El mes de abril del 2023 registró sucesos de recordación histórica como el abrazo de las tropas rusas y norteamericanas en el Elba, simbolizando la alianza que derrotó al Nazismo liderado por Adolf Hitler en Alemania. Ahora solo es conmemorado en Rusia.
También fue en abril de 1973, hace 49 años, que Amalia Rodríguez, la más grande cultora del fado portugués, cantó por primera vez su canción emblemática Grandola, Vila Morena, melodía que en el año siguiente fue el cañonazo musical que disparó la incruenta “revolución de los claveles”, que los coroneles antifascistas de Portugal realizaron para derrocar al dictador Oliveira Salazar.
Este abril de 2023 marca el fin de una bufonada política, nacida y muerta en Estados Unidos, con un protagonista, Juan Guaido, autoproclamado presidente de Venezuela.
Guaidó intentó su última actuación de ventrílocuo y se quiso presentar en una reunión internacional en Bogotá, convocada por el presidente colombiano, Gustavo Petro, sobre el futuro político de Venezuela.
En ella participan 20 gobiernos de Latinoamérica, Norteamérica, Europa y África, el gobierno de Nicolás Maduro, y la oposición venezolana que hace meses no reconoce al auto proclamado Guaidó.
Carente de invitación y legitimidad, Guaidó siguió viaje a Miami, donde ningún oficial ni norteamericano ni venezolano lo recibió. La bufonada terminó como siempre fue: una ridiculez urdida en Estados Unidos e inflada por los medios.
Abril de 2023 me tocó en lo personal con la muerte de un querido primo y cuñado en Guayaquil y la prisión injusta e ilegal de un respetado sobrino en Guatemala. El primero el ingeniero Jorge Eduardo Abad Verduga; el segundo el abogado Juan Francisco Solórzano Foppa.
Solórzano Foppa es un símbolo de una cadena de actos dictatoriales del gobierno guatemalteco que preside Alejandro Giammattei.
José Rubén Zamora, director del medio guatemalteco El Periódico, también preso, es otro eslabón simbólico de esa ignorada dictadura. El gobierno de Giammattei ha fortalecido el famoso “pacto de corruptos” existente en Guatemala y que los medios internacionales suelen ignorar.
Sus especialidades autoritarias son usar la fiscalía para fabricar causas a los opositores políticos y periodistas y la segunda eliminar a candidatos a las próximas elecciones presidenciales, que puedan amenazar la continuidad en el poder de los integrantes del pacto de corruptos.
Ya hay dos candidaturas eliminadas y otras amenazadas por causas que son parte de la famosa “Historia de la estupidez humana” en el siglo XXI.
Otra dictadura ignorada por los medios es la de Dina Boluarte, en el Perú.
Human Rhigts Watch ha presentado un informe de 117 páginas documentando un escenario de enfrentamientos entre manifestantes desarmados y fuerzas del Estado desalmadas, que cometen múltiples abusos contra la población. El informe señala que hay uso desproporcionado de la fuerza y ejecuciones extrajudiciales.
También afirma que los agentes del Estado que asesinan gozan de impunidad, protegidos por el gobierno de Boluarte y encubiertos por la fiscalía a su servicio. Amnistía Internacional ha señalado además que hay un claro sesgo clasista y racista en la brutal represión peruana.
México se ha negado a entregarle a Boluarte la presidencia de la Alianza del Pacífico que iba a recibir el depuesto presidente Pedro Castillo. Colombia, otro miembro de esa organización, es crítico permanente del aislado régimen de Dina Boluarte. Boluarte puede tener como destino la cárcel, emulando a otra dictadora fugaz como la Janine Añez en Bolivia.
El premio nobel Miguel Ángel Asturias mirará con pena desde la eternidad el grotesco renacimiento de su inolvidable personaje de “El señor presidente”.
Lo mismo, el gran Manuel Scorza, que en su “Redoble por Rancas” ilustró hace 70 años la injusticia social prevaleciente en su amado Perú.