“Tengo un cáncer y debo someterme a tratamiento, así que no es el mejor momento de mi vida», contó en diciembre Paul Auster al diario español “La Vanguardia». En el momento en que realizó esa declaración, el escritor estaba haciendo una gira para presentar su libro «Un país bañado en sangre», un ensayo sobre la portación armas de fuego en su país. Hoy, su esposa, Siri Hustvedt, asegura que ambos están transitando por el doloroso territorio de “Cancerland”, desde donde envía un informe.
De un tiempo a esta parte, la suerte ha maltratado severamente a Paul Auster. Su hijo Daniel, adicto a las drogas, era una preocupación constante para él. El año pasado había sido detenido acusado de haber matado a su hija Ruby, de 10 meses, la nieta del escritor. La muerte de la pequeña se habría producido por haberle administrado opioides. Luego se le concedió la libertad bajo fianza. Poco después, en el mes de noviembre, moría también Daniel, posiblemente por una sobredosis de fentanilo y heroína.
Cuando aún no se reponía de ambos golpes, a Paul Auser se le diagnosticó un cáncer.
Luego de su comunicación en diciembre, en el mes de abril su esposa dio el primer informe sobre su estado de salud desde su cuenta de Instagram. A partir de esa fecha no había vuelto informar sobre el tema.
Ahora vuelve a hacerlo a través de un relato en el que cuenta cómo eran los días en «Cancerland», un territorio en el que confluyen los tratamientos de la ciencia y las horas de los pacientes y familiares de quienes padecían cáncer. Dice de este espacio que está atravesando junto a su esposo que es “confuso y traicionero”.
“En ‘Cancerland’ –afirma-hay mucha gente de mediana edad y de edad avanzada, y sabemos que hay niños, pero no los vemos porque los cuidan en lugares separados. Mi marido y yo hemos visto a muchos jóvenes que se sientan con nosotros en las salas de espera. Sus rostros sin arrugas y sus cuerpos vigorosos a menudo no revelan ningún signo de enfermedad. A veces, una bonita gorra cubre su calvicie, la única señal de que están enfermos», cuenta la escritora.
En el mismo mensaje celebra la dignidad de su marido para resistir las difíciles instancias a que lo someten la enfermedad y el tratamiento: “Ha sobrellevado una serie de síntomas miserables tanto del cáncer como del tratamiento. Se ha mostrado incondicional y sin quejas, con el humor intacto».
Informa, además, que Auster confesó que, a medida que todo avanza, ha pasado cada vez más tiempo «mirando hacia el abismo» pero que «no tiene miedo a morir». Su dignidad y su fortaleza son tales que escribió una nueva novela, «Baumgartner», que se publicará en noviembre y a la que Siri calificó como «un librito tierno y milagroso»,
La escritora señala también en su mensaje la importancia que las pequeñas cosas cobran en estas situaciones: «La sonrisa de la recepcionista importa. El toque respetuoso del técnico mientras levanta el brazo del paciente y lo prepara para la aguja es importante. La enfermera y el médico que escuchan atentamente mientras habla el paciente, que le permiten contar su historia y explicar cómo se siente, son importantes. Aunque lo más importante de todo son los familiares y amigos que envían notas, correos electrónicos y hacen llamadas. Es posible que estos actos no alteren el resultado de la enfermedad, pero son una parte crucial de vivirla».
Paul Auster es uno de los máximos escritores contemporáneos. Se lo reconoce en todo el mundo. Junto con Hustvedt conformaron hace tiempo una pareja de escritores famosos y exitosos. Lamentablemente, la vida personal del escritor y, consecuentemente, también la de su esposa, ha transitado por espacios mucho menos hospitalarios que el éxito y la fama.
En 2018 viajó a la Argentina para presentar su monumental novela 4321 en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Es autor, entre muchas otras obras narrativas, de La invención de la soledad, La música del azar, Leviatan, El palacio de la Luna, Fanasmas, Diario de Invierno, Invisible, Tomboctú, y La ciudad de cristal