Si hay un texto capaz de honrar la memoria de Jorge Luis Borges es una enciclopedia, dada su pasión por este género literario sui generis. «Soy ante todo un lector de antologías, de enciclopedias -dijo en una entrevista-. No me importa que sean viejas. Yo no busco sólo información. Busco también estímulos».
En este caso, se trata, además, de una enciclopedia dedicada a él, Borges babilónico, dirigida por Jorge Schwartz, escritor argentino nacido en Posadas en 1944 que reside en San Pablo desde 1960.
Publicada por primera vez en 2017 en portugués, en San Pablo, aparece ahora en Argentina a través del Fondo de Cultura Económica, con nuevas entradas y con la inclusión de dos prólogos del director, uno por cada edición.
“Aprovechamos la oportunidad –dice Schwartz en el prólogo a la edición argentina- para encarar nuevas entradas, a fin de reparar ciertas ausencias que, sea por lapsus sea por lapsus o por las propias características de la elaboración de un diccionario, se produjeron en la edición original. De los 66 colaboradores iniciales, llegamos ahora a la suma de 75”.
El título de la obra, según lo dice su director en el prólogo de la edición brasileña, está tomado de una referencia que hace Julio Cortázar al autor de Ficciones en Cartas a los Jonquières.
El nacimiento de una enciclopedia
Este trabajo colectivo tiene su origen en 1990 cuando Schwartz, por pedido de la editorial Globo de San Pablo publicó las Obras Completas de Borges que fueron publicadas con la participación con María Carolina de Araujo, su colaboradora y asistente editorial. La investigación para esa publicación generó un amplio cuerpo de materiales lo que los impulsó a hacer un glosario o “Guía de lectura de Borges para Brasil” que sería realizado por los alumnos de grado de las carreras de las carreras de Español y de Historia de América de la Universidad de San Pablo. “Llegamos –explica Schwartz- a una lista exorbitante que superó las siete mil entradas. En ese momento se hizo patente lo que sospechábamos: el carácter infinito de la erudición de Borges y la empresa imposible de construir una enciclopedia de una mente enciclopédica por excelencia. Una metaenciclopedia.” Pese a la imposibilidad mencionada por Schwartz, aquel proyecto inicial y sus derivas como la publicación de la Guía Borges fueron el origen de Borges babilónico.
Nuevos aportes
Dada la complejidad de la obra de Borges y la infinidad de trabajos referidos a él, la enciclopedia dirigida por Schwartz tuvo como premisas la no inclusión de la obra crítica y que todas las entradas refirieran de manera directa a la obra del autor de El Aleph.
Entre las inclusiones figura una entrada de Isabel Stratta al monumental libro de Bioy Casares referido a Borges que consta de 1663 páginas que “revelan los bastidores de un diálogo donde surgen prejuicios y opiniones que no asoman en la obra literaria de los dos escritores, por lo menos en forma denotativa.” Ese diálogo le reveló a Schuartz una homofobia recurrente, razón por la cual se le encargó al especialista Daniel Balderston que escribiera esa entrada. Además, la afirmación de Bioy Casares de que “para Borges el sexo es sucio” fue mencionada en la entrada “censura” a cargo de Gonzalo Aguilar.
Balderston afirna en su aporte que Borges “se mostró interesado en la homosexualidad como tema literario y como varias opciones de vida de personas cercanas a él”. Señala, además, que al igual que a Bioy Casares, le gustaban los chismes referidos y las bromas referidas a la homosexualidad de algunos conocidos. Cita, además, un párrafo referido a Oscar Wilde que aparece en Otras Inquisiciones en el que dice que “es un hombre que guarda, pese a los hábitos del mal y la desdicha, una invulnerable inocencia”. La entrada también hace referencia a una anécdota sobre un descubrimiento que Borges hizo en Tucumán de un profesor que afirmó que los homosexuales andan en bicicleta porque “la bicicleta excita al malevo”. Además, el artículo aborda la hipótesis de que Borges sufrió pánico homosexual, lo que influyó en su escritura, pero Balderston señala que es una “simplificación lamentable llamar a Borges un homosexual reprimido”. Tanto las observaciones de Borges como las de Bioy sobre el tema revelan que ni siquiera los grandes escritores como ellos pueden eludir un pensamiento de época. Borges Babilónico también incluye una entrada referido al seudónimo H.Bustos Domecq que los escritores utilizaron en textos escritos de forma conjunta como Seis problemas para don Isidro Parodi, Un modelo para la muerte, Crónicas d H.Bustos Domecq y Nuevos cuentos de Bustos Domecq.
Sin duda, un aporte capital fue la inclusión de “Emma Sunz” de Horacio González, autor de Borges y los pueblos bárbaros (2019) y director durante diez años, la Biblioteca Nacional que también dirigieron Paul Groussac y, por supuesto, el propio Borges.
A estas valiosas contribuciones hay que sumar muchas otras entre las que se cuentan las de Ricardo Piglia, Beatriz Sarlo, Edgardo Cozarinsky, Alberto Manguel, Saúl Sosnowski, Adriana Astutti e Isabel Stratta.
Este diccionario no sólo es una imprescindible obra de consulta, sino también de lectura, como lo fueron para Borges las enciclopedias, especialmente la Enciclopedia Británica, que debería haber recompensado al escritor por la enorme cantidad de sus lectores que la compraron porque sabían que en ella el autor de Ficciones había encontrado placenteros momentos de lectura y también referencias e inspiraciones para sus cuentos. Borges babilónico permitirá, además, el encuentro con uno de los autores preferidos del escritor argentino: Robert Louis Stevenson.