Injustamente relegada durante mucho tiempo, Sara Gallardo (1931-1988) vuelve a revelarse desde hace un tiempo como una de las grandes voces de la literatura argentina. Su redescubrimiento se debe en gran parte al escritor Leopoldo Brizuela, quien reivindicó su escritura y se comprometió en su difusión. No resulta casual, sin embargo, que vuelva a ser leída en un momento que coincide con el empoderamiento femenino.
Enero, novela emblemática, publicada a mitad de los años 50, no solo se atreve a hablar del aborto, sino que lo hace desde el punto de vista de la víctima de una violación, Nefer, una chica de 16 años que pertenece a un medio rural y que vive a partir de ese hecho en una angustia silenciosa con el peso de un secreto incomunicable que le genera culpa.
Analía Fedra García lleva a esa novela al teatro y elige para encarnar a Nefer a la actriz Vanesa González.
Lectora apasionada, Fedra, como la conoce la mayoría, ha trasladado a la escena diversos textos de autores argentinos. Entre ellos se cuentan desde un poema de Leónidas Lamborghini, Las patas en las fuentes, a una crónica de un viaje a la Antártida de Federico Bianchini o un texto poeta Arturo Carrera. En este momento, además, tiene en escena la adaptación de un cuento de Haroldo Conti que incluye títeres y narración.
Curiosa, manifiesta un gran interés por los cruces de género y explora sistemáticamente la obra de distintos escritores en busca de material teatral. Eso hizo con Sara Gallardo. Se deslumbró con Eisejuaz, pero las particularidades del lenguaje constituían una imposibilidad. “Cuando encontré Enero –le dice a Tiempo Argentino– me cautivó, no sólo por cómo está escrita esta novela breve. Me pareció, además, que en ese extrañamiento de alguien que habla de sí en tercera persona había ya una potencia escénica. Además, el hecho de que sea tan actual un texto escrito hace tanto, me fascinó. La novela parece escrita hoy. Es mucho más actual que muchas cosas que se escriben en este momento. Gallardo es una autora fuera de tiempo, se ve que teníamos que llegar a hoy para que la leyeran bien. Me gustó la multiplicidad de puntos de vista de Enero, el entramado que hay alrededor. Plantea una problemática, hace preguntas y no baja línea de ningún tipo, no es moralista. Además, era muy joven cuando la escribió, tenía 27 años.”
El texto del monólogo, respeta palabra por palabra el texto original. “El trabajo de adaptación –afirma Fedra- consistió en poner en escena no a una chica de 16 años, sino a una mujer adulta que va hacia ese pasado a reconstruir algo que sucedió en sus 16, en extraer situaciones que están en la novela y reordenar los fragmentos para armar escenas, pero no modifiqué en absoluto los textos de la autora. Sus descripciones están tal cual las escribió. Quería que Sara Gallardo fuera ella misma, no hacerle agregados propios, trabajar con sus imágenes y su textualidad.”
“Y agrega: “Traté de respetar los contrastes que tiene la novela, que estuviera presente eso de `buen salvaje` que tiene Nefer y también los momentos de ternura, delicadeza, dolor y alegría. Quise incluir todas las variaciones que tiene el personaje. El único refugio que ella encuentra es la naturaleza, el pasto, los árboles, el caballo y me pareció interesante tratar de que el público se convirtiera en ese amigo invisible que representa la naturaleza para el personaje y que es el único espacio que le da contención.”
Aunque ya sabe el texto de memoria, sigue encontrando en él elementos nuevos junto con la actriz, que realiza un trabajo muy exigido: está sola en el escenario con un planteo escenográfico muy desojado y lo que hace es “pura actuación, pura expresión, se tira al vacío. Su arco expresivo es muy amplio, impresionante.” Afirma que ambas van encontrando “capas cada vez más profundas en los contrastes”.
Uno de los grandes desafíos que le planteó la adaptación fue “encontrarle a ese texto hermoso vitalidad en relación con un cuerpo. Eso lo trabajamos mucho -cuenta- para que no nos `ganara` la literatura.”
Directora anfibia, Fedra se siente a gusto poniendo en escena textos teatrales y otros que no lo son. “Amo dirigir textos de teatro que fueron escritos para el teatro, concluye. Pero los que no pertenecen al género teatral me gusta tomarlos como una experimentación, ver qué anclaje escénico le doy, ver hasta dónde llego. Ése es un desafío enorme. En el caso de Enero ese desafío fue paradojal. Todo lo que tenía previsto que podía funcionar en el montaje, no funcionó. Recién desde el hacer pude comprender el camino. En otros textos, en cambio, pude intuir un poco más por dónde debía ir. Pero el caso de Enero me sorprendió gratamente porque fui descubriendo el camino de la puesta en escena y los distintos planos del montaje con la actriz. Las dos conocíamos mucho la obra porque queríamos hacerla desde antes de la pandemia. Creo que hubo algo que fue madurando de a poquito, pero que empezó a concretarse en los ensayos, cuando nos entregamos para ver hasta dónde nos llevaba esta obra literaria. Trabajamos por un lado y por otro hasta descubrir los diferentes planos de la puesta.”
Enero se estrena el domingo 10 de julio a las 20 en Teatro El Extranjero, Valentín Gómez 3378, CABA. Las funciones serán los domingos a las 20. Permanecerá en cartel hasta el 28 de agosto. Las entradas pueden adquirirse a través de Alternativa Teatral.
Ficha artística – técnica
Actuación: Vanesa González
Diseño de vestuario: Paula Molina
Dirección de arte: Laura Rovito
Diseño de luces: Marco Pastorino
Diseño sonoro y música original: Miguel Ángel Pesce
Realización utilería: José Pesce- María Inés Gonçalves
Realización de tapete: Cooperativa Enero y colaboración de familias.
Diseño gráfico: Laura Rovito
Fotos: Sebastián Miquel