Fundada recientemente por Ana Grynbaum y Ercole Lissardi, ambos escritores y editores, ofrece un catálogo de libros centrados en el deseo que no encontraban un espacio específico en estas latitudes.
Lo cierto es que para llenar este hueco la pareja conformada por Ana Grynbaum y Ercole Lissardi fundó Libros del Inquisidor, una editorial nacida en Uruguay cuya producción se distribuye también de este lado del charco.
Además de publicar a otros autores, también han editado libros propios a través del sello que fundaron. Por ejemplo, Tres novelas familiares reúne en una hermosa edición El hombre que pudo haber sido, La Conquista del deseo y Un asiento demasiado confortable de Grynbaum. Publicó, además, El deseo de un profeta confinado. Por su parte, Ercole Lissardi editó El ápice y otras historias, La reputación de una mujer, Las dos o ninguna.
En diálogo con Tiempo Argentino la pareja de escritores y editores habla de su proyecto.
-¿Cuándo se formó la editorial Libros del Inquisidor en Montevideo?
Ercole Lissardi: – Cuando llegamos a la conclusión de que para cierto tipo de textos no hay espacios en la edición rioplatense actual.
Ana Grynbaum – Empezamos como una colección, el año pasado nos “independizamos” como editorial. Publicamos en Buenos Aires y en Montevideo. Dado que arrancamos en plena pandemia, desde el vamos estuvo el desafío de “cruzar el charco” con nuestros libros antes de poder volverlo a cruzar personalmente.
-¿Cómo se distribuyen sus libros en Argentina?
A.G. – Se distribuyen a través de La Periférica, lo cual nos asegura estar en todas las librerías importantes.
-Según leí, ustedes publican los originales que el Inquisidor haría arder en la hoguera. ¿Es así?
E. L. – Alguien tiene que hacerlo, puesto que como postuló el Maestro: “Los manuscritos no arden”.
A.G. – Yo creo que muchos de los manuscritos que el inquisidor asegura quemar en realidad se los guarda, en alguna cámara secreta, para consumo personal.
-También hablan de que se dirigen a lectores con sentido del humor.
E.L. – El humor es una herramienta universal cuando de lo que se trata es de ver la verdad de las cosas. Y la literatura erótica pretende mostrar la verdad de la vida erótica.
-¿Qué se entiende por literatura erótica?
E. L. – Es la literatura cuyo tema esencial es el deseo.
A.G. – Así como el deseo no existe en estado puro la literatura erótica tampoco, como a todo lo humano lo atraviesa la complejidad. Hay literatura erótica de corte confesional pero también la hay con alas de fantasía, por ejemplo. La obra de Lissardi, con su hibridación de géneros, es una clara muestra de ello. Por lo demás, dos de sus últimas y, para mi gusto, mejores novelas, El Ser de luz y la Diosa idiota, abordan la necesidad del recuerdo y la fantasía en la experiencia humana con una profundidad que muchos ensayos envidiarían.
-¿Hay lectores que leen específica o mayoritariamente literatura erótica, así como hay fanáticos de policiales o de novela histórica?
E. L. – Por supuesto que sí. Millones de lectores. A todos nos interesa la experiencia erótica y el arte es una de las vías regias para comprenderla.
-Del mismo modo, ¿existen escritores que se dedican exclusivamente a la literatura erótica?
E. L. – Los hay que son vocacionales y de tiempo completo, y los hay que producen un texto genial y luego callan para siempre.
A. G. – O que luego se dedican a otros campos literarios. Para muchos escritores, entre los que me incluyo, la literatura no es un territorio rígidamente dividido.
-¿Publican ficción o también libros de teoría sobre el erotismo?
E. L. – También publicamosa teoría. Erotopías: las estrategias del Deseo, La pasión erótica: desde el sátiro griego a la pornografía en Internet, y La cultura masoquista, son tres ejemplos concretos.
A. G. – Pienso que una buena novela puede explicar de manera única muchas aristas de la peripecia humana. En mi caso, creo haber logrado una comprensión de la dinámica familiar y cómo esta condiciona la vida de las personas mucho más fina en mis Tres novelas familiares, por el camino de la ficción, que si me hubiera puesto a escribir un ensayo. Con muchos libros de Lissardi sucede igual.
-Supongo que debe de haber una tradición de la literatura erótica de larga data.
E. L. – Larguísima, desde los poemas de Safo de Lesbos, que son del siglo VI antes de Cristo.
-¿Cuáles creen que son los libros y autores principales de esa tradición?
E. L. – Creemos que al referirse a esa tradición no debieran de faltar el Don Giovanni de Mozart, las Memorias de Casanova, Las 120 jornadas de Sodoma y La venus de las pieles, por decir algo, y antes de llegar al siglo XX.
-Ustedes son, además de editores, escritores de literatura erótica. En tanto escritores, ¿entienden que hay pocas editoriales que puedan incluir en su catálogo este tipo de literatura?
E. L. – En nuestros pagos rioplatenses alguna editorial en algún momento ha intentado subirse al éxito planetario de 50 sombras, sin mayor éxito. No es fácil escribir sexo pasteurizado, también exige alguna forma del talento.
A. G. – Tal vez suceda que cuando se escribe meramente por efectismo, para vender, en el terreno de la erótica se note más que en otros géneros. Por ejemplo en la auto-ficción, si sos un chanta, es más fácil pasar desapercibido. Se trata de un género que nace defendido ante cualquier crítica. Si alguien confiesa haber sido torturado, violado, desmembrado y vuelto a coser, etc., y asegura que todo sucedió tal como lo cuenta, es difícil levantar la voz para cuestionar su texto desde algún punto de vista sin recibir pedradas.
– Vivimos en un momento de extrema corrección política en que a veces parece que no se distingue la ficción de la realidad y se juzga a los libros como si fueran hechos. Se juzga a “Lolita” por ejemplo, como si fuera en verdad el acto de un pedófilo. ¿Cómo juega esa corrección política a la hora de escribir literatura erótica y de fundar una editorial en la que se publica ese tipo de literatura?
E. L. – No juega en absoluto. Son rebrotes fascistoides efímeros.
-¿Creen que vivimos en un momento de banalización del erotismo? Me refiero a que nos bombardean con video de cantantes supuestamente eróticas, pero es un erotismo un tanto estandarizado.
E. L. – Vivimos, en nuestras palabras, en la “pornografización” de la sociedad. El sexo en su versión grosera o en su versión pasteurizada satura nuestras vidas. Es una de las razones por las que hoy en día a la literatura erótica le cuesta encontrar su lugar.
-¿Qué actitud exige la literatura erótica de parte del lector?
E. L. – La literatura erótica como cualquier otra forma de la producción artística exige en el consumidor la voluntad de ver más profundamente en la experiencia humana, y la conciencia de que el arte es una de las vías para lograrlo. Si no somos capaces de intuir la verdadera naturaleza del vínculo erótico no puede ser enriquecedora la experiencia erótica.
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