le cedió la camiseta número 10 a Ángel Correa, que jugó los últimos minutos-, Argentina inventó un primer tiempo magnífico y amplió la diferencia en el segundo, poco antes de que Alejandro Garnacho debutara oficialmente y quedara blindado.
El camino a Estados Unidos-Canadá y México será largo y con final previsible gracias a los seis cupos y medio de clasificación sobre 10 participantes, por lo que una gran parte de los 18 partidos formarán parte del tour de despedida de Messi y de la feroz competencia interna del plantel. Mientras barre a los rivales, la selección compite contra sí misma. Así como Messi es mucho más que la onceava parte de Argentina –y quedó claro el jueves pasado, cuando destrabó con un tiro libre el debut ante Ecuador-, esta vez el capitán no hizo falta. El campeón del mundo terminó de borrar a un local que llegaba mal tras el 1-5 de la primera fecha como visitante ante Brasil y se fue peor.
Contra lo pensado, Scaloni ratificó el equipo del jueves pasado con solo dos cambios de entrada, uno obligado –Ángel Di María por Messi, que fue al banco sólo por protocolo pero no formó parte de los suplentes- y otro táctico: Julián Álvarez, mucho más apto para el juego colectivo, en el lugar de Lautaro Martínez.
Así en Qatar como en Bolivia, el delantero del Manchester City y Enzo Fernández conectaron como si estuvieran en las inferiores de River, y no en uno de los estadios más temidos del mundo. Argentina comenzó a pisar fuerte en la altura a partir de sus campeones mundiales más jóvenes, las dos figuras de la cancha.
Enzo, más vertical en la selección que en el Chelsea, convirtió el 1-0 como un fantasmagórico número 9 tras una jugada en la que Rodrigo De Paul aceleró, Álvarez pivoteó y el capitán Di María envió una daga en forma de centro. Iban 31 minutos y en una ráfaga se encaminó la tarde porque, enseguida a los 38, se fue expulsado Roberto Fernández por una patada a Cristian Romero y a los 42 llegó el 2-0 a partir de un cabezazo fallido pero hombrazo goleador de Nicolás Tagliafico: Argentina hace todo bien y hasta le salen las que hace mal.
En desventaja númerica y en resultado, y con un solo jugador de primer nivel continental –Marcelo Martins Moreno-, la Bolivia de Gustavo Costas se dedicó en el segundo tiempo a que la falta de oxígeno cansara a la selección, pero Argentina también le ganó a los 3.600 metros de la capital boliviana.
Si solo faltó el gol de Julián, la figura de la tarde, el ex 9 de River al menos volvió a participar en la jugada del 3-0 de Nico González, el corolario de una Argentina campeona del mundo en Qatar 2022 y en cada uno de los días de 2023, en el llano o en la altura. La selección volverá a jugar en octubre como local ante Paraguay y como visitante frente a Perú, en unas Eliminatorias en las que Argentina, en algunos partidos, juega más contra la propia Argentina.