“Me siento presa. Voy a hacer un cuadro gigante y terrorífico”, decía Marta Minujín en una entrevista realizada por Azul Zorraquin para Maleva aparecida el 17 de abril de 2020. En ella, además, definió la pandemia como “la Tercera Guerra Mundial a través de un virus”.
Y cumplió con su palabra. A partir de hoy se exhibirá en el hall del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) su obra Pandemia, un lienzo de grandes dimensiones (260 x 210 cm) que es fruto de un trabajo paciente cuyo resultado quizá no todo lo terrorífico que la artista esperaba, pero que seguramente significó para ella la forma huir de la “prisión” del aislamiento, ya que dijo sentirse “dentro de una jaula” y desesperada por no poder ir, como lo había diariamente, a su taller de 900 metros, donde puede realizar obras enormes que no puede llevar a cabo en su departamento.
«Les dedico esta obra a todos mis seguidores de Instagram, realmente me han acompañado, como todos que nos acompañamos en las redes», dijo la artista al concluir su trabajo luego de 11 meses, de mayo de 2020 a marzo de 2021, un período durante el que trabajó 5 horas diarias para poder concretar su obra realizada con una técnica que implica un gran esfuerzo de elaboración.
La dirección del MNBA dice que Minujín llevó a cabo «un trabajo obsesivo, preciosista y riguroso para elaborar esta obra” que está integrada por «22.600 tiras con pequeños cuadrados en blanco, negro y siete tonos de gris». Y agrega: «pintó pequeñas telas constituidas por líneas paralelas negras, blancas y grises» que luego cortó generando «una trama de cuadraditos de no más de 2 o 3 milímetros de lado».
Detrás del lienzo, la artista registró diversas anotaciones referidas al proceso de creación de “Pandemia” y puede leerse claramente una frase que ella convirtió en una consigna: “Vivir en arte”. Dice también, entre otras cosas, “el arte me protege y “ya que Pandemia se va al Museo de Bellas Artes, seguiré creando.”
En una entrevista realizada por Telam en julio del año pasado, la artista decía: «esta es la única (obra) que va a terminar siendo negra, todo influenciado por lo que pasa, por la situación». También afirmaba: «Me desespera cuando se me terminan las tiritas que hago. Primero pintás la tela y después se corta en tiras, finitas», y «cuando se me acaba la tela me enloquezco».
En otras entrevistas realizadas en pleno proceso de producción, la artista definió la obra como “tranpsicodélica” y afirmó en La Nación: «No hago nada más que esto. El arte es terapéutico, transforma la angustia en algo vital. Cuando termino estoy genial, hasta la cara me cambia.» Quizá porque el arte aminora su angustia, aun en medio de la pandemia sigue pensando en el futuro. Entre sus proyectos figura por ejemplo, derribar un mito argentino como el fútbol haciendo una pelota de 15 metros de diámetro recubierta en dulce de leche que tratarán de meter en el arco contrario no 11 jugadores por equipo, sino una serie de grúas.
De la obra que se montará hoy, dijo Andrès Duprat, director del MNBA: “El montaje de ‘Pandemia’ en el hall de ingreso al Museo incluye una proyección con movimiento de esa misma trama sobre la tela, lo que produce un efecto cinético sutil que potencia su magnetismo. El resultado es una trama delicadísima compuesta por centenares de miles de cuadraditos que, de alguna manera, representan un conteo en el tiempo o una estadística que sugiere los días pasados en pandemia o el número de víctimas. Por su contundencia, es una gran obra de arte. Original, sólida, sensible y muy movilizante, teniendo en cuenta el contexto y los acontecimientos que nos tocan vivir.” Esta es una forma de mostrar por parte de la artista que no se trata de una obra realizada de una vez y para siempre, sino de un trabajo que siempre está en proceso de producción.
El hall del MNBA se convirtió en un excelente espacio de exposición a partir de la pandemia, ya que las obras colocadas allí pueden verse incluso sin acceder al Museo. Por esa razón, frustrada por la pandemia la muestra retrospectiva de León Ferrari que iba a realizarse en su homenaje, se exhibió allí el año pasado su obra emblemática “La civilización occidental y cristiana”.
A los 77 años, Minujin sigue siendo una suerte de rockstar que con cada trabajo concita el interés de la prensa. Su personalidad extrovertida forma parte indisoluble de su obra. A la reina del pop, que nunca deja de expresar su confianza incondicional en los poderes transformadores del arte, parece no dejarse afectar por la depresión ni siquiera en momentos tan difíciles como este. Para “Pandemia”, sin embargo, eligió sacrificar los tonos coloridos y los detalles fluo para que fueran el gris y sus variantes los que expresaran la tragedia que hoy ensombrece al mundo.
Aunque la obra en cuestión parece más perdurable que muchas de las que ha realizado cuyo destino era ser desarmadas una vez exhibidas, es deseable que su gusto por lo efímero se transmita a la pandemia y esta termine de una vez por todas.
La diva de la plástica que alguna vez pagó simbólicamente la deuda externa a los Estados Unidos entregándole a Andy Warhol varios kilos de choclo y que acordó la paz y la devolución de las Malvinas con una doble de Margaret Thatcher, parece no haber encontrado ninguna solución para el virus que nos ataca que no sea sobrellevar el encierro que impone haciendo arte. Arte, arte, arte.